¡Hi Biersack lovers! bien, aquí les traigo un nuevo capitulo, sé que tengo DEMASIADO abandonado este fic, pero lo estoy retomando de nuevo, así que pronto tendrán nuevo capitulo. Gracias por leer.
CAPITULO 9
Era un nuevo día. Bill se despertó
cuando unos rayos de sol le iluminaron la cara, terminando con su plácida
siesta. Se sentó en la cama y se talló los ojos, tratando de averiguar si en
verdad era novio de Andrew o sólo había dormido por mucho tiempo y era todo un
sueño.
Su celular comenzó a sonar de pronto y
lo tomó de la mesita de noche sobre la que se encontraba.
“Buenos días precioso, espero y no estés
refriado. Te veo en el estudio. Te quiere mucho este pijo de mierda. Besos.”
No, no había sido un sueño. Era real y
Andy era su sexy novio.
Una sonrisa apareció en su rostro,
tenerlo a él a su lado lo hacía sentir muy bien, más fuerte y seguro de sí
mismo. Nunca se habría imaginado que las cosas pasarían tan rápido entre
ellos, el día anterior a esas mismas
horas ambos se “odiaban” a muerte, o mejor dicho, ninguno de los dos había
admitido sus sentimientos hacía el otro.
Se levantó y se dio una rápida ducha,
no se le hacía tarde, pero quería arreglarse y verse lo más lindo que pudiera
para Andrew.
Salió de la ducha y se vistió
poniéndose unos pantalones negros entubados y una playera en color rojo con el
logotipo de Metallica. Se planchó el cabello negro y le dio algo de volumen con
un peine, después se maquilló como siempre solía hacerlo con sombras negras
sobre los ojos y algo de gloss transparente en los labios.
Fue hasta la cocina y se preparó
huevos revueltos y un café negro, los cuáles se comió con mucho entusiasmo ya
que desde medio día del día anterior no se había llevado nada al estómago. Con
el éxtasis del momento ante la declaración de Andy, hasta de comer se había
olvidado y ahora su cuerpo se recuperaba con ganas.
Terminó de desayunar y fue a su
habitación de nuevo, vio la hora en su celular y ahora sí que se le hacía
tarde, pero la persona jodidamente sangrona que le podía reclamar su
impuntualidad ahora era su novio, así que no había mucho de qué preocuparse,
pero tampoco sería un irresponsable, así que tomo rápidamente su chaqueta, su
celular y salió corriendo del departamento.
Iba ensimismado en sus pensamientos y
con la cabeza baja, acomodándose mejor la playera sobre su delgado cuerpo, ya
que al ponerse la chaqueta de cuero se le había desacomodado un poco. El aire
era muy frío y hacía que su nariz se pusiera roja.
—Vaya, pensé que nunca saldrías
—escuchó esa voz que le ponía los vellos de punta y el corazón a bombear más
rápido de lo normal. Levantó la mirada y
una sonrisa iluminó su rostro. Era él. Estaba recargado con los brazos cruzados
frente a su pecho sobre su flamante ferrari rojo.
— ¿Qué haces tú aquí? Pensé que te
vería en el estudio —preguntó Bill muy sonriente y apresuró el paso para acercarse
a donde estaba el ojiazul.
—Sí, no agradezcas, es un gusto venir
a recogerte —habló sarcástico con la sonrisa de lado. Bill llegó frente suyo y
Andy lo recibió entre sus brazos, rodeándolo de la cintura y atrayéndolo hacia
él.
—Gracias por venir —dijo el pelinegro
dándole un rápido beso de piquito—. Solamente quise decir que no me lo
esperaba, como dijiste que nos veríamos en el estudio y eso.
—Iba a ser así, pero de pronto me
entraron ganas de venir hasta acá por mi bello pelinegro testarudo, y bueno,
aquí estoy —sus labios se unieron de nuevo, esta vez en un beso más largo.
Después de unos gloriosos minutos se separaron.
Bill cayó en cuenta de que esos
lugares no eran los más adecuados para alguien como Andy, mucho menos
exhibiéndose en ese llamativo automóvil.
—¿No es algo peligroso traer tu auto
a estos lugares de la ciudad? —preguntó preocupado.
El lugar donde vivía Bill no era tan
malo, pero sí que había una o dos pandillas de vándalos que vigilaban en busca
de nuevas víctimas. Por suerte, Bill no tenía nada valioso y al parecer los
tipos de las pandillas se habían dado cuenta, ya que nunca se habían metido con
él. No sabía si no lo habían hecho exactamente por eso o porque eran conocidos
de Tom. Tal vez hasta el mismo Tom les había pedido que cuidaran de él. El
chico de rastas siempre lo protegía de todo y todos, aunque no lo necesitara.
