CAPÍTULO 43: PROPUESTA.
Jared estaba muy entusiasmado y más feliz de lo habitual. Simplemente no
podía comprender como había llegado a esa situación, pero toda esa felicidad
era solo por causa de un chico de cabello castaño llamado Robert, su novio; y
si las cosas salían bien esa noche, su futuro esposo.
Se había arreglado más cualquier día común, porque esa era la gran noche
y Robert no sabía absolutamente nada. Esperaba y todo su plan resultara como lo
había planeado.
Sabía que era muy rápido para pedirle matrimonio al castaño, pero
también sabía que quería pasar el resto de su vida con él, cada minuto del
tiempo de ser posible; lo había entendido cuando lo había visto partir en ese
avión con rumbo desconocido hace casi tres meses atrás.
Se encontraba manejando en su auto rumbo a la casa de su novio, no podía
esperar para verlo. Cuando llegó aparcó el auto frente a la casa de éste, bajó
y tocó a la puerta. Inmediatamente salió Robert a toparlo y se dieron un casto
beso en los labios.
—¡Qué
hermoso novio tengo! —dijo Jared contemplándolo.
—Muchas gracias —contestó éste con un
leve rubor en sus blancas mejillas. —Tú igual te ves muy guapo.
—Quizá, pero no más que tú. —Robert
sonrió, Jared era un verdadero encanto cuando se lo proponía.
El castaño no sabía el motivo de la cena,
pero tampoco quiso preguntar, suponía que solo era por el hecho de que estaban
juntos y que las cosas iban muy bien entre ellos.
Jared le había contado que un par de
semanas atrás había hablado con Bill sobre todo lo que había pasado entre
ellos, Tom también había estado ahí y las cosas habían quedado bien entre
ellos. Le explicó que Bill estaba contento de que estuviera con él y que
esperaba que no le guardara rencor, porque él no lo hacía. Todo era mucho mejor
ahora que podía amar a Jared libremente sin esa constante vergüenza de sentirse
“el otro”, el que sobraba en la relación.
Llegaron al restaurante en el que el
ojiazul había hecho las reservaciones y bajaron del auto. Inmediatamente los
llevaron a la mesa que habían reservado para ellos, la cual se encontraba lejos
de las demás mesas en un hermoso jardín donde brotaba agua de la fuente. Estaba
iluminado por cientos de luces amarillas, era el lugar ideal para una propuesta
de ese tamaño.
—Este lugar es hermoso. —comentó
Robert, se veía muy emocionado y feliz.
—Lo es, al igual que tú. —Jared le dio un beso rápido y lo ayudó a sentarse.
Jared se encontraba muy nervioso
aunque no lo aparentara, ¿qué tal si Robert le decía que no?, seguro que se
sentiría fatal, pero bueno, seguiría junto a él a pesar de todo y no se daría
por vencido nunca hasta obtener una respuesta afirmativa.
Los minutos transcurrieron y con ello
el momento se iba acercando, ya todos sabían lo que tenían que hacer.
Una vez que terminaron la cena y
habían procedido a degustar el postre, un hermoso perrito de pelos rubios, muy
pachón y tierno se había adentrado en el lugar, llevaba un elegante moño blanco
de seda amarrado al cuello, caminaba con mucha picardía. Pasó a un lado de
ellos y luego se dirigió hacia la fuente que había en el lugar, simplemente era
la cosa más tierna que se podía ver.
A Robert le parecía muy extraño que en
un lugar tan elegante como aquel dejaran entrar a un animal, ya que en la
mayoría de los lugares así no estaba permitido por cuestiones de higiene.
—¿Viste eso? —preguntó Robert con una
gran sonrisa en el rostro. Amaba a todos los animales, pero simplemente los
perros eran su debilidad y el ojiazul lo sabía a la perfección. —¡Es tan
hermoso! No entiendo cómo lo dejaron entrar aquí.
—Si quieres ve a verlo. —dijo Jared
sonriente.
—Eso haré, está divino. —Robert
inmediatamente se levantó de su lugar y se dirigió hacia el animal, el cual se
encontraba bebiendo agua de la fuente. Jared lo siguió de cerca, todo estaba
resultando perfecto hasta el momento.
—¡Hola, preciosura! —le dijo el
castaño al perrito, lo levantó con sus manos y se dio cuenta de algo. —¿Qué más
tienes aquí, bonito? —El perrito no solo traía el moño amarrado al cuello, sino
que de este también colgaba una ligera bolsita de terciopelo. Robert miró inmediatamente
a su novio muy consternado.
—¿Qué pasa? —preguntó el ojiazul con
una gran sonrisa en el rostro.
—¿Por qué trae esto amarrado? —preguntó
algo confuso, no podía creer que eso en verdad era lo que estaba pensando.
—No lo sé, ábrelo y lo averiguarás.
—la música que sonaba en el lugar era perfecta para la ocasión, todo parecía
sacado de un cuento de hadas.
—¿Y si no es para mí?
—Algo me dice que lo es. —contestó
Jared acercándose a él y dándole un tierno beso en la frente. El perrito, que
aún seguía entre los brazos de Robert dio un ladrido y ambos comenzaron a reír.
—Bueno, ¿qué esperas? Ábrelo.
Robert procedió a quitar la bolsita
del cuello del cuello del animal y le tendió el perrito a Jared para que lo
sostuviera en lo que él veía el contenido de dicha bolsita.
La desamarró y dentro de ella venía
una caja de color negro. El corazón de Robert se detuvo, al parecer, si era lo
que él creía. Su corazón estaba a mil, lo sentía latir tan apresuradamente que
sentía que se le saldría del cuerpo y que su alma lo haría también.
Jared lo miraba fijamente a los ojos y
esa sonrisa tan hermosa no podía significar otra cosa más que lo que él se
estaba imaginando que contenía esa caja. La abrió cuidadosamente, sentía el
corazón en la boca. Un anillo, sí, un hermoso anillo de oro era lo que sus ojos
veían, era la razón por la cual su corazón se sentía estallar de la alegría y
por lo cual le brotaban lágrimas de felicidad de los ojos.
Jared se acercó aún más a él con todo
y perrito en mano.
—Sé que he cometido muchos errores a
lo largo de mi vida, errores de los que me arrepiento sinceramente, pero de lo
único que nunca me he arrepentido y nunca lo haré es de encontrarte y dejar que
entraras a mi vida, —Robert se llevó una mano a la boca, se estaba conteniendo para
no gritar de la emoción en ese mismo instante— y quiero que permanezcas en ella
el resto de ella, quiero que estés conmigo porque te amo y porque no puedo
imaginarme un mundo en el que tú no estés a mi lado, amándome y diciéndome lo
idiota que soy a veces. —tomó el anillo
de adentro de la caja con la única mano que tenía disponible, bajó al perrito
al piso y se arrodilló sobre una pierna, cual príncipe de cuento de hadas.
—¡Oh por Dios! —exclamó el castaño, no
podía con la emoción y todo lo que estaba sintiendo al encontrarse en tan
hermosa situación.
—¿Te casarías conmigo? —Jared estaba
resplandeciente y muriendo de los nervios por dentro. No pasó nada de tiempo
para que obtuviera una respuesta.
—¡SÍ! ¡SÍ! ¡CLARO QUE SÍ ACEPTO! —Jared
se levantó inmediatamente y abrazó fuertemente a su novio, levantándolo un poco
del suelo mientras lo hacía. —¡ACEPTO, ACEPTO!
Jared se separó de su ahora prometido
y éste le tendió la mano para que pusiera el anillo donde debía de ir.
—Prometo hacerte el hombre más feliz
del mundo. —susurró contra sus labios y después de esto lo besó inmediatamente,
un beso en el que reflejaron el amor tan grande que sentían el uno por el otro.
De repente Robert sintió que algo le
caminaba por los pies, era la hermosa bolita de pelos que había llevado el
anillo.
—Oh, y él es tuyo. —le dijo el
ojiazul.
—¿En serio? —preguntó aún más
emocionado el castaño. Se inclinó un poco y recogió al perrito del suelo.
—Sí, y él tiene que estar el día de
nuestra boda como lo estuvo en este momento. —Jared acarició la cabecita del
nuevo miembro de la familia y este le lamió la mano.
—Por supuesto que lo hará. —afirmó el
castaño con una gran sonrisa en el rostro. Esa era su familia, no podía
sentirse la persona más dichosa sobre la tierra en ese momento, y todo era
gracias al sonriente y guapo Jared, que había entrado en su vida como un
remolino. Bendito el destino y sus planes retorcidos.
***
La sonrisa que iluminaba sus rostros
era solo por una cosa, la cosa más genial de todas: SERÍAN PAPÁS.
Bill y Tom se habían comido a besos
una vez que habían salido del consultorio del médico, se sentían las personas
más dichosas sobre la faz de la tierra.
—Tenemos que ir a vivirnos juntos,
quiero estar contigo y con mi hijo todo el tiempo. —Tom venía abrazando al futuro
padre de su hijo.
—Claro que nos tenemos que ir a vivir
juntos, tenemos que rentar un departamento para nosotros, aunque voy a extrañar
a Andy y me va a odiar por separarlo de su sobrino.
—Puede visitarte cuando quiera,
además, no falta mucho para que él también se vaya a vivir con George, su
relación va muy bien por lo que he visto. —Bill asintió.
—¿Crees que George le haya dicho algo
después de que le marqué para decirle que no íbamos a ir a trabajar hoy? —cuestionó.
—¿De verdad lo dudas? —preguntó
sonriente. —George es una vieja chismosa, y Andy… bueno, Andy es Andy, no me
sorprendería que ahorita que lleguemos a tu departamento esté brincando de
felicidad. —Bill comenzó a reír.
—Tienes toda la razón. —llegaron al
departamento de Bill y ambos entraron.
—¡FELICIDADES! —gritó Andreas
inmediatamente después de que entró el pelinegro y el trenzado por la puerta.
Abrazó al pelinegro muy contento y este le devolvió el abrazo de igual forma.
El departamento estaba lleno de globos de felicitación y uno que otro de
cigüeñas. Su amigo era un demente. —¡No puedo creer que no me hayas hablado
para avisarme, Bill Kaulitz! —dijo haciéndose el indignado.
—Te dije que esta vieja argüendera le
diría todo. —comentó Tom muy divertido refiriéndose a su primo, el cual se
encontraba ahí sentado.
—¡Cállate y ven acá, futuro papá! —George
lo abrazó y felicitó al igual que a Bill.
—Muchas gracias por todo esto, Andy,
sabía que cuando esto pasara harías algo así, pero nunca me imaginé que en
estas dimensiones. —todos comenzaron a reír.
Si de algo Bill y todos los presentes
estaban seguros era de que a ese niño no le faltaría nada en el mundo, mucho
menos amor por parte de todas las personas que se encontraban ahí.
***
Decirles a los papás de ambos había
sido lo más difícil de todo. Días después de enterarse de la gran noticia que
acontecía, Bill y Tom habían decidido avisarles a sus padres.
Con la mamá de Tom lo habían hecho por
teléfono, ya que esta se encontraba en Alemania. Ella siempre había estado al
tanto de que la relación de Tom con Bill se había retomado, y ahora estaba más
que contenta al saber que le darían un hermoso nieto.
Con la mamá de Bill fue más de lo
mismo, estaba muy feliz por la noticia. El padre de Bill no sabía cómo tomarlo
al principio, y es que ¿cómo era posible que un chico pudiera tener un bebé?
Era lo más loco del mundo, seguro que muchas personas con mentes cerradas los
discriminarían y señalarían con el dedo por eso, pero también sabía que Bill
era fuerte y que Tom estaría para apoyarlo. Su relación con Tom había mejorado,
ya no lo odiaba como años atrás cuando había engañado a Bill cuando eran unos
adolescentes. El padre de Bill podía ver cómo el trenzado había cambiado para
bien, por eso le alegraba que su hijo y él estuvieran juntos aunque nunca lo
admitiera.
Ahora solo que daba esperar al bebé,
la nueva luz que llegaría a alumbrar sus días.
Perdón en verdad por la tardaza, pero tuve problemas técnicos con el blog. e_e
Para las que tienen ask.fm y me quieran preguntar algo, lo que sea cuando estén aburridas, aquí les dejo el mio :http://ask.fm/MacPineda
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Nos leemos luego. Besos.