miércoles, 21 de mayo de 2014

All that I want is you...

CAPÍTULO 43: PROPUESTA.


Jared estaba muy entusiasmado y más feliz de lo habitual. Simplemente no podía comprender como había llegado a esa situación, pero toda esa felicidad era solo por causa de un chico de cabello castaño llamado Robert, su novio; y si las cosas salían bien esa noche, su futuro esposo.

Se había arreglado más cualquier día común, porque esa era la gran noche y Robert no sabía absolutamente nada. Esperaba y todo su plan resultara como lo había planeado.

Sabía que era muy rápido para pedirle matrimonio al castaño, pero también sabía que quería pasar el resto de su vida con él, cada minuto del tiempo de ser posible; lo había entendido cuando lo había visto partir en ese avión con rumbo desconocido hace casi tres meses atrás.

Se encontraba manejando en su auto rumbo a la casa de su novio, no podía esperar para verlo. Cuando llegó aparcó el auto frente a la casa de éste, bajó y tocó a la puerta. Inmediatamente salió Robert a toparlo y se dieron un casto beso en los labios.

—¡Qué hermoso novio tengo! —dijo Jared contemplándolo.                          

—Muchas gracias —contestó éste con un leve rubor en sus blancas mejillas. —Tú igual te ves muy guapo.

—Quizá, pero no más que tú. —Robert sonrió, Jared era un verdadero encanto cuando se lo proponía.

El castaño no sabía el motivo de la cena, pero tampoco quiso preguntar, suponía que solo era por el hecho de que estaban juntos y que las cosas iban muy bien entre ellos.

Jared le había contado que un par de semanas atrás había hablado con Bill sobre todo lo que había pasado entre ellos, Tom también había estado ahí y las cosas habían quedado bien entre ellos. Le explicó que Bill estaba contento de que estuviera con él y que esperaba que no le guardara rencor, porque él no lo hacía. Todo era mucho mejor ahora que podía amar a Jared libremente sin esa constante vergüenza de sentirse “el otro”, el que sobraba en la relación.

Llegaron al restaurante en el que el ojiazul había hecho las reservaciones y bajaron del auto. Inmediatamente los llevaron a la mesa que habían reservado para ellos, la cual se encontraba lejos de las demás mesas en un hermoso jardín donde brotaba agua de la fuente. Estaba iluminado por cientos de luces amarillas, era el lugar ideal para una propuesta de ese tamaño.

—Este lugar es hermoso. —comentó Robert, se veía muy emocionado y feliz.

—Lo es, al igual que tú. —Jared le dio un beso rápido y lo ayudó a sentarse.

Jared se encontraba muy nervioso aunque no lo aparentara, ¿qué tal si Robert le decía que no?, seguro que se sentiría fatal, pero bueno, seguiría junto a él a pesar de todo y no se daría por vencido nunca hasta obtener una respuesta afirmativa.

Los minutos transcurrieron y con ello el momento se iba acercando, ya todos sabían lo que tenían que hacer.

Una vez que terminaron la cena y habían procedido a degustar el postre, un hermoso perrito de pelos rubios, muy pachón y tierno se había adentrado en el lugar, llevaba un elegante moño blanco de seda amarrado al cuello, caminaba con mucha picardía. Pasó a un lado de ellos y luego se dirigió hacia la fuente que había en el lugar, simplemente era la cosa más tierna que se podía ver.

A Robert le parecía muy extraño que en un lugar tan elegante como aquel dejaran entrar a un animal, ya que en la mayoría de los lugares así no estaba permitido por cuestiones de higiene.

—¿Viste eso? —preguntó Robert con una gran sonrisa en el rostro. Amaba a todos los animales, pero simplemente los perros eran su debilidad y el ojiazul lo sabía a la perfección. —¡Es tan hermoso! No entiendo cómo lo dejaron entrar aquí.

—Si quieres ve a verlo. —dijo Jared sonriente.

—Eso haré, está divino. —Robert inmediatamente se levantó de su lugar y se dirigió hacia el animal, el cual se encontraba bebiendo agua de la fuente. Jared lo siguió de cerca, todo estaba resultando perfecto hasta el momento.

—¡Hola, preciosura! —le dijo el castaño al perrito, lo levantó con sus manos y se dio cuenta de algo. —¿Qué más tienes aquí, bonito? —El perrito no solo traía el moño amarrado al cuello, sino que de este también colgaba una ligera bolsita de terciopelo. Robert miró inmediatamente a su novio muy consternado.

—¿Qué pasa? —preguntó el ojiazul con una gran sonrisa en el rostro.

—¿Por qué trae esto amarrado? —preguntó algo confuso, no podía creer que eso en verdad era lo que estaba pensando.

—No lo sé, ábrelo y lo averiguarás. —la música que sonaba en el lugar era perfecta para la ocasión, todo parecía sacado de un cuento de hadas.

—¿Y si no es para mí?

—Algo me dice que lo es. —contestó Jared acercándose a él y dándole un tierno beso en la frente. El perrito, que aún seguía entre los brazos de Robert dio un ladrido y ambos comenzaron a reír. —Bueno, ¿qué esperas? Ábrelo.

Robert procedió a quitar la bolsita del cuello del cuello del animal y le tendió el perrito a Jared para que lo sostuviera en lo que él veía el contenido de dicha bolsita.

La desamarró y dentro de ella venía una caja de color negro. El corazón de Robert se detuvo, al parecer, si era lo que él creía. Su corazón estaba a mil, lo sentía latir tan apresuradamente que sentía que se le saldría del cuerpo y que su alma lo haría también.

Jared lo miraba fijamente a los ojos y esa sonrisa tan hermosa no podía significar otra cosa más que lo que él se estaba imaginando que contenía esa caja. La abrió cuidadosamente, sentía el corazón en la boca. Un anillo, sí, un hermoso anillo de oro era lo que sus ojos veían, era la razón por la cual su corazón se sentía estallar de la alegría y por lo cual le brotaban lágrimas de felicidad de los ojos.

Jared se acercó aún más a él con todo y perrito en mano.

—Sé que he cometido muchos errores a lo largo de mi vida, errores de los que me arrepiento sinceramente, pero de lo único que nunca me he arrepentido y nunca lo haré es de encontrarte y dejar que entraras a mi vida, —Robert se llevó una mano a la boca, se estaba conteniendo para no gritar de la emoción en ese mismo instante— y quiero que permanezcas en ella el resto de ella, quiero que estés conmigo porque te amo y porque no puedo imaginarme un mundo en el que tú no estés a mi lado, amándome y diciéndome lo idiota que soy  a veces. —tomó el anillo de adentro de la caja con la única mano que tenía disponible, bajó al perrito al piso y se arrodilló sobre una pierna, cual príncipe de cuento de hadas.

—¡Oh por Dios! —exclamó el castaño, no podía con la emoción y todo lo que estaba sintiendo al encontrarse en tan hermosa situación.

—¿Te casarías conmigo? —Jared estaba resplandeciente y muriendo de los nervios por dentro. No pasó nada de tiempo para que obtuviera una respuesta.

—¡SÍ! ¡SÍ! ¡CLARO QUE SÍ ACEPTO! —Jared se levantó inmediatamente y abrazó fuertemente a su novio, levantándolo un poco del suelo mientras lo hacía. —¡ACEPTO, ACEPTO!
Jared se separó de su ahora prometido y éste le tendió la mano para que pusiera el anillo donde debía de ir.

—Prometo hacerte el hombre más feliz del mundo. —susurró contra sus labios y después de esto lo besó inmediatamente, un beso en el que reflejaron el amor tan grande que sentían el uno por el otro.

De repente Robert sintió que algo le caminaba por los pies, era la hermosa bolita de pelos que había llevado el anillo.

—Oh, y él es tuyo. —le dijo el ojiazul.