—Sí, tal vez, pero no pude evitar
desviarme de camino al estudio para acá, así que simplemente no pensé en eso
hasta ahora que lo mencionas.
—Irresponsable. —gruñó Bill.
—Desagradecido —contraatacó Andrew.
Bill rodó los ojos, ambos parecían
niños peleando.
—Vale, da igual, solo no vuelvas a
venir por estos lares en esta cosa —dijo tocando la lamina del techo del auto.
—¿Cosa? —preguntó fingiéndose
ofendido, en el acto hizo un lindo puchero que a Bill le dio risa.
—Amas mucho a tu auto… ¿no? —comentó,
Andy miraba expectante la pícara sonrisa
del pelinegro.
—Mucho —afirmó a la vez con la
cabeza.
—¿Más que a mí? —Bill alzó su ceja
derecha demandando una respuesta.
—Mmm… —el ojiazul hizo como que
pensaba la respuesta, solo para molestar a su testarudo novio.
—¡Hey! ¡Deja de pensarlo, idiota!
—Bill le golpeó el pecho levemente con la mano izquierda— ¿Acaso quieres más a
este pedazo lujoso, brillante y caro de hojalata? —ambos chicos sonrieron ante
las palabras dichas por el pelinegro en su vago intento de ofender al lujoso
ferrari.
—¡Obvio que te quiero más a ti,
niñato tonto! —le aclaró Andrew sólo por
si su contrario lo dudaba. Y era cierto, increíblemente cierto.
Andy era levemente más alto que Bill
y alzó su cara con su mano derecha para juntar sus labios con los de él.
—Sabia la respuesta —sonrió Bill con
autosuficiencia después del beso.
—Aunque ya sabes, este auto es tan
¡WOW!
—¿Intentas darme celos con un auto?
—preguntó divertido.
—No es cualquier auto… —el ojiazul
miró de reojo a su auto y dio un corto suspiro fingido.
—Cállate, Andrew… —lo cortó tajante
el pelinegro y después besó de nuevo a su novio. Dentro del beso ambos sonrieron,
era claro que esa era su primera estúpida pelea sin sentido como pareja. Luego
de eso subieron al auto y emprendieron camino directo al estudio.
Llegaron a las oficinas del edificio
e iban tomados de la mano, lo que provocaba miradas curiosas y cuchicheos entre
los presentes, pero era obvio que nadie se atrevería a decir nada del hijo del
dueño, la persona por la cual tenían dinero para comer.
—Pensarán que tu padre me dio el
contrato porque anduve de arrastrado contigo y no por nuestro talento —dijo
Bill con un deje de angustia en la mirada.
—Tú, mi padre, la banda y yo sabemos
que no es cierto —le dedicó una cálida sonrisa— y eso es en realidad todo lo
que importa —le guiñó el ojo derecho— ¡Que se joda el puto mundo! —gritó un
poco alto para que todos los presentes escucharan que no les importaba los
rumores que dijeran. Bill comenzó a reír con ganas.
—¡Estás loco!
—Por ti… —le susurró acercándose a su
oído y dando una rápida lamida que estremeció a su contrario, haciendo que sus
mejillas se tintaran rojas.
Subieron al elevador y en menos de
dos minutos ya estaban en el último piso del edificio, justo frente a la
oficina
de Steven.
—¡Yo no quiero entrar ahí! ¡Tu padre
nos va a castrar a ambos! —dijo Bill dramáticamente.
—Tranquilo Bill, él lo entenderá
—trató de tranquilizarlo, lo que funcionó un poco ya que el semblante del
pelinegro se relajó un poco.
— ¿Tú lo crees así? ¿Crees que
entienda nuestra relación?
—Sí, y si no existe el sexo oral, no
afectara mucho que nos mande a castrar —comentó divertido, a lo que Bill le
pegó un manotazo en la espalda y luego lo besó; le encantaba su extraña forma
de intentar tranquilizarlo.
—¡Vete al infierno, Andrew! —dijo
Bill deshaciendo el beso.
—Solo si te vas conmigo,
Kaulitz —ambos rieron ante lo dicho, y una
vez armados de valor, se dispusieron a entrar.
Cuando entraron, vieron a Steven
sentado detrás de su gran escritorio revisando unos archivos que tenía sobre
él. Bill no podía creer qué le dirían, pero tenían que hacerlo. El pelinegro no
se imaginaba que secretamente Steven lo quería como novio para su hijo, pero,
¿quién creería que un rockstar internacional como él querría que su hijo
tuviera un novio en vez de novia?
Y no es que ese fuera el caso, de que
Steven quisiera que su hijo fuera homosexual, lo único que quería era alguien
con quién Andy pudiera intentar ser cada vez mejor persona, alguien a quién
amar y por quién preocuparse, que lo compenetrara y lo hiciera pensar mejor las
cosas antes de hacerlas. Bill podía ser la salvación de su querido hijo.
La vida de un rockstar como él era
muy ajetreada, por lo cual se había perdido casi toda la infancia de Andrew y
parte de su adolescencia, pero ese era el trabajo de sus sueños al fin y al
cabo. Quería creer que Andy entendía que lo había hecho por ambos, y que
gracias a su trabajo él podía gozar de todos los lujos que tenía.
Levantó la vista de las hojas que
tenía entre sus manos y vio cómo avanzaban hacia él los dos chicos. Bill se
veía nervioso y más pálido de lo normal y se imaginó por qué.
—¡Hola chicos! Los estaba esperando… —habló
Steven muy sonriente desde su escritorio. —Bueno, a ti en realidad no Andy,
pensé que estarías con tus amigos o algo.
—Pero aquí me tienes.
—¿Y a qué se debe si puedo saber? —dijo
cruzándose de brazos—. Si es porque quieres alguna de tus inservibles
excentricidades, desde ahorita te digo que no. —ambos chicos comenzaron a reír,
logrando que Bill tomara un poco de su color normal.
—No, no es por eso —dijo tomando
asiento en la silla que estaba frente a su padre. Bill hizo lo mismo—. Es por otra
cosa, algo que Bill y yo te tenemos que decir.
Bill casi se puso morado, no quería
ni respirar.
—No me digan que atropellaron a
alguien —sugirió Steven, sólo para hacerlos
sufrir más ya que él sabía lo que le querían decir.
—No es eso tampoco —habló Bill por
fin—. Es… es… —volteó a ver a Andy, no quería ser él el que le informara a su
jefe de su relación con su hijo. Podía jurar que ahí se acababa su carrera como
artista.
—Bill y yo estamos saliendo —dijo
Andrew rápidamente con tono decidido, su padre no podía reaccionar tan mal, él
de verdad quería al pelinegro y su papá debía aceptarlo—. Yo lo quiero, papá y
quiero estar con él.
Steven no decía nada, se mantenía
inexpresivo en su lugar y Bill sentía que iba a desmayarse ahí mismo en
cualquier momento de los nervios.
—Yo… —empezó a balbucear el
pelinegro.
—¡Aleluya! ¡Pensé que nunca se darían
cuenta de lo que sienten el uno por el otro! —dijo al fin Steven con una enorme
sonrisa dibujada en el rostro.
— ¿Qué? ¿No me va a sacar a patadas?
¿Insultar? ¿Algo? —preguntó el pelinegro rápidamente, no podía creer que el
gran rockero aceptara esa relación tan fácilmente. Andy empezó a reír por la
loquísima imaginación del pelinegro y Steven lo siguió.
—Simplemente no veo por qué habría de
hacerlo, muchacho. Si mi hijo te quiere, entonces yo también te quiero para él.
—Gracias, papá —dijo el ojiazul,
levantándose de la silla y caminando hacia su padre—. En verdad eres el mejor —y
lo abrazó.
Steven supo que lo que estaba
haciendo era lo correcto, no lo dudaba ni un poco. Él solo quería lo mejor para
su único hijo, y eso significaba apoyarlo en todo, aún si los medios de
comunicación lo criticaban por tal acto.
Cuando Andy rompió el abrazo que mantenía con su
padre, Bill creyó que lo más adecuado era solo decirle gracias, ya que además
de que era el padre de su novio, también era su jefe y no lo podía andar
abrazando como si nada, ni aunque se sintiera tan extasiado de felicidad.
—Gracias por aceptar que estemos
juntos, señor — le agradeció Bill muy sonriente, todo lo que estaba viviendo
era irreal.
—¡Nada de “gracias señor”, ven acá! —
se levantó de su asiento y le extendió los brazos para abrazarlo. Bill dudoso y
algo cohibido se acercó a él y le
correspondió, se sentía muy feliz de que por fin las cosas estuvieran yