Hola a todos, sé que me consideran una ingrata total porque me tardé DOS AÑOS para actualizar ésta historia, pero simplemente la inspiración no llegaba, y cuando llegaba, no tenía tiempo de plasmarlo. Pero despreocúpense que esa etapa de retraso ya pasó, y ahora estoy enfocada en terminar todas y cada una de mis historias, incluida ésta que es mi bebé.
Espero que éste capítulo taaaan esperado les sea de su agrado, y de ser así que me lo digan en un comentario. ¡Muchas gracias por seguir aquí todos estos años! Esto ya casi concluye así que disfrútenlo.
CAPÍTULO 44: No todo es color rosa.
La imagen NO me pertenece, sino a su respectiva autora, la historia sí. |
Personas más felices en el mundo no
podía haber en ese mismo momento, Tom y Bill se sentían muy afortunados ante la
espera de su bebé, no podían creer que la vida les diera esa oportunidad tan
inigualable de ser papás.
No era normal que un niño tuviera dos
padres, mucho menos que éste mismo naciera de uno de ellos, eso lo sabían de
sobra, pero ellos estaban más que dispuestos a enfrentar al mundo entero de ser
necesario; además no estaban solos, tenían a su familia que los apoyaba y a sus
fieles amigos, y muy pronto lo embarazos masculinos serían bien vistos ya que
muchas parejas de homosexuales los estaban probando, trayendo a niños
perfectamente sanos al mundo sin complicaciones.
¡Que se jodiera la puta lógica!, ¡que
se jodieran todos los que estuvieran en contra de ese tipo de avances en la
medicina!, ellos iban a ser papás de un hermoso bebé y esa era su mayor
felicidades ese momento, lo único que en realidad importaba.
Un hermoso y feliz pelinegro de casi
ocho meses de embarazo ya sentía que no podía más con su espalda, sus pies
hinchados y su excesiva sensibilidad ante todo, pero no podía ser más dichoso
por tener a un hombre a su lado que lo amaba con todo su corazón y que además
lo cuidaba a sobre manera y lo consentía en todos sus antojos. Bill había
subido alrededor de diez kilos con su embarazo, ninguno de sus antiguos
pantalones le quedaba más y Tom siempre se reía tiernamente de eso.
Los meses habían pasado con demasiada
rapidez para todos, el pelinegro y su amado Tom estaban más juntos y enamorados
que nunca, simplemente el embarazo de Bill había llegado a reforzar aún más ese
amor que por años había vivido y sobrevivido dentro de ellos. Lo mismo se podía decir de George y Andreas,
los cuales habían empezado una relación meses atrás que poco a poco se había
vuelto formal, ambos estaban locos el uno por el otro y Bill no podía estar más
feliz por su amigo ya que George era su tal para cual, la parte que
complementaba a su alocado y rubio amigo Andreas. Ahora eran una gran familia
entre ellos cuatro y se protegían como tal, de igual manera lo harían con el
nuevo bebito que estaba a pocas semanas de nacer.
En ese mismo momento se encontraban
en el centro comercial, Bill y Tom andaban comprando ropita para su bebé y
artículos para decorar su habitación. Tendrían una niña, cuando el ginecólogo
les había dicho eso en una consulta a la que habían ido Tom no pudo contenerse
y evitar llorar de la emoción, a lo que el pelinegro le siguió, en parte porque
por cualquier cosa lloraba y en segunda porque ver a Tom así de emocionado por
ese ser que era tan suyo lo hacía ponerse más sentimental aún.
Antes de que el ginecólogo les dijera
que era niña, Bill podía jurar que sería niño, ya hasta lo había llamado
Dorian, pero el destino, Dios o lo que fuera les iba a enviar a una niña e
igual estaba emocionado, aunque suponía que sería mucho más difícil cuidar de
una “ella”, ya que ambos eran hombres y habían muchas cosas que no sabían, como
por ejemplo ¿qué harían cuando le viniera su periodo? Ellos no sabían mucho del
tema y los aterraba; ¿qué harían cuando un canalla le rompiera el corazón?
Seguro que Tom y George le irían a romper la cara al bastardo. Tenían muchas
dudas y miedos, pero poco a poco lo iban enfrentando día con día.
—¿Qué te
parece este vestidito para ella? Yo pienso que se verá mu mona —dijo Tom con
una enorme sonrisa en el rostro mientras levantaba el vestidito para que Bill
lo viera.
—¿Es en
serio Thomas? —Bill lo miró con reprobación pero divertido. —No le pondré eso a
mi hija, se verá muy anticuada, ella siempre estará a la moda.
—Y por
esa misma razón los “tipitos” andarán alrededor de ella cuando crezca, pero te
juro que se los voy a espantar. —declaró Tom con un poco de enojo en su voz.
—Aún no
nace y ya le quieres espantar los novios —Bill comenzó a reír.
—Sí, y
su tío George me ayudará.
—Pobre
niña, primero déjala nacer, que crezca y ya luego te encargas de eso… —le dijo
mientras seguía viendo ropita para la bebé. —Además, ¿qué tal que lo que le
gustan sean las niñas y no los niños? A ellas no se las podrás espantar —dijo
riendo.
—No,
pero al menos las niñas son más sensibles y habrá menos posibilidades de que le
rompan el corazón. —Tom dejó el vestidito “anticuado” sobre el tubo de ropa en
el que lo había encontrado y siguió viendo más ropa. —¿Este si te gusta? Porque
a mí me encanta, aunque a ti no te guste yo se lo compro y se lo pongo.
—Wow,
está muy bonito Tom. — el trenzado le mostraba un bonito vestido de terciopelo
en color blanco con un gran moño en la parte de atrás y un listón que iba en la
cintura en la parte de enfrente, un sueño de vestido. —¿Para cuántos meses es?
—¿Cómo
es eso? ¿qué no le queda todo? —preguntó consternado.
—¡No
Tom! Para los bebés también hay tallas y son de acuerdo a la edad del bebé. —Bill
lo miraba como quién no cree la cosa, pero a la vez se le hacía tierno que Tom
no supiera ese simple detalle, esa era una simple muestra de lo inexpertos que
eran ambos en el tema, pero aún más Tom, y éste se esforzaba demasiado por su
niña.
—Pues
dice que es para doce meses… —dijo mientras leía la etiqueta que traía el
vestidito. —Espera, ¿eso significa que le quedará hasta que cumpla un año de
edad? —Bill asintió muy sonriente. —¡Qué mieeeeeerda! No quiero esperar un año
entero para vérselo puesto, seguro nacerá grandota como sus papás y no será
tanto tiempo de espera. —exclamó orgullloso. Bill se acercó lentamente a donde
su pareja estaba y lo besó dulcemente en los labios.
—Me
encantas, ¿sabías? —Tom asintió. —Amo la manera en que hablas de nuestra
bebesita, seguro serás el mejor papi del mundo y cuidarás a tu pequeña
princesa. —y lo volvió a besar.
—¿Cómo
no amarla si es producto de nuestro amor, de toda la pasión que siento por ti? —comentó
el trenzado contra los labios del pelinegro, acercándose más hasta darle otro
dulce beso de nuevo.
Estaban
ensimismados en su mundo cuando de repente escucharon a un pareja heterosexual
de aproximadamente unos cuarenta y tantos hablar.
—¡QUÉ
ASCO DE GENTE EXHIBICIONISTA! ¡Eso que traes adentro no es normal, Dios hizo a
la mujer y al hombre, y a la mujer para tener hijos! ¡Qué repulsiva esa cosa
que traes dentro! —gritó la señora, Tom y Bill voltearon de inmediato a verla.
—¡¿CÓMO
CARAJO FUE QUE LE LLAMASTE A MI HIJA, ESTÚPIDA?! —gritó Bill de vuelta, acción
que no esperaba el pelinegro ya que por lo regular el Bill que había conocido
en Alemania se habría echado a llorar por esa fuerte ofensa. Estar embarazado
definitivamente le hacía sacar un Bill que no conocía.
—¡ES UNA
COSA REPULSIVA ESA COSA QUE TRAES DENTRO! —debido a los gritos la seguridad del
centro comercial se abrió paso hacia donde estaba toda la acción. Muchas
personas que se encontraban en la tienda miraban atentos la escena, algunos a
favor de la señora y otros, la gran mayoría, totalmente en contra.
—¿Qué
pasa aquí? —preguntó un guardia de seguridad del lugar.
—¡TE VOY
A ROMPER LA CARA! —gritó Bill tratando de abalanzarse en contra de la señora,
pero Tom lo detuvo fuertemente en el intento de la cintura, no quería que Bill
saliera lastimado o le pasara algo al bebé, tenía que sacarlo de ahí lo antes
posible. —¡SUELTAME TOM, YO LA AHORCO!
—Oficial,
esta señora vino a insultarnos sin motivo alguno, ninguno le ha hecho nada. —habló
por fin el trenzado. —Nosotros estábamos aquí tranquilos viendo la ropa y llegó
ella a gritar cosas ofensivas en contra nuestra y nuestro bebé.
—¿Eso es
cierto? —preguntó el guardia de seguridad a la señora.
—¿Acaso
no ve oficial? Son unos anormales, y no está bien que se estén besando en un
lugar tan público, hay niños en todos lados y ven sus depravaciones. —dijo
seriamente la mujer, su pareja no hablaba, parecía muy apenado por lo sucedido.
—Ya
vámonos de aquí, no sé por qué haces estas cosas —habló el acompañante de la
señora.
—¿Me
estás contradiciendo? —preguntó indignada a su pareja.
—Más le
vale que le haga caso a su esposo, señora. Estos chicos no están haciendo nada
malo y la que podría tener consecuencias por este comportamiento es usted, así
que la invito cortésmente a que pase a retirarse. —dijo el oficial seria y
educadamente.
—¡Sí,
más vale que se vaya o no se las acabará conmigo! —exclamó Bill mirándola con
odio, se la quería tragar ahí mismo, no podía creer que en pleno siglo XXI
siguiera habiendo personas tan intolerantes y cerradas, ¿a qué clase de mundo
llegaría su hija?
—Ya
amor, tranquilo… —trató de calmarlo el trenzado.
—Es
mejor que se lo lleve de aquí a que se relaje —le dijo a Thomas a lo que éste
asintió. —Y usted deberá dejarlos en paz e irse de aquí a menos que quiera
enfrentar cargos por alterar el orden público del lugar. A regañadientes y muy
molesta la señora se fue del lugar, no sin antes que su acompañante le pidiera
disculpas a Bill y Tom cuando había pasado a su lado.
—Gracias
oficial —agradeció Bill una vez que la señora se había ido.
—Por
nada, era mi deber. —le dijo sonriente y se marchó del lugar.
Bill se
volteó a ver a Tom, ahora que todo había pasado le había entrado el
sentimiento, el miedo a que su hija fuera víctima de abusos por parte de otras
personas por tener dos padres, y peor aún, por nacer de uno de estos.
—¿Qué
pasará con ella cuando tenga que toparse con gente así de mala e intolerante? —le
preguntó preocupado con lágrimas en los ojos.
—Tranquilo
Billy, las personas actúan así porque tienen miedo a lo desconocido. —trató de
explicarle.
—Pero le
podrían hacer daño con esas palabras tan horribles que dicen.
—Puede
ser, pero ella no solo será bella, la educaremos de la mejor manera posible
para que sea fuerte y que sea sumamente inteligente para darse cuenta que a
comentarios así de estúpidos son a los que no debe de hacerle caso. —dijo
mientras traía a Bill hacia sí y lo abrazaba por la cintura, el pelinegro
recargó la cabeza en su pecho.
—¿Crees
que lo logremos? —preguntó consternado.
—¿En
serio lo dudas? ¡Por dios, somos los mejores padres del mundo, obvio lo
lograremos! —comentó divertido sacando su lado egocéntrico. Quizá no era el
momento, pero Bill comenzó a reír ante ese comentario.
—¡Tooooommmto
Tomy! —dijo contra sus labios y lo besó. Se separaron y Tom habló.
—Ahora
vamos a pagar toda esta ropita para la hermosa princesa que llevas dentro, ¿te
parece? —preguntó y el pelinegro asintió.
—La cuál
es muchísima —dijo Bill divertido mientras le mostraba los pequeños vestiditos,
playeritas, falditas, mamelucos, gorritos, zapatitos, chamarritas y baberos que
llevaban.
—Será la
niña más consentida del planeta, eso te lo aseguro. —le dijo mientras le
guiñaba un ojo. Definitivamente tener un bebé en esas situaciones no era lo más
fácil del mundo, pero eran felices a pesar de los contras, sabían que no todo
podía ser tan perfecto pero al menos para ellos que se amaban lo era, y cuando
llegara su bebé la felicidad iba a ser completa para ellos.
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—¿Que la
estúpida esa te dijo quéeeee? —gritó Andreas furioso.
—Sí,
dijo que Tom y yo éramos prácticamente lo peor que había pisado el mundo y que
nuestro bebé sería un anormal. —contestó el pelinegro avivando el enojo del
rubio.
—¡Cómo
no estuve ahí! Me iba sobre ella y la abofeteaba para que aprendiera a
respetar, ¡cara le iba a hacer falta a la estúpida! —George lo miraba divertido
desde el mueble en el que estaba sentado.
—No te
preocupes Andy, que Bill casi casi hace eso —comentó y Bill lo miró satisfecho.
—Era lo
mínimo que se merecía, lástima que me detuviste, si no te juro que le hubiera
roto la boca por hablar sin conectar la lengua a su diminuto cerebro. —comentó
orgulloso y divertido.
—Fue lo
mejor Bill, no hacerle caso a ese tipo de gente. —dijo George, al parecer eso
de la prudencia se les daba bien a él y a Tom.
—Mejor
sigue mostrándonos la ropita, el próximo fin de semana iremos George y yo a
comprarle más cositas. —dijo emocionado mientras sacaba los vestiditos de las bolsas.
—¿Más
ropa? —comentó Tom sorprendido, y es que de verdad que la bebé ya tenía
demasiada ropa que entre Bill y él le habían comprado desde que supieron el
sexo de su bebé, más ropa era casi un pecado. —¡Ni siquiera tendrá tiempo de
usarla toda porque crecerá más rápido! — exclamó riendo.
—Mira
Tom, te sientas y te callas que tú no me vas a venir a decirle que comprarle a
mi sobrinita, ¿entendiste? —todos comenzaron a reír ante este comentario, eran
una pequeña familia, pero era la familia que tendría la hermosa hija de Bill y
Tom, quizá no era la más normal de mundo, pero sabían que no le faltaría nada a
ese ser pequeñito que venía en camino, entre todos la cuidarían y la
protegerían de quien fuera porque eso es lo que hacen las familias, se protegen
de quien sea sin importar nada. Eran la familia más loca del mundo, ¿pero quién
decidía lo que era normal o no?
Gracias por llegar hasta aquí, ¿qué les pareció el capi? muy pronto tendrán más, no se preocupen que ya NO tardaré dos años en actualizar, lo prometo. Si se quieren enterar de las actualizaciones a éste blog siganme en mi Instagram, estoy como ISISPINEDACAST, ahí siempre publico cada que actualizo. Muchas gracias por leerme, saludos.