—¿En serio? —preguntó aún más emocionado el castaño. Se inclinó un poco y recogió al perrito del suelo.

—Sí, y él tiene que estar el día de nuestra boda como lo estuvo en este momento. —Jared acarició la cabecita del nuevo miembro de la familia y este le lamió la mano.

—Por supuesto que lo hará. —afirmó el castaño con una gran sonrisa en el rostro. Esa era su familia, no podía sentirse la persona más dichosa sobre la tierra en ese momento, y todo era gracias al sonriente y guapo Jared, que había entrado en su vida como un remolino. Bendito el destino y sus planes retorcidos.


***

La sonrisa que iluminaba sus rostros era solo por una cosa, la cosa más genial de todas: SERÍAN PAPÁS.
Bill y Tom se habían comido a besos una vez que habían salido del consultorio del médico, se sentían las personas más dichosas sobre la faz de la tierra.

—Tenemos que ir a vivirnos juntos, quiero estar contigo y con mi hijo todo el tiempo. —Tom venía abrazando al futuro padre de su hijo.

—Claro que nos tenemos que ir a vivir juntos, tenemos que rentar un departamento para nosotros, aunque voy a extrañar a Andy y me va a odiar por separarlo de su sobrino.

—Puede visitarte cuando quiera, además, no falta mucho para que él también se vaya a vivir con George, su relación va muy bien por lo que he visto. —Bill asintió.

—¿Crees que George le haya dicho algo después de que le marqué para decirle que no íbamos a ir a trabajar hoy? —cuestionó.

—¿De verdad lo dudas? —preguntó sonriente. —George es una vieja chismosa, y Andy… bueno, Andy es Andy, no me sorprendería que ahorita que lleguemos a tu departamento esté brincando de felicidad. —Bill comenzó a reír.

—Tienes toda la razón. —llegaron al departamento de Bill y ambos entraron.

—¡FELICIDADES! —gritó Andreas inmediatamente después de que entró el pelinegro y el trenzado por la puerta. Abrazó al pelinegro muy contento y este le devolvió el abrazo de igual forma. El departamento estaba lleno de globos de felicitación y uno que otro de cigüeñas. Su amigo era un demente. —¡No puedo creer que no me hayas hablado para avisarme, Bill Kaulitz! —dijo haciéndose el indignado.

—Te dije que esta vieja argüendera le diría todo. —comentó Tom muy divertido refiriéndose a su primo, el cual se encontraba ahí sentado.

—¡Cállate y ven acá, futuro papá! —George lo abrazó y felicitó al igual que a Bill.

—Muchas gracias por todo esto, Andy, sabía que cuando esto pasara harías algo así, pero nunca me imaginé que en estas dimensiones. —todos comenzaron a reír.

Si de algo Bill y todos los presentes estaban seguros era de que a ese niño no le faltaría nada en el mundo, mucho menos amor por parte de todas las personas que se encontraban ahí.


***


Decirles a los papás de ambos había sido lo más difícil de todo. Días después de enterarse de la gran noticia que acontecía, Bill y Tom habían decidido avisarles a sus padres.

Con la mamá de Tom lo habían hecho por teléfono, ya que esta se encontraba en Alemania. Ella siempre había estado al tanto de que la relación de Tom con Bill se había retomado, y ahora estaba más que contenta al saber que le darían un hermoso nieto.

Con la mamá de Bill fue más de lo mismo, estaba muy feliz por la noticia. El padre de Bill no sabía cómo tomarlo al principio, y es que ¿cómo era posible que un chico pudiera tener un bebé? Era lo más loco del mundo, seguro que muchas personas con mentes cerradas los discriminarían y señalarían con el dedo por eso, pero también sabía que Bill era fuerte y que Tom estaría para apoyarlo. Su relación con Tom había mejorado, ya no lo odiaba como años atrás cuando había engañado a Bill cuando eran unos adolescentes. El padre de Bill podía ver cómo el trenzado había cambiado para bien, por eso le alegraba que su hijo y él estuvieran juntos aunque nunca lo admitiera.

Ahora solo que daba esperar al bebé, la nueva luz que llegaría a alumbrar sus días.


Perdón en verdad por la tardaza, pero tuve problemas técnicos con el blog. e_e 
Para las que tienen ask.fm y me quieran preguntar algo, lo que sea cuando estén aburridas, aquí les dejo el mio :http://ask.fm/MacPineda
Nos leemos luego. Besos.

domingo, 11 de mayo de 2014

All that I want is you...

 ¡Hola!, aquí un nuevo capítulo de la historia. Gracias por la paciencia y por su apoyo.  

CAPÍTULO 42:  CONCLUSIONES.



Últimamente el trenzado no se sentía para nada bien. Eran apenas las ocho de la mañana y sentía que iba a vomitar el pan tostado que se había comido antes de subir al auto para ir en busca de Bill, era muy extraño, por lo regular no era de estómago sensible, así que la comida nunca le hacía daño ni nada por el estilo.

Entraba a trabajar temprano, pero antes de hacerlo pasaba a recoger a Bill a su departamento como cada mañana ya que trabajaban en la misma empresa. Llevaban casi tres meses juntos y las cosas iban viento en popa entre ellos, tanto que hasta muy pronto se mudarían a vivir a un departamento ellos solos, ansiaban estar juntos a cada momento.

Llegó al departamento de Bill y se estacionó frente a su puerta, ni siquiera tuvo que sonar el claxon ya que el pelinegro que tanto amaba salió de inmediato. Bajó la ventanilla polarizada de su auto y Bill le dirigió una tierna sonrisa, simplemente se desarmaba cada que su novio hacía gestos tan simples como ese, pero que le robaban el aliento.

Subió al auto y de inmediato lo besó. El beso era lento y acompasado, ambos sabían que ninguno de los dos iría a ningún lado al que no fuera el otro.

—Llegaremos tarde, Tom…—trató de hablar el pelinegro mientras seguía pegado a los labios de Thomas.

—George es mi jefe, ¿lo olvidas? Que le den por culo al cabrón— una vez dicho esto, siguió besándolo.

—Já, Andy estará feliz de darle por culo, créeme. —ambos comenzaron a reír.

—Está bien, vámonos, solo te quería saludar como es debido. —Tom le guiñó el ojo derecho y esbozó esa sonrisa traviesa que a Bill le ponía los pelos de punta. Cuando hacía eso se parecía mucho al Tom que conocía cuatro años atrás, pero mejorado. Estar con él era simplemente mágico, todo con él valía la pena.

El trenzado arrancó el auto y emprendieron camino hacia las empresas que eran propiedad de la tía política de Tom, la mamá de George. Bill a estas alturas del partido se había dado cuenta de que el destino siempre lo llevaba hacía Tom, no importaba qué decisión tomara, acababan juntos; y lo comprobó cuando se enteró del parentesco que tenía George con Thomas, la misma empresa que lo había contratado en E.U.A. era de la familia de Tom, aunque él no lo sabía, si no él no habría aceptado el trabajo.

Qué suerte que no lo había sabido en ese entonces, de otro modo, quizá no estaría con él viviendo esa hermosa experiencia que era tenerse el uno al otro, sabiendo que el amor que se profesaban era recíproco.

—Tom—habló el pelinegro mientras iban en el auto, el aludido lo volteó a ver.

—¿Qué pasa, nene? —le echó un vistazo rápido para que Bill supiera que tenía su atención.

—Tengo hambre. —el trenzado lo miró confundido.

—¿Acaso no desayunaste?

—Sí, me comí prácticamente mi desayuno y el de Andy, pero al parecer sigo con hambre —terminó de decir y de inmediato el sonido de sus tripas gruñendo lo secundaron, ambos comenzaron a reír.

—¿Quieres que me detenga a comprarte algo? —preguntó sonriente.

—Pues ya que estás de ofrecido, tengo ganas de unos nachos con súper extra queso. —dijo Bill entusiasmado.

—Está bien, en la siguiente tienda paramos y te compro eso. —su novio asintió. A Tom se le hacía muy raro que Bill quisiera unos nachos con súper extra queso a esas horas de la mañana, aún más después de haber desayunado tanto y dejar al pobre e indefenso de Andreas descompensándose de hambre en su departamento, simplemente no era normal en Bill, él nunca tenía tanta hambre.

Llegaron a al 7/eleven y Tom estacionó el auto.

—¿Alguna otra cosa? —dijo antes de salir.

—Sí, también una malteada de chocolate, por favor. —si ya se le habían ido las náuseas, ahora habían regresado de nuevo y con más ganas, solo a Bill se le podía ocurrir comer nachos con malteada de chocolate. A pesar del malestar estomacal que sintió, no dijo nada y bajó por las cosas.

Regresó al auto una vez que había comprado lo que quería su novio, Bill lo esperaba ansioso, en verdad parecía que se podía comer un caballo en esos momentos.

—¡Yeei! —aplaudió una vez que Tom se los tendió para que los tomara. Bill se dispuso a comerlos de inmediato y sucedió lo que Tom tanto estaba conteniendo. Le vinieron arcadas de repente y tuvo que bajar corriendo de su auto e ir a vomitar donde Bill no lo viera, ya que él también era muy asqueroso en ese aspecto. Bill bajó de inmediato del auto en busca de su trenzado.

—Tom, ¿estás bien? —preguntó muy preocupado, éste le hizo un gesto con la mano para que se alejara ya que continuaba vomitando. —¡Dios!, ¿qué hago?... —decía Bill muy nervioso— ya sé, iré a traerte agua, o tardo.

Salió corriendo y entró de nuevo al 7/eleven en busca de agua, regresó de inmediato, pero Tom ya había dejado de vomitar.

—¿Cómo estás?, ¿te sientes bien? ¿te llevo con un doctor? —Tom sonrió levemente, era en parte tierno ver a Bill así de preocupado por él, hasta de su hambre se había olvidado.

—No te preocupes, estoy bien, seguro es algo que comí y me hizo daño. —le dijo para tranquilizarlo. Bill asintió.

—Está bien, pero en serio creo que debemos ir a ver un médico. —Bill le tendió el agua y Tom comenzó a enjuagarse la boca con esta.

—Yo pienso lo mismo, te he estado observando, Billy, y no se me hace normal que de un tiempo para acá estés comiendo tanto. —el pelinegro se le quedó viendo.

—¿Acaso me estás diciendo gordo, Trümper? —preguntó ofendido. Tom lo miró con los ojos entrecerrados aguantando la carcajada que quería salir de su boca.

—No, yo no…—empezó a decir entre risitas y Bill lo interrumpió.

—Sí, ahora búrlate —dio media vuelta y se encaminó de nuevo al auto, Tom lo siguió como es lógico —y yo, preocupándome por ti y tu salud, y tú me sales diciéndome que estoy engordando.

La situación era demasiado cómica, ver a Bill ofendido por algo tan simple no se veía todos los días.

—Yo nunca dije que estuvieras gordo— el trenzado lo alcanzó antes de que subiera al auto y lo abrazó, Bill se resistía y a Tom le daba más risa —solo dije que estás comiendo mucho más que antes, eso no es normal en ti.

Bill comenzó a despotricar de nuevo, pero Tom ya no lo escuchó, su cerebro o lo que tuviera ahí arriba, comenzó a sacar posibles conclusiones.

Número uno: Bill estaba ingiriendo toda la comida que podrían comer dos personas fácilmente desde hace unos días a la fecha.

Número dos: él no era de estómago sensible y minutos antes había devuelto el pan tostado que había tomado por desayuno, solo por cumplir el antojo de Bill. Ver cómo comía tan ansiosamente esos nachos le había revuelto aún más el estómago.

Número tres: últimamente estaba un poco sensible, y, a pesar de que las cosas iban muy bien entre ellos; de repente a Bill le entraban sentimentalismos con cualquier cosa que él dijera, como en ese momento, tal cual las embarazadas.

¡ESPEREN! SÍ, ¡ANTONJOS! ¡EMBARAZADAS!

Tom se llevó la mano a la cabeza de repente y una gran sonrisa iluminó su rostro.

—¿Ves? ¡ni siquiera me estás escuchando lo que te digo y todavía te ríes, pedazo de idi…!—Tom lo calló de pronto con un beso, Bill se alejó un poco de él pero de inmediato Tom unió sus labios con los de él.

—Ni creas que con un beso lo arreglas. —comentó dispuesto a subirse de nuevo al auto, pero Tom lo tomó de los hombros impidiendo que avanzara. La sonrisa no se había quitado ni un instante de su rostro.

—¡El que no quiere ver eres tú! —Bill se le quedó viendo confuso. —Piensa, tú no eres de comer tanto y solo de la noche a la mañana te podrías comer una vaca, yo vomito de repente solo por verte comer nachos y ahora tú estás más sensible que Paris Hilton en sus días. —Bill se llevó las manos a la boca, ¿acaso Tom le estaba sugiriendo lo que él estaba pensando? —además de que tú puedes embarazarte y bueno, nosotros nunca usamos protección… ya sabes —Tom lo miró divertido.

—¡DIOS! —comenzó a gritar eufórico Bill mientras daba pequeños saltitos de emoción. —¡ESTOY EMBARAZADO! ¡VAMOS A SER PAPÁS! ¡OH, DIOS!—se lanzó a los brazos de Tom y se besaron con más amor que nunca. La vida les sonreía después de tanto que habían sufrido, ahora verían su amor consolidado en una pequeña criaturita indefensa a la que ya sentían que amaban incluso antes de nacer.

—¡Te amo, Bill! Me haces el hombre más feliz de la tierra. —los ojos de Tom se llenaron de lágrimas y eso era sumamente especial ya que el trenzado casi nunca lloraba. Bill no pudo evitarlo y también resbalaron lágrimas de felicidad mientras sonreía.

—Seremos la familia más feliz de la tierra, amor. —se volvieron a besar, así se debía de sentir estar en el paraíso.                       

—Márcale a George, dile que hoy no iremos a trabajar, que primero tenemos que ver si será tío o no. —una vez dicho esto ambos subieron al automóvil y emprendieron camino hacia el consultorio del doctor que le había hecho el procedimiento para que se pudiera embarazar a Bill. 

Estaban casi seguros de que el pelinegro estaba embarazado, pero ahora querían que se los confirmaran para que su felicidad fuera completa. En el transcurso hacia el consultorio, Bill le marcó a George y le contó sus sospechas de embarazo, lo cual puso al novio de Andy muy feliz, no se quería ni imaginar cómo estaría de contento el rubio.

Una nueva etapa estaba frente a ellos, y esta vez nada los separaría, porque esta vez era para siempre.

***

—¡¿QUÉ?! ¿ES EN SERIO? ¡No juegues con eso, Geo! —dijo muy emocionado el rubio del otro lado de la línea. No habían ni pasado cinco minutos desde que Bill le había marcado a George  y este de inmediato le había marcado a su novio para decirle las buenas nuevas.

—De verdad, Bill me acaba de hablar, va de camino al consultorio de su médico para que les confirme si lo está o no, aunque ellos presienten que sí.

—Oh por dios, tengo que comprar globos de felicitación para recibir a Bill, quizá una cena, ¡qué sé yo! —Andy hablaba muy rápido, saber que su mejor amigo tendría un hijo era la mejor noticia que había recibido en mucho tiempo, ahora la felicidad de Bill estaría completa.

—Amor, sé que te da mucho gusto y eso, pero quizá deberíamos de esperar a que se lo confirmen a Bill, y de ser así, creo que primero deberían de festejar ellos dos solos, como la pareja que son. —George siempre aconsejaba al alocado de su novio.

—Sí, tienes razón… pero de igual manera vamos a festejar mañana juntos —George sonrió, con su novio no se podía, simplemente seguía sus emociones y eso le encantaba.

—Bueno, entonces nos vemos en la noche y planeamos como celebraremos —Andreas asintió, lo que era inútil ya que se encontraban hablando por celular —aunque te advierto, nada de alcohol, Bill no podrá.

—Lo sé, no estoy tan loquito, novio perfecto.

—Sí, soy perfecto, es bueno que sepas que tipo tan galán calienta pollas tienes por novio. —y aquí salía su lado egocéntrico, Andy simplemente lo amaba.

—Tonto, ya mejor ponte a trabajar. Te amo.

—Te amo más, al rato voy a verte. —y colgó.

Andy salió apresurado a la tienda de regalos, llenaría el departamento con globos de felicitación para Bill, sabía que amaría el detalle, seguro que sería el tío más consentidor del mundo.

***

La emoción de minutos atrás ahora se había convertido en nerviosismo, o al menos por parte de Bill.

Le habían explicado al médico todos los síntomas que había presentado Bill, y este le había dicho que lo más probable era que sus sospechas de embarazo fueran ciertas, pero para cerciorarse le había realizado unos estudios. Ahora estaban a la espera de lo que estos dirían y Bill tenía los sentimientos revueltos, estaba muy feliz y muy preocupado a la vez, y también muy hambriento.

Tom también le había contado de los ascos y el vómito de esa misma mañana, a lo que el médico le había dicho que era normal, que era el síndrome de Couvade y que muchos hombres lo llegan a padecer mientras su pareja está en estado de gestación.
Bill y Tom se encontraban sentados dentro del consultorio del médico, estaban esperando a que este llegara con los resultados.

—Tranquilo, todo va a salir bien. —le dijo Tom apretando su mano. Los análisis que le habían realizado se los habían hecho en calidad de urgentes, no querían esperar ni un minuto más para saber si estaba embarazado o no.

De pronto el médico ingreso a la habitación muy serio. Tom apretó más fuerte la mano de Bill para darle fuerza ante lo que sea que fuera.

—¿Qué pasa, estoy embarazado o no? —preguntó desesperado.

—Lo siento, señores, pero a partir de ahora van a empezar las develadas, los antojos, mareos y los dolores de espalda, ustedes dos serán papás. Estás embarazado, Bill. Felicitaciones.

Bill se levantó al mismo tiempo que Tom y este le dio un rápido beso en los labios y lo abrazó.

—¿Y cuánto tiempo tengo, doctor? —preguntó el pelinegro tomando asiento de nuevo.

—Aproximadamente diez semanas de embarazo.  —Bill suspiró. —Tranquilo, todo va a salir bien, ya van varios chicos que tienen hijos por este método y nunca ha pasado nada malo. No tengas miedo, dentro de unos meses tendrán un hermoso bebé.

—Y yo te cuidaré de todo, Billy, todo va a salir perfecto. —el aludido asintió.

—Estoy muy feliz, no puedo creer que esto en verdad este pasando. —su sonrisa irradiaba felicidad en todo su esplendor. Claro que tenía miedo, y mucho, pero era lo mejor que le podía estar pasando y mucho más teniendo a el amor de su vida a su lado.


La vida les sonreía y ellos disfrutarían de esa etapa al máximo. 


Bien, esto fue todo por hoy, ¿les gustó? ¿dudas? ¿comentarios? lo que sea es bien recibido.
¡Y BILL ESTÁ EMBARAZADO! ¿Se lo imaginan? Ahora sí que va a comenzar lo bueno para estos dos.
A la historia no le quedan muchos capítulos, y ya llevo los últimos avanzados, así que el próximo domingo subiré capítulo nuevo. Gracias por leerme.
Y para las que tienen ask.fm y me quieran preguntar algo, lo que sea cuando estén aburridas, aquí les dejo el mio :http://ask.fm/MacPineda
Nos leemos luego. Besos.