miércoles, 29 de agosto de 2012

All that i want is you...

Bien, después de convencerme de que THF.es no volverá a andar muy pronto que digamos, decidí actualizar aquí. Espero y les gusta el capitulo. Besos a todas y gracias por leer. 

CAPITULO 33: Lo admito, te amo. 




Era su primer día de trabajo en esa empresa y ya tenía millones de cosas por hacer, su jefe le había encargado un proyecto muy importante que era la construcción de un edificio para una importante empresa y ahora le dolía la cabeza a sobremanera. Tenía tantos problemas.

Por un lado estaba el trabajo, Tom sentía que ser el encargado de construir los planos para el dichoso edificio era una gran carga para alguien tan principiante como él, que apenas se acababa de graduar de la universidad, aunque por eso su jefe lo había escogido, porque según él, Tom aportaría ideas frescas que encantarían a los dueños del edificio. Por otro lado estaba Bill y su corazón sangrante.

Bill, Bill, Bill…

El día de Tom había comenzado bien, o mejor dicho, bien hasta el momento en que tuvo que presenciar como Bill era besado por el intento de rockero fallido, como él le decía.

Ver esa escena le había bajado los ánimos hasta el suelo, pero Tom sabía a lo que se enfrentaba y no se daría por vencido tan fácilmente, no de nuevo. Además lo alentaba a seguir adelante el hecho de que Bill se había dejado besar por él la noche anterior, por algo tenía que ser ¿no?, estaba seguro de que el pelinegro lo seguía amando de la misma manera en la que él lo amaba. De alguna u otra forma no podía evitar sentirse algo molesto con Bill,  pero al final de cuentas el que tenía la culpa de todo era él.

Eran las siete de la tarde y la jornada laboral por fin había concluido, así que no lo pensó dos veces; decidió ir a buscarlo a su oficina ya que en todo el ocupado día no lo había hecho, tenía ganas de verlo, abrazarlo, oler su dulce aroma que tanto le encantaba aunque fuese de lejos  y oír su melodiosa voz.

Recogió sus cosas guardándolas en un pequeño maletín que cargaba con él y salió rumbo a la oficina de su ex novio con paso firme y rápido, no quería que Bill se fuera y no lograr verlo.

El pelinegro se encontraba en su oficina pensativo, no podía creer que ahora que por fin se había decidido a dejar a Jared, se hubiera arrepentido a la mera hora; y es no era tan fácil y nunca lo sería ya que no quería que su novio saliera lastimado.

No quería herir a nadie, quería que las personas que giraran alrededor de su pequeño mundo fueran felices, pero, ¿cuándo iba a ser feliz él? ¿cuándo empezaría a luchar por su felicidad? ¿acaso Tom era su felicidad? ¡no lo sabía! por lo tanto no había batalla que luchar.

Esa no era la vida que se imaginaba para él cuando era un niño y si quería estar bien consigo mismo tendría que empezar a ser egoísta y pensar solo por él, por su bienestar.

“¿Cómo saber cuando una persona es la correcta para ti? ¿Cómo saber si esa persona es tu otra mitad?”—pensó.

No lo sabía, y tal vez nunca encontraría la respuesta a esa pregunta como a muchas otras más que rondaban en su atormentada mente, pero muy en el fondo de su corazón deseaba que si tuviera un alma gemela, o lo que sea que fuera, sin duda alguna quería que esa persona fuera el chico de trenzas negras.

De repente se escucho el ruido de la puerta de su oficina al abrirse, sacándolo rápidamente de sus pensamientos. Se sorprendió al ver a Tom ahí ya que la mayoría de los empleados que laboraban en el edificio ya se habían marchado.

—Hola— dijo el trenzado torpemente —toqué la puerta pero no contestaste, así que decidí entrar, espero y no te moleste —a veces Tom podía parecer tan tierno que incluso dolía.

—Hola —contesto Bill con una sonrisa en el rostro, de alguna manera u otra ver a Tom lo hacía sentirse mejor, era como sentirse fuerte de nuevo para enfrentar el mundo. Se sentía poderoso. —Siéntate si gustas. —Tom así lo hizo— no escuche la puerta, pero no hay problema en que entraras; ¿necesitas algo? —le pregunto cómo todo un profesional tratando de ayudar a su compañero de trabajo, no quería tocar temas sentimentales ya que le había prometido a Jared que pondría todo de su parte para ser feliz con él.

—Sí, necesitaba verte —dijo Tom sin más.

—Ya enserio Thomas —replico tratando de darle seriedad al asunto.

—Lo digo muy enserio, necesitaba verte, pase cuatro malditos años sin poder hacerlo, ahora que te volví a ver es como si fueras una droga, y déjame decirte que soy un completo adicto a ti — sonrió. Bill trato de no devolverle la sonrisa pero fue inútil y flojo su intento.

—Tom, anoche me dijiste que seriamos amigos, y estoy poniendo todo de mi parte para que así sea. Yo tengo novio, por favor no lo eches a perder.

—Lo sé, pero también dije que lucharía por ti, ¿acaso no lo hice? —Bill asintió levemente con la cabeza, mostrando un leve color carmín en sus mejillas— no más engaños por mi parte, te lo dije —dijo orgulloso de sí mismo.

Pudo haber sido tan fácil si todo hubiera sido de esa manera desde el principio, pero no, no había sido así y ahora tenían que asumir las 
consecuencias de sus actos.

Bill en muchas ocasiones se había preguntado qué había pasado con Andrej, ¿acaso había seguido estudiando? ¿ya tendría novio? ¿tal vez ya estaría muerto? Sonrió ante esa macabra idea, a pesar de todo el daño que le había causado no le guardaba rencor, su lado sádico había aparecido de pronto y había formado ese loco pensamiento. Tal vez ese era el momento de saberlo todo.

—Ya que estás aquí haz algo productivo por mí —comento socarrón. A Thomas esa actitud en Bill le encantaba, era como si de 
un momento a otro se pareciera un poco a él.

— ¿Qué es lo que quieres, mi diva? —dijo sonriente, haría lo que fuera aunque sea por poder pasar unos segundos más respirando el mismo aire que su amado.

—Quiero saber algunas cosas, cosas que pasaron después de que me fui y que de seguro tú debes saber.

—Anda, suéltalo, te diré todo lo que quieras, claro, si es que lo sé 
—se acomodo mejor en la silla en la que se encontraba.

—¿Qué paso con Andrej? —a Tom casi se le salieron los ojos, no esperaba que Bill le preguntara por él y no era un tema que quisiera tocar ahora que había empezado una nueva vida.

—¿Por qué quieres saber de él? —dijo una vez que se recupero.

—Curiosidad —contesto Bill alzando los hombros para restarle importancia.

—Pensé que lo odiabas.

—Te equivocas — el trenzado lo miro como quién no cree la cosa, pero no pregunto nada al respecto. Andrej era un tema en el que él no quería profundizar.

—Regreso a su país y entro a una escuela de modelaje cuando salimos de la preparatoria, al parecer es la imagen de D&G y está comprometido con una tía que es modelo igual que él, eso es lo único que sé.

—O sea que no era tan marica como yo —comento Bill divertido y Tom no sabía si reír o no, ya que no quería ofender a él pelinegro de ninguna manera existente.

—¿Qué paso con Zack? lo último que supe fue que después de que termino con Andy, se puso de novio con la chica que ahora es su esposa. Eso fue lo único que me contó la rubia.

—Sí, después de que Andreas y él terminaron, Zack se puso muy triste, lo sé porque es mi amigo y aunque el tratara de aparentar que las cosas estaban bien, la verdad es que no era así. —Bill escuchaba atentamente todo lo que el trenzado le decía. —Luego llego Carolyn a su vida y las cosas mejoraron y aún más cuando se enteraron de que serían padres.  —Pasaron unos segundos en silencio— pero te puedo asegurar que Zack amo mucho a Andreas, lástima que hayan acabado separados.

—Sí, eso es muy triste —hizo un pucherito que a Tom le pareció por demás tierno.

—¡No hagas eso! —replico de repente Thomas. Bill pensó que estaba loco ya que no sabía ni de que le hablaba.

—¿Qué no haga el que? —pregunto con el seño fruncido tratando de comprender algo.

—Eso, no hagas pucheritos que cada que los haces me dan ganas de besarte —dijo aparentando seriedad.  Bill comenzó a reír.

—Eres un tonto, eres Tooomto —le sonrió tiernamente.

—No, tampoco me sonrías que me gustas más cada que lo haces. —Bill bajo la mirada apenado con todas las cosas lindas que su querido Tom le estaba diciendo— Bill, yo te amo y sé que tu todavía me sigues amando, lo puedo notar.

—Yo… yo me tengo que ir, ya es demasiado tarde para seguir aquí y tengo que hacer algunas cosas aún —se paró de su silla y comenzó a meter algunos planos a su portaplanos para que no sufrieran daño alguno. No quería, no debía caer a la tentación de sus labios de nuevo.

—No trates de evadir el tema, no quiero que me alejes de ti cada que te busque. Sé que tal vez tú sientas cosas por Jared ya que hace ratos vi como se besaban, —el pecho le dolió de solo recordarlo, suponía que eso era lo que Bill había sentido cuando lo encontró en la cama con Andrej— pero también sé que tú me sigues queriendo, tus ojos me lo dicen, tus labios me lo confirmaron anoche.

—¿Cómo es eso de que me viste con Jared? —pregunto el pelinegro. ¿Acaso Tom habría visto toda la escenita que se había montado con su novio?

—Sí, solo vi eso y no me lo recuerdes que me enferma —se tomo el puente de la nariz con el dedo pulgar y anular.

—Él es mi novio y lo sabes a la perfección.

—Tú me amas a mí y no a él,  eso también lo sabes a la perfección. Ambos lo hacemos. —Bill rodo los ojos. —Déjalo, déjalo por mi y seamos felices juntos— se levanto de su asiento y fue hacia donde el pelinegro. Lo tomo de la cintura cariñosamente— no te fallare esta vez, te lo prometo.

—Está bien, lo admito, te amo —a Tom se le dibujo  una gran sonrisa en el rostro. ¡Eureka! —pero no lo dejare por ti— dijo separándose del trenzado y caminando hacia la puerta de salida —¿Cómo confías en alguien que ya te lastimo antes? es muy difícil hacerlo y sería demasiado triste si me lo hicieras de nuevo, simplemente no podría con eso Tom —dijo mirándolo directamente a los ojos, notando como la sonrisa había desaparecido.

—Te demostraré que cambié enserio, porque no he dejado de amarte —se defendió, y la sonrisa regreso a su rostro.

—Como sea —fue lo último que salió de la boca del pelinegro, y dio la vuelta para salir de su oficina dejando a Tom detrás, que se quedo inmóvil en el mismo lugar de antes mientras veía como el pelinegro se alejaba cada vez más y más y subía al elevador.

No comprendía a Bill, en verdad que no lo hacía. La noche anterior se había comportado tan dulce y tierno, ahora se comportaba totalmente frió e indiferente hacia él.

De pronto vio que el cajón del escritorio de Bill se había quedado entreabierto, así que decidió cerrarlo, pero al momento de hacerlo algo llamo su atención, era un portarretratos de color plata muy brillante que se encontraba debajo de algunos folders y hojas junto con el celular del pelinegro. Tal vez Bill ahí tenía una foto de Jared, pensó, y de ser así se arrancaría los ojos. Abrió el cajón completamente y saco lentamente el portarretratos sorprendiéndose de lo que veía.

¡Era uno foto de ellos juntos!  Tom estaba sentado en una banca del parque en el que se encontraban en esa ocasión y Bill estaba recostado con la cabeza en sus piernas. La imagen se veía muy dulce, la mirada del pelinegro denotaba amor puro, en cambio la de Tom mostraba un amor reprimido, que se negaba a ser aceptado.
 Ojala y todo fuera como antes, como cuando Bill lo amaba locamente y confiaba en el. Ojala…

Sonrió para sí mismo, el pelinegro seguía teniendo fotos de ellos, otra razón más a su favor para luchar por estar con él contra quien fuese. Suerte que era optimista.

~*~*~*~*~

Bill no se había percatado de que había olvidado su celular en su oficina hasta que fue necesario para llamarle a su novio e informarle que se encontraba camino a su casa, aunque sabía que él no necesitaba ser anunciado, Jared seguro se pondría feliz con su visita.

No había tenido ganas de verlo en todo el día, pero la loca idea de dejar al ojiazul por Tom le rondaba fervientemente por su enredada mente, quería que Jared le mostrara razones suficientes para seguir junto a él.

Solo alguien muy estúpido pensaría que podía enamorarse completamente en una sola noche, de quién no lo había logrado en cuatro años, pero no veía otra opción.



Condujo hasta la casa de su novio y se estaciono frente a la cochera, notando un carro color rojo en la acera frente a la casa del ojiazul, suponía que Jared tendría alguna visita, aunque era algo extraño ya que era algo tarde.

Bajo de su auto y saco las llaves de la puerta de su bolso negro, tiempo atrás Jared se las había dado para que entrará y saliera a la hora que el quisiese. Nunca imagino que eso sería contraproducente.

Abrió la puerta lentamente asegurándose de no hacer ruido alguno, busco a Jared por toda la casa, pero no encontró a nadie, todo lo que vio fue un celular en la mesa de centro que estaba en la sala, ese celular no era el de el ojiazul y Bill tuvo un fuerte presentimiento de algo malo. 

— ¡Jared! ¿estás aquí? —empezó a subir lentamente las escaleras que daban a la habitación de su novio, seguía sin hacer ninguna clase de ruido. Se detuvo enfrente de la puerta y escucho algunos 
murmullos y risas provenientes de la habitación.

“Yo puedo hacer que me ames, ese chico es solo un capricho.” —logró escuchar que alguien decía.

Y más risas.

Si se trataba de lo que estaba pensando, Jared podía olvidarse de que seguirían siendo novios.

Así que armándose de valor decidió abrir la puerta…



Notas finales: ¿Les gusto? ¿dudas? de ser así, sería genial que me lo hicieran saber.De nuevo, gracias por leer y a esperar que la agonía de la página acabe. Saludos~:)

All that i want is you...

CAPITULO 32

—¿Qué tanto me miras? —pregunto un sonriente trenzado mientras iba en el asiento del copiloto del carro de su primo.

—Ya dime, ¿qué tanto se decían? ¿están juntos de nuevo? no puedes tener esa cara de idiota solo porque sí, dime que desde lejos no pude oír nada. —comento frustrado y le dedico una rápida mirada de suplica a Tom para que le dijera algo, lo más mínimo, no importaba el qué.

—¿Cómo? ¿ósea que nos estuvieron espiando? —Cuestiono Thomas fingiendo indignación.— son unos chismosos ¡tal para cual tu y Andreas!  —George comenzó a reír a carcajada limpia— Dios los hace y ustedes se juntan… —susurro Tom.

—¡Hey! que no somos chismosos —trato de defenderse y de defender al rubio que lo traía de cabeza— solo queríamos… ya sabes… ver qué pasaba, es que su historia de amor está más interesante que la puta novela de las nueve. —ambos chicos comenzaron a reír por las ocurrencias del de ojos azules.

—Chismosos, yo insisto… pero vale, no paso nada realmente, solo que le dije a Bill que lucharía por él, esta vez no lo perderé. —dijo muy seguro de sí mismo.

—Y vi como se besaron picaron… —comento George de pronto solo para joderlo un rato. —estas hecho un completo cursi. —Tom sonrió bobamente.

—Me vale lo que digas, ya te quiero ver con Andreas, el es casi como Bill, solo que en rubio y un poco menos diva. —comento el trenzado.  

—¿Qué de malo haríamos en nuestra vida pasada para merecernos tal castigo? —dijo sarcásticamente. La verdad era que ambos chicos amaban las personalidades de Bill y Andy, ellos amaban sus defectos, Tom había aprendido a hacerlo con el tiempo, o tal vez desde el primer momento amo la personalidad del pelinegro, solo que no se dio cuenta hasta que fue demasiado tarde y lo había perdido.

—No lo sé, pero yo lo amo como es, amo que se comporte como si fuera una diva, es parte de su esencia, desde que lo conozco es así y me encanta.

—Te ha vuelto un marica perdido. —fue todo lo que dijo George, pero solo lo decía para molestarle, la realidad era que se alegraba de que por fin alguien había cambiado a Tom, Bill lo había hecho creer en el amor verdadero, y no solo en el de una noche, que en realidad no era amor, pero el trenzado antes decía que sí.

—Ya te quiero ver en unos meses. —y así dieron por finalizada esa trivial platica que sostenían en medio de la noche, de regreso  al departamento que ambos compartían después de haber ido a esa cena, que aunque al principio fue algo extraña e incómoda, después se había convertido en algo maravilloso que no olvidarían por el resto de sus vidas. Marcaba claramente el principio de una nueva etapa. Tom estaba decidido a recuperarlo y nunca más dejarlo ir de su lado.


~*~*~*~

El tedioso sonido del despertador se hizo notar en medio de la oscuridad de la habitación del pelinegro, indicando única y exclusivamente que la semana volvía a comenzar, dándole paso una semana que sería por demás agitada y confusa para el pelinegro con Tom rondando a su alrededor cada dos por tres y Jared vigilándolo más que de costumbre.

Dirigió su mano hacia donde se encontraba su reloj despertador y lo apago, no quería levantarse, así que decidió quedarse aunque fuera cinco minutos más dentro de su cómoda y caliente cama. Su mente ahora solo pensaba en Tom, de alguna u otra forma Bill quería estar de nuevo con él, como novios y ahora también como amantes más en lo íntimo, pero otra parte de él le decía que no volviera a tropezar con la misma piedra, que eso no era bueno, pero ¿quién se lo podía asegurar?

Había decidido no hacer nada, las cosas con el tiempo se darían si se tenían que dar o eso suponía, le daría tiempo al tiempo, no quería apresurar nada, y además todavía estaba Jared, que aunque en ese momento estuvieran peleados, sabía que el chico de ojos azules volvería con él a pedirle perdón y él lo perdonaría sin más, así como tantas veces le había perdonado el ojiazul  sus faltas y rechazos. Le perdonaría, sí, pero su relación estaba más que mal y estaba dispuesto a ponerle un alto.  

En contra de su voluntad se levanto de la cama y se metió a la ducha, no era por quererle prender más leña al fuego, pero ese día tenía ganas de verse más guapo que de costumbre, ya que Tom estaría ahí. Obraba mal, lo sabía, pero era un simple humano que seguía enamorado de su ex novio.

Pasaron cerca de dos horas y una vez que el pelinegro estuvo listo salió en su automóvil directo a su trabajo. Había mucho tráfico a esas horas de la mañana ya que la mayoría de las personas salían a dejar a sus hijos a la escuela o al trabajo, pero aún tenía tiempo de llegar puntual.

Una vez que llego a donde se dirigía se estaciono, bajo del auto y emprendió camino hacia la puerta de entrada del gran edificio en el que trabajaba. De repente vio a un chico alto con una chamarra de cuero con estoperoles como las que el usaba, de inmediato supo quién era, y sintió la necesidad de arreglar las cosas de una buena vez por todas.

Antes de dormir había pensado mucho en lo que haría, y hoy de una vez por todas dejaría a Jared, se sentía un completo gilipollas, pero si Jared ya no podía confiar más en él, no le veía para nada la pena  seguir juntos, sería muy frustrante e injusto para ambos estar peleando todo el tiempo, esa no era la vida que Bill quería vivir. Ambos merecían ser felices con quien sea que fuera en realidad su alma gemela.



—Hola— susurro Jared una vez que Bill llego a donde él estaba.

—Hola— contesto Bill del mismo modo. Jared podía ver lo serio que Bill estaba, más que de costumbre y eso no era bueno, podía presentir que las cosas estaban aún peor de lo que él pensaba.

—En realidad no sé qué decir… —el ojiazul estaba nervioso, se sentía un completo estúpido por haberle gritado de esa forma la noche anterior a Bill y “arruinarle” su cena a Andreas, aunque en realidad le había hecho un favor, solo que él no lo sabía.

—Puedes empezar diciéndome que haces aquí. —soltó Bill fríamente. Robert nunca le hablaría así a Jared, y esté lo sabía, pero seguía encaprichado con el pelinegro.

—Yo solo vine a pedir perdón. —dijo tendiéndole a Bill el ramo de flores que llevaba en sus manos, el cual el pelinegro no había visto ni por asomo.  Se le quedo viendo a Jared y después miro el ramo de bellas rosas que tenía enfrente.

—¿Y pretendes que con un simple ramo de rosas te perdone el hecho de que ayer me hayas gritado enfrente de todos? —Jared agacho la cabeza apenado, en verdad sentía haberle gritado a Bill ya que casi nunca lo hacía. —Desconfiaste de mí, prácticamente me dijiste que era un traidor enfrente de todos cuando yo en realidad no sabía que Tom era el primo del pretendiente de Andreas.

—Lo sé, sé que fue un completo imbécil, idiota, estúpido y todo lo que tú quieras, pero por favor tienes que perdonarme, me duele mucho que estemos en esta situación. —Se acerco más a Bill tomando sus manos entre las suyas.

—No pidas perdón, después de todo ya no soy tan inocente. —El pelinegro lo seguía mirando a los ojos, estaba dispuesto a decirle todo lo que sentía.

—¿Qué? ¿cómo? ¿qué hiciste Bill? —pregunto preocupado el ojiazul.

—Perdón, sé que soy una escoria y ahora mismo me puedes llamar traidor y como desees, pero besé a Tom. —Jared no dijo nada, al final de cuentas el tampoco era inocente, solo se limito a observarlo y ver como Bill se limpiaba una lagrima rebelde que descendía por su mejilla derecha.

Bill era muy fuerte, sí que lo era, pero ahora se sentía un completo desvergonzado, cínico y malagradecido, Jared había hecho tanto por él, y él le decía así sin más que había besado a Tom. Era una mala persona e iría al infierno, de eso estaba seguro.

—Esto… esto simplemente ya no está bien Jared, no podemos seguir con esta relación, tu no confías en mí y yo te engaño a la primera que me encuentro con mi ex, no es sano y tampoco justo ni para ti ni para mí. —Jared seguía sin decir palabra alguna, aún no procesaba el hecho de que Bill lo estaba terminando en ese momento.  —Creo que nuestra relación debe de acabar aquí, lo siento.

El pelinegro aparto su mano de las del ojiazul y comenzó a caminar directo a los ascensores del gran edificio en el que se encontraban.

—No, tu no me puedes hacer esto Bill. —susurro. Lo odiaba, tenía ganas de correr hasta donde sea que estuviera Tom y molerlo a golpes, de nuevo él se entrometía en su relación.

Jared corrió y lo detuvo casi cuando el pelinegro estaba a punto de llegar al ascensor.

—Te perdono, no me importa, te perdono incluso si follaste con el anoche, yo… yo no quiero que nuestra relación acabe aquí, no de esta forma, yo sigo confiando en ti, te lo demostrare pero no me dejes, yo te amo Bill, más de lo que te imaginas. —suplico.

Bill solamente lo observaba dolido, y es que definitivamente él era el malo en su relación, o al menos eso pensaba ya que no sabía lo que el ojiazul hacia cuando él no estaba cerca.

—Por favor, te amo mucho, sé que tu no me amas igual de lo que yo a ti pero no me importa, sé que algún día llegarás a hacerlo, podemos irnos lejos de aquí, mis padres tienen una casa en Inglaterra y pode…

—No —Bill lo interrumpió—  ya estoy cansado de huir de Tom no iré a ningún lado, lo siento.

El pelinegro se giro para poder entrar al elevador, era una suerte que a esas horas en la oficina no hubieran tantas personas. Estaba a punto de poner un pie arriba del elevador, cuando de pronto escucho lo que le dijo su ahora ex novio.

—Si tú me dejas, no sé que voy a hacer, me estoy sintiendo igual que cuando Tom te engaño… ¿recuerdas esa noche en la que yo te saque de ahí, de esa estúpida fiesta para que dejaras de sufrir? ¿recuerdas el dolor que sentiste? pues lo mismo estoy sintiendo yo en este momento, ¿y a mi quién me va a rescatar del pozo en el que tú me estas dejando?

Esas simples palabras le habían caído como un balde de agua fría al pelinegro.  De pronto recordó todo el dolor que había sentido y por el que había pasado, el ojiazul — además de Andreas— era el único que en verdad le había ayudado a superarlo. 

Jared no se merecía toda esa mierda. Amaba a Thomas, pero no podía ser así de ingrato.

La culpa y el remordimiento de conciencia hicieron acto de presencia con más potencia que antes, entonces Bill se volteo a verlo de nuevo y comenzó a caminar hacia él, no podía ser así de gilipollas, no con él después de todo lo que habían pasado juntos. Para bien o para mal, el ojiazul siempre había estado con él tanto en las buenas como en las malas.  

Se acerco lo suficiente y vio como los bellos ojos azules de Jared estaban un poco húmedos, no quería que Jared sufriera igual que él.

—Tienes razón, lo siento tanto… —junto su frente con la de Jared, pasando sus brazos por detrás de su cuello y el ojiazul rodeó su cintura con sus brazos— soy un idiota, no me hagas caso en todo lo que dije, no vamos a terminar nada, todo mejorara, lo prometo. —Jared sonrió y le entrego el ramo de rosas que llevaba y Bill lo acepto con gusto, o al menos eso aparentaba.

—Gracias por darme otra oportunidad, esta vez no haré las cosas mal, lo prometo. —Pensó en Robert, y en todo el daño que le haría si los viera en esa situación, pero en ese momento no le importo, además de que su amante sabía que él estaba más que loco por Bill, y que no lo dejaría por nada ni por nadie.

Miro hacia atrás y pudo ver como Tom venía caminando sonriente a su primer día de trabajo, era hora de arruinarlo, así como Tom había estado a punto de arruinar su felicidad con Bill tan solo con su presencia.

—Perdona por… —justo cuando le iba a pedir perdón por besar a Tom, su ahora novio de nuevo, lo beso en los labios apasionadamente. La venganza era dulce, al igual que los labios de Bill, o al menos eso pensó Jared.

Bill le beso con el mismo ahínco, no quería hacerlo sentir peor de lo que ya lo había hecho. Después de todo seguía siendo el mismo chico ingenuo de diecisiete años, algunas cosas nunca cambiarían.

Mientras tanto el trenzado observaba la escena desde la puerta de entrada de ese gran edificio, su corazón se rompía en esos mismos instantes al ver como Bill le correspondía el apasionado beso a Jared, como si no existiera un mañana. Sentía como muchas dagas afiladas se clavaban en su pecho y las ganas de morir ahí mismo se hacía cada vez más inmensas. Su alegría se había ido al caño, pero después de todo su Bill era novio del intento de rockero fallido.

El pelinegro era ingenuo a la situación, solo se concentro en darle el beso que tanto merecía su novio y se perdió. Thomas no pudo seguir viendo la escena y se dirigió rápidamente al ascensor y las puertas se cerraron, llevándolo consigo hacia las oficinas de arriba.

Jared sonrió contra los labios de su novio, después de todo su plan improvisado había funcionado, tenía de nuevo a Bill, y le había dejado muy en claro a Tom a quién le pertenecía.

¿Quién diría que detrás de esos bellos ojos azules y angelical sonrisa se pudiera encontrar el mismo demonio? tan hermoso y tan manipulador a la vez…



All that i want is you...


CAPITULO 31: Todo lo que quiero es a ti. 



No sabía exactamente a donde ir, solo quería olvidarse del mundo, olvidarse de sus problemas, y de esa estúpida pelea ocasionada por ese gilipollas y sus celos enfermizos.

¡Estúpido, estúpido, estúpido Thomas! ¿Por qué se había tenido que aparecer así de la nada en sus vidas? tenía ganas de matarlo, aniquilarlo, desaparecerlo, todo con tal de alejarlo de Bill.

Sabía que su relación con Bill no era tan buena como antes, y ahora que Tom había entrado de nuevo a sus vidas podía especular que iría peor. No andaba nada errado.

Condujo hasta esa ya conocida casa, a la cuál recurría cada que se sentía solo, o triste por alguna reacción por parte de Bill, hoy iría porque se quería sentir amado, aunque el ser que le fuera a dar amor esa noche no fuera el pelinegro. Poco le importaba, ya se las arreglaría él para imaginarse a su novio.

Bajo de su auto, sabía que el chico estaba ahí, como siempre, esperando solo a que recurriera a él cuando y a la hora que el ojiazul quisiese, dándole amor sin esperar recibir algo a cambio. Así funcionaban las cosas entre ellos, y aunque le doliera, él sabía que Jared nunca dejaría al pelinegro por cuenta propia.

—Hola —saludo el chico sonriente, pero no era más que una sonrisa fingida, en realidad no estaba feliz, su corazón se comprimía al saber que venía de ver a Bill, y seguro las cosas habían salido mal, solo por eso le buscaba.

—Hola Robert —le saludo el ojiazul sin ganas, también fingiendo felicidad. —¿puedo pasar la noche aquí?

—Sabes que siempre estaré aquí para ti. —le dijo el chico de pelo castaño.

No le agradaba para nada la idea de ser “el otro” pero ¿Qué más daba? simplemente no podía negársele a Jared cuando lo veía en ese estado, y odiaba a Bill por no hacer al ojiazul feliz, a él no le importaba tener que ser el malo del cuento con tal de darle la felicidad que Bill le negaba a Jared, tan solo algunas horas. Le gustaba hacerlo sentir amado.

Jared, pesé a esa obsesión que él le llamaba “amor” por Bill, pensaba mucho últimamente en Robert, pero no se podía estar enamorando ¿o sí? aunque tenía que admitir que cada día amaba más esa sonrisa que le inspiraba tanta confianza y amor.

El ojiazul estaba agradecido con el chico de cabello castaño, él lo atrapaba cada vez que caía. Al menos se sentía amado por él. Las puertas de su corazón siempre estaban abiertas, así que él podía entrar a la hora que quisiese, aunque le rompiera el corazón cada que se marchaba de nuevo detrás de Bill.

-*-*-*-*-*-

Andreas y George los veía embelesados desde atrás de la puerta de las escaleras, por la pequeña ventana que está tenía. Simplemente se les hacía tan bonito verlos ahí, juntos de nuevo, besándose.

Ninguno se había querido perder la “acción” de esa noche tan mágica, rara y especial, y por consecuencia, habían seguido a sus amigos a la azotea del departamento. Querían ser parte de ese capítulo en la vida de sus amigos, por eso habían decidido ir a espiarlos aunque fuera solo un poco, su curiosidad no le haría daño a nadie. 

Tom tomo por la nuca al pelinegro y esté solo se dejaba besar sin rechistar, dejando que la oscuridad y frió de la noche hiciera esa escena perfecta.

Andy estaba a punto de llorar de la emoción de ver a su amigo ahí, con su verdadero amor, con ese chico que aunque él pelinegro  jurara mil veces no amar, él sabía que no era así, le seguía amando incluso más que antes, la distancia solo había servido para intensificar el amor de esos viejos adolescentes, que ahora habían dejado esa etapa atrás, volviéndose más maduros.  

George dejo de mirar por un momento a su primo y se concentro en el rubio que tenía a lado.

—Qué bonitos se ven… —dijo Andy tratando de contener las lágrimas de alegría. No podía quitar los ojos de él pelinegro y el trenzado, que se besaban como si el mundo no existiera, y fuera solo de ellos.

—Sí, hermoso... —pero el chico no se refería a Bill y a Tom, sino a Andreas. El rubio se percato de eso y le miro, encontrándose frente a frente con esos ojos tan azules como el mismo cielo, que podían con él, y que en tan poco tiempo se habían vuelto su paraíso personal. Dicen que cuando conoces al amor de tu vida el tiempo se detiene… y es verdad. 

George sentía demasiadas cosas cuando estaba cerca de Andy, cosas que nunca antes había experimentado, era como si miles de mariposas recorrieran su estomago con tan solo verle, cuando hablaba con él, aunque fuera por teléfono, sentía ese miedo interno de decir algo que al rubio le disgustara, pero también se sentía muy cómodo cuando estaba con él, con solo verlo a los ojos sentía que todo iría bien, lo demás no importaba.

No tenía ni una puta idea de lo que era estar enamorado, pero si eso era lo que se sentía, estaba dispuesto a dejarse llevar, no quería sufrir el mismo destino que Tom, y darse cuenta de que en verdad amaba a Bill cuando lo había perdido, no, eso no pasaría con ellos.

Sin darse cuenta, poco a poco habían reducido la poca distancia que los separaba minutos atrás. Andreas miraba alternamente de sus ojos a su boca, deseando tomar esos labios como suyos, pero no quería ser tan atrevido. George hacía lo mismo, ¿acaso iban demasiado rápido? tal vez, pero ya tendrían tiempo para resolver ese problema luego, así que sin pensarlo más lo besó.

Era un beso tierno, dulce y pausado, apenas juntando sus labios,  no quería espantar al rubio y que lo tomara por aprovechado, él no era de dar de ese tipo de besos, si es que así se le podía decir, era más de besos desenfrenados llenos de lujuria y pasión, de esos besos que les daba a sus conquistas cuando iba a algún antro; pero Andreas era especial, y ambos lo estaban disfrutando.

No querían, pero tuvieron que separarse cuando la falta de oxigeno en sus sistemas se hizo presente.

Miro a Andreas a los ojos, y pudo notar un brillo especial es sus ojos, y lo sonrojadas que estaban sus mejillas. Él estaba igual, solo que no lo podía notar.

—Lo siento, tal vez estoy yendo demasiado rápido. —se disculpo pesé a que le había encantado besarlo, si Andreas le pedía que no lo hiciera más, lo respetaría.

Bajo la mirada, el rubio aún no le contestaba nada y se sentía un poco estúpido, solo que no sabía el porqué.

—Bueno, soy un poco impaciente, por lo tanto, me gustan las cosas rápido. —Volteó a mirarlo de nuevo y se encontró con la bella sonrisa que Andy le dedicaba, se veía angelical y el simplemente quería comérselo a besos. El rubio quería lo mismo, así que tomo la iniciativa.

Después de todo había sido una buena cita.


Mientras tanto Bill y Tom se sonreían mutuamente. Ambos estaban muy felices, bajo el cielo estrellado que los cobijaba, sus corazones latían más rápido que de lo nunca en sus vidas lo habían hecho.

Tom seguía sosteniéndolo entre sus brazos, y ahora no había otro lugar en el que él pelinegro quisiera estar. Sus cuerpos encajaban a la perfección, no había más.

—¿Y ahora que pasara con nosotros? —pregunto Tom sin querer hacerlo, tal vez el pelinegro se arrepentiría de lo que había hecho, y eso le rompería el corazón.

—Nada. —dijo un poco más serio, mirando la ciudad.

—¿Cómo? ¿entonces porque me has besado? ¿no sentiste nada?—pregunto un Tom confuso y dolido.

—Sí. —Bill solo contestaba monosílabos y eso le molestaba.

—¿Entonces?

—Te besé porque quise, pero sé que está mal, no puedo hacer esto y prometo que no volverá a suceder —lo miro a los ojos y se separo de el abrazo— perdón por hacerlo, en verdad quiero que seamos amigos. —Tom asintió, sabía que si se ponía a alegarle al pelinegro tendría todas las de perder. — Tengo novio y ahora mismo me siento una completa mierda por sentir esto estando aquí  contigo.

—¿Y qué es lo que sientes? —pregunto el chico de trenzas interesado por la respuesta que el otro le daría.

—Esas estúpidas mariposas de antes, al parecer nunca desaparecieron. —dijo sincero. Tom se sintió feliz, Bill prácticamente le estaba diciendo que aún lo quería, aunque no con esas palabras exactamente, pero lo hacía.

—¿Sabes que lucharé por ti cierto? —le sonrió un poco.

—¿Qué es lo que quieres de mi? —le contesto el pelinegro, sabía que se estaba yendo por la tangente, pero no podía evitar hacerlo. Él sabía perfectamente que Tom lucharía por él, y tenía miedo a caer de nuevo ante sus encantos, tenía miedo de lo que él mismo pudiera a llegar a sentir de nuevo teniéndolo cerca.

—Todo lo que quiero es a ti —le dijo con tono seguro— te traeré de vuelta a mí, como siempre debió haber sido.

Bill, pesé a que no quería sonreír, lo hizo. Le había encantado que se lo dijera, que fuera sincero con él.

—No será fácil. —replico el pelinegro.

—Lo sé, pero me esforzaré.

Una parte de él quería seguir besando a Tom, sin pensar en el daño que le haría a Jared cuando se enterará, pero simplemente su moral no se lo permitía, Jared se había portado tan bien con él todo esté tiempo, lo había cuidado y le había ayudado a sentirse mejor, que ahora pagarle con esa moneda sería totalmente desagradecido de su parte.

Era un mal novio, el peor de todos.

Jared era un ángel, Thomas el demonio, y él un completo idiota que no había pensado las cosas antes de actuar, antes de besarlo. O al menos eso pensaba ahora, que era completamente ingenuo a lo que su novio hacía cuando se sentía solo, o mejor dicho, a quién recurría.

Ese beso, había provocado millones de sensaciones en su interior, no quería parar, pero tuvo que hacerlo cuando la imagen de su novio perforo sus entrañas, haciéndolo caer en cuenta de que estaba mal lo que hacía.

Tom vio que el pelinegro se había sumergido de pronto en sus pensamientos, así que decidió que ya era hora de irse, la madrugada estaba por llegar, y el frió sería aún más fuerte, no quería que Bill se enfermara.

—Supongo que es hora de que me valla. —Bill quería gritarle que no, que quería seguir ahí con él, no quería acabar con ese momento, pero sabía que tarde o temprano Tom se tendría que ir, así que no le quedó más que aceptar.


—Sí, supongo que nos vemos mañana.

—Supones bien, mañana empezaré a trabajar en la empresa.

Bill asintió de nuevo, estaban en silencio, pero no era uno incomodo, ambos miraban al contrario, simplemente no podían dejar de hacerlo. Tom quería besarle de nuevo, pero no lo haría.

Se levanto de su lugar, y Bill lo miro desde el suelo, odiaba tener que dejarlo marchar, se odiaba a sí mismo por ser tan cobarde para detenerlo, pero no solo era él, también tenía que pensar en Jared.

Tom se agacho hasta quedar a su altura, y tomando a Bill por sorpresa, le dio un dulce beso en la mejilla, muy cerca de los labios, es más, hasta podía asegurar que había sentido sus labios sobre los de él de nuevo.

Se marcho y Bill se quedó ahí unos minutos más, se sentía tan bien el probar sus labios de nuevo, suponía que eran como droga y él era un jodido adicto que estaba más que contento por haber recibido un poco de esa dosis diaria que le había hecho falta todos estos años.  

Toco sus labios con su mano derecha y no pudo evitar sonreír ante lo que el chico de trenzas le había dicho.

“—Todo lo que quiero es a ti, te traeré de vuelta a mí, como siempre debió haber sido.”

Recordó el horóscopo que había leído días atrás en el parque, cuando había visto a Thomas por primera vez después de tanto tiempo, y decidió que el horóscopo tenía razón. Él estaba dispuesto a dejar que Tom hiciera cambios en su vida, tal vez se arrepentiría de nuevo, pero por esa noche así lo había decidido.

Tráeme de vuelta, estés donde estés, todo lo que quiero es a ti…


martes, 28 de agosto de 2012

All that i want is you...

CAPITULO 30: Nunca aprenderemos.



Bill estaba en estado de shock, no podía creer que el pretendiente de su amigo fuera justamente George, su compañero de trabajo, y peor aún, primo de Tom.

Seguía igual de atractivo como cuando lo dejo en Alemania, ¡no! ¡estaba aún más guapo!, aún conservaba sus antiguas trenzas, esas que tanto le gustaba tomar entre sus dedos mientras se besaban, el piercing en el labio, con el que jugaban entre beso y beso cada que podían.

Tanto que había querido evitarlo, y ahí estaba frente a él, perdiéndose  uno en la mirada del contrario. Su corazón latía tan rápido que creía que se le saldría del pecho por la boca.

George lo noto, y aunque no quisiera romper ese mágico momento, tuvo que hacerlo ya que vio a Andreas detrás de Bill.

—¿Podemos pasar? —pregunto George al pelinegro.

—Cla… claro. —contesto Bill. Tenía ganas de gritarle a ambos que mierda hacían ahí, pero eso era más que obvio. George era el pretendiente de Andreas, su amigo lo quería y tendría que aprender a vivir con Tom apareciéndose por todos lados.

Entraron al departamento, el chico de trenzas iba atrás de su primo y Andreas se quedo de piedra al ver a Tom ahí.

Tom ni siquiera había notado su presencia, seguía viendo a Bill que estaba parado a un lado de la puerta, tratando de acomodar sus ideas y pensar con claridad, no le quería arruinar la noche a su amigo con sus problemas del pasado, así que intentaría fingir que todo estaba bien, y que no estaba sintiendo esas millones de mariposas en sus entrañas.

—¡Hola!  —saludo el chico de risos color chocolate a el rubio, acercándose a él para darle un beso en la mejilla, pero este no dejaba de ver a Thomas ¿Qué hacía él ahí?

George supuso que al Bill ser ex novio de Tom y Andreas mejor amigo de Bill, se conocerían, por lo tanto solo quedaba aclarar su parentesco.

—Él es mi primo Tom, viene de Alemania. —se haría el tonto, quería escuchar la versión que el rubio le daría de su primo.

—Sí, bueno, ya nos conocemos. —fue lo único que dijo. George no le pregunto nada, y eso se le hizo raro, ya que alguna otra persona le habría preguntado de donde le conocía a su primo, pero George era demasiado raro, así que no se le haría extraña su falta de interés en el asunto.

Tom por fin le miro a Andreas y le sonrió, el rubio le sonrió de vuelta, no quería portarse grosero aunque para él el trenzado se lo merecía.

Andreas miro hacia donde estaba Bill, y vio que este no se quería ni mover de su lugar. Era como si quisiese que la tierra lo tragase.

—Bill ven, te quiero presentar a…

—Lo conozco, el es mi compañero de trabajo. —le interrumpió Bill antes de que terminara de hablar. George le dedico una gran sonrisa.

—¿Enserio? —pregunto Andy, el mundo en verdad que era pequeño.

—Sí, llevamos ya un tiempo trabajando en la misma empresa. —intervino George. No sabía porque pero todo se le hacía tan divertido, ver la cara que Bill y Andreas tenían era todo un poema.

—¿Y porque no me lo habías dicho Bill?  — le susurro a Bill débilmente.  

—¿Cómo iba a saber yo que tu George era mi compañero de trabajo? hay tantos que podría ser cualquier otro. —le contesto Bill de la misma forma.

Se estaba mareando con todo, era mucho para él volver a ver a Tom y saber que Jared estaba a solo unos cuantos metros de ellos.

Andreas estaba preocupado y feliz a la vez. Preocupado porque sabía que Jared estaba ahí y no quería que se armara un escándalo entre Tom y el ojiazul. Pero por otro lado estaba feliz porque George estaba ahí, con él, y lo que nunca hubiera pensado, era primo de Tom.

Miro a Tom por unos segundos y observo cómo este miraba a Bill, era como si el pelinegro fuera su todo, como si estuviera viendo a un ángel, lo miraba embelesado y Bill se rehusaba a alzar la cabeza, sus mejillas tenían un color carmesí que era encantador.

Él, a diferencia de Bill, era mucho de creer que si la vida te reúne con una persona de tu pasado, es por algo. Y si ese algo era que Bill y Tom estuvieran juntos de nuevo para ser felices, él haría lo que fuera. Quería mucho a Jared sí, pero nada comparado con lo que quería Bill y estaba dispuesto a hacer por él.

—Con permiso, voy a la cocina. —ya no lo soportaba más, sabía que sus mejillas estaba sonrojadas y no quería que los presentes pensaran cosas que no eran.

El pelinegro se dirigió hacia el pasillo que daba para la cocina, quería echarse un poco de agua para refrescarse, pero en su intento, Thomas se puso en su camino.

—Hola… —dijo débilmente, era como si tuviera miedo a que Bill lo rechazará, y así era, lo tenía, tenía tanto miedo de que Bill le reprochara el pasado.

Su frente comenzó a sudar, y eso que estaban a 0°C, ya que hacía mucho frió en esos días, pero la sola presencia de Tom frente a él lo ponía nervioso, no quería perder el control y caer de nuevo, se veía tan vulnerable ante él, no quería, se rehusaba a volver a tropezar con la misma piedra.

Justo cuando iba a contestarle un simple “hola” y huir de ahí lo más pronto posible, Jared salió de la cocina.

—Hey, porque no me dicen que el invitado ya lle…—no pudo terminar la frase, frunció el seño, estaba muy ofuscado ¿Qué mierda hacia ese hijo de puta ahí? ¿acaso era una pesadilla? ¿una puta broma de mal gusto? ¡no! ¡no lo era! Tom estaba ahí y estaba justo frente a Bill.

Bill se alejo rápidamente de Tom y se puso lo más alejado de Jared y su ex novio, el ojiazul enojado por esta acción, fue hasta él y tomo de la mano al pelinegro. Bill miró a cualquier lugar, menos a Tom.

El trenzado cerró sus puños. Estaba tan molesto con Bill ¿Por qué rayos seguía siendo novio de ese intento de rockero fallido? pero sobre todo estaba enojado con él mismo, por haber sido tan imbécil, Bill no tenía la culpa de nada.

Mientras tanto George trataba entender todo, suponía que el chico que había salido de la cocina instantes atrás era el novio de Bill, el tal Jared del que Tom le había hablado, al que tanto odiaba por haberse aparecido entre el pelinegro y él. Aunque una parte, una pequeña parte guardada muy en el fondo de su corazón, estaba agradecida con él, ya que Jared no había dejado que Bill se hundiera en el fango en el que él lo había dejado.

Andreas vio la tención que se había formado de repente y decidió hacer acto de presencia.

—Jared, el es George, el amigo del que te hablé. —Jared sonrió, el tampoco quería arruinarle la cita a Andreas, sabía lo mucho que el chico le gustaba y no haría nada para arruinarlo. Bill era suyo, además estaba seguro que su novio seguía teniendo resentimiento hacia Tom.

George y Jared se saludaron, tuvo que soltar la mano de Bill para poder hacerlo.

“Jodido traidor” pensó Tom cuando vio como ambos chicos de ojos azules se saludaban amistosamente.

—Eh oído hablar mucho de ti George. —le dijo Jared amistosamente.

—Oh ¿enserio? —volteo a ver a Andreas y vio el sonrojo que inundaba sus mejillas, se veía tan adorable, que hasta le daban ganas de correr y apretárselas, o mejor aún, besárselas.

—Sí —se volteo rápidamente y miro a Tom —creí que nunca más te volvería a ver. —le dijo despectivo, en su voz se notaba la irá acumulada que trataba de tragarse lo más que podía.

—Sí, bueno, es una verdadera lástima que tu gran sueño no se haya cumplido.  —le contesto Tom un tanto burlón, y con esa sonrisa que al pelinegro le ponía los nervios de punta y a Jared solo le hacía rabiar. Aún seguía conservando su carácter, el no se dejaría de nadie, mucho menos del intento de rockero fallido como él le llamaba.

Ahora solo había una persona que podía con él, y esa persona parecía querer desaparecer de ahí en ese mismo instante.

Jared tomo a Bill por la cintura, solo para cabrear más a Tom, podía ver el amor con el que lo miraba.  Bill hizo el intento de zafarse pero el ojiazul no lo dejo.

—Pasemos a la mesa, o la comida se enfriará. —habló por fin Bill logrando deshacer el abrazo y jalando a Jared de la mano.

—Sí, vamos. —contesto George en un intento de que la situación no se pusiera fea.

Andreas, George y Tom caminaron hacia el comedor, Bill iba a hacer lo mismo, pero antes de que tan siquiera lograra dar un paso, Jared lo jalo hacia el baño de la casa, que estaba retirado del comedor.

—¿Me puedes decir que mierda hace el aquí?  —le miro furioso y apretó al pelinegro del agarre que mantenía en su hombro izquierdo, Bill frunció el seño, no dejaría que Jared, por más su novio que fuera, le tratara de esa forma.

—¡Suéltame que me lastimas idiota! —le contesto enojado —yo no sé que hace aquí, créeme que estoy igual de sorprendido que tú.

—¿Cómo no lo ibas a saber? ¿Qué no dijiste que ese tal George era tu compañero de trabajo? — grito.

—Sí, pero yo no había visto a Tom, —mintió— no vivo al pendiente de la vida de George como para saber quien llega a su casa o no, además yo no sabía ni que George era antes de que llegara, hay millones de personas en el mundo con ese puto nombre, así que no me vengas a joder.

Jared no le creía nada, pero haría como que lo hacía, no quería estar peleado con Bill ya que ese sería solo un punto a favor de Thomas, ahora tenía que estar más cerca de su novio que nunca, no quería perderlo.

Bill salió del baño enojado con su novio, y Jared lo siguió rápidamente tomando su mano de nuevo.

—Te creo. —le dijo ahora más tranquilo y se la beso.

Entraron a la habitación del departamento donde se encontraba el comedor y vieron como ya estaban todos sentados esperándoles.

Cuando llegaron Andreas platicaba amenamente con George y Tom.

—Sí, y hubieras visto como estaba de rojo cuando hablaba contigo, parecía que se había tomado litros de kétchup y toda se hubiera quedado en su cara. —le contaba Tom a Andreas divertido, burlándose de su primo. 

George le golpeó a modo de juego.

—Claro que no, yo no soy así.

—No lo quiere admitir, es eso. —todos reían divertidos, incluso el objeto de burla de Tom.

Andreas estaba sentado en el extremo de en medio de la mesa y George estaba a su lado izquierdo, Tom se encontraba al lado de su primo. Jared se sentó al lado derecho de el rubio, por lo tanto a Bill le tocaba la silla de al lado de su novio, justo enfrente de Tom.

Pasaron los minutos y solo hablaban de cosas triviales mientras comían, el pulpo Paul era tema de controversia para ellos, nada en particular, pero al parecer Andreas y George estaban pasando un buen rato, al fin y al cabo, eso era de lo que se trataba.

La mirada de Tom junto con la de Bill se conectaron, haciendo que los antiguos amantes sintieran millones de esas mariposas de las que tanto hablaba la gente, en sus estómagos. Bill se sonrojo y Tom sonrió débilmente, el novio del pelinegro observaba todo.

Siguieron platicando, pero Bill no decía ni comía nada, solo se limitaba a jugar con la comida de su plato, estaba tan sumergido en sus pensamientos que ni siquiera se daba cuenta de que Jared y Tom observaban cada uno de sus movimientos.

Jared observo cómo miraba a su novio, y decidió hacer algo al respecto.

—Y dime Tom —el nombrado le miro, Bill salió del trance en el que se encontraba y miro a su novio— ¿lograste acabar la preparatoria o vienes a conseguir el sueño americano? —comento despectivo, quería rebajar a Tom lo más que pudiera, hacerle saber a Bill que él siempre sería una mejor opción, no como ese trenzado.

Tomo nuevamente la mano de Bill sobre la mesa y la acarició con su dedo pulgar, pudo notar como Tom apretaba los nudillos tratando de controlarse, y se sintió satisfecho de haber logrado la reacción que él quería que sintiera.

Bill no soportaba el ambiente que se había formado, quería irse de ahí lo más rápido que sus pies le permitieran, ¿pero a donde lo haría? esa era su casa; solo le quedaba una opción… ser fuerte.

—La acabe para sorpresa de muchos, y ahora por eso vengo, porque conseguí trabajo en la empresa donde trabaja mi primo y… y Bill.

Eso le cayó como un balde de agua fría al ojiazul, él no sabía que Bill y Tom estarían trabajando juntos.  Eso era inaceptable, no podía siquiera soportar la idea de que su novio estuviera cerca de Tom 30 segundos, menos una jornada de trabajo entera, en la que él no estaría para vigilarlos.

¿Qué si confiaba en Bill? No, no lo hacía en absoluto, sabía que el pelinegro seguía demasiado enamorado de su primer amor, aunque se negara a aceptarlo.

—¿Cómo está eso de que vas a trabajar en la misma empresa que Bill? —le pregunto a su rival, sentía que le explotaría la cabeza de toda la rabia acumulada que tenía.

—Sí, como lo oyes, George me ayudo a conseguir trabajo ahí, me lo dieron y pues heme aquí. —trato de sonar lo más natural posible.

—¡No puede ser! ¡Estoy seguro de que tú sabías esto y me lo has ocultado todo este tiempo!—grito furioso a Bill parándose de su asiento.

El pelinegro estaba demasiado apenado por  todo el drama que estaba armando Jared, pobre de su amigo, no se merecía que su cena se convirtiera en esa broma de mal gusto.

—¡No le levantes la voz! —le grito de vuelta Tom.

—¡Yo me puedo defender solo, gracias! —le dijo Bill a su ex novio, era cruel, pero no quería que se tomara atrevimientos que no le correspondían en lo absoluto.

—Dime ¿me has estado viendo la cara de imbécil todo este tiempo?

—No, y me ofende que pienses así de mí, pero no es el momento ni el lugar para aclarar esto, así que por favor retírate ahora mismo o podemos decir cosas de las que nos podemos arrepentir. —dijo serio.

Andreas y George solo miraban la escena que esos tres se montaban desde sus lugares, ninguno quería meter su cuchara donde no debían.

—Entiendo,  entonces me largo, ahora veo que el único estúpido aquí soy yo. —sus ojos se cristalizaron, tenía mucha rabia contenida, pero odiaba pelear de esa forma con su novio, la verdad era que nunca habían llegado a tanto.

—Eso es porque eres el único que está actuando como uno. —hablo el pelinegro débilmente.

Jared miro a Tom por última vez y luego de nuevo a Bill. Emprendió camino hacia la puerta de salida del departamento.

—Perdón. —fue lo único que dijo mientras pasaba al lado de donde estaba sentado Andreas y salió sin más.

Los segundos pasaron lento y un silencio sepulcral invadió la estancia. Todos miraban a Bill, que tenía un semblante devastador.

—Lo siento mucho chicos. —se disculpo con su mejor amigo y su cita.

Bill no pudo más y decidió hacer lo que mejor sabía, huir.

Salió del departamento y subió rápidamente las escaleras que dirigían a la terraza del edificio donde este se encontraba, solo quería aislarse del mundo y pensar por un momento. Solo por un momento olvidarse de todos sus problemas, confusiones, sentimientos.

Se sentó en el frió piso y se puso a admirar la ciudad tras sus ojos llorosos.  En todo el tiempo que había pasado con su novio le había tomado cariño, ahora le dolía que Jared lo tratara de esa forma, que le hiciera sentir como si le hubiera traicionado, lo cual no era así.


Pero también estaba él, y le dolía aún más saber que seguía siendo el mismo tonto enamorado de antes, tenía tanto miedo de no poder ser lo suficientemente fuerte como para alejarse de él, tanto que hasta quería regresar a Alemania de nuevo, pero no, ya no era el mismo chico con el corazón roto de 17 años, y tenía que aprender a enfrentar sus problemas como el hombre en el que ahora se había convertido.

Trato de secar las lágrimas que descendían por su rostro, pero simplemente volvían a salir más y más de los mismos, como si de una cascada se tratase.

De repente escucho unos pasos detrás suyo, el se encontraba de espaldas a la puerta de las escaleras, por lo tanto no podía ver quién era, pero podía deducir que se trataba de Andreas que iba a su rescate, como la mayoría de las veces en las que se sentía triste.

—No era mi intención que pelearas con él, —oyó una voz ronca a sus espaldas, esa voz que aún le lograba poner los cabellos de punta sin siquiera desearlo—. no estaba en mis planes encontrarte de nuevo, pero estoy agradecido de hacerlo.

Tom se sentó a su lado, y Bill le miro aún con los ojos llorosos.

—No es tu culpa, supongo que solo era cuestión de tiempo. —dijo triste mirando las luces de la ciudad, su vida amorosa cada vez iba de mal en peor, jodido Cupido, le podían dar por culo al muy cabrón.

—Creo que no debí de haber venido, créeme que no te quería causar problemas, ya suficientes te di antes. —bajo la cabeza apenado.

—Está bien, tú no sabías que yo estaría aquí así como yo no lo sabía, supongo que fue la suerte, destino, el karma tal vez… —se   encogió de hombros y sus miradas se encontraron, Bill le sonreía amargamente.

—Sé que me dirás que no pero… quiero que seamos amigos, ¿será posible? —Tom lo veía llorar en silencio, no lo quería confundir más insinuándosele, así que lo mejor que podía hacer por él era pedirle eso, era mejor eso a nada y alejar más a Bill.

—Supongo, solo olvidemos el pasado y tratemos de ser amigos, eso estaría bien. —le sonrió a lo que Tom hizo lo mismo.

Y de nuevo bajaba todos sus escudos frente a él, esos escudos que le había llevado años formar, ahora se iban a la mismísima mierda.

No quería seguir huyendo de él, estaba harto de eso, además era mejor tratarse como amigos ya que andarían en el mismo ambiente laboral, y sería muy incomodo seguir como lo hacían hasta ahora. El pelinegro sabía que eso molestaría a su novio ¿pero qué más daba? Aunque no fueran amigos, de todos modos él se seguiría molestando por el simple hecho de saber que trabajarían juntos.

—¿Te molesta mi presencia aquí? —pregunto Tom mirándolo directamente a los ojos. Bill no lo miraba, solo veía ningún punto en especial de la bella vista que tenían desde ahí arriba. Vahó debido al frió era desprendido de sus bocas cada vez que hablaban, haciendo que por la cercanía, esa especie de humo que ambos desprendían se mezclara uno con el otro, como si fueran uno solo.

—Sí. —contesto el pelinegro sin más.

—Entiendo.  —Thomas estaba dispuesto a pararse e irse de ahí, pero de repente Bill hablo de nuevo.

—Pero por alguna extraña razón no quiero que te vayas.

Entonces dejándose llevar por lo que su corazón quería en esos instantes, besó los labios del trenzado, el cual se había sorprendido ante semejante acción, pero que inmediatamente le siguió besando con más ahínco, cobijándolo con sus fuertes brazos de ese frió desgarrador, pero que era testigo de ese dulce y ansiado beso, cargado de amor y sentimientos reprimidos.

Podrían cometer mil errores, pero ellos nunca aprenderían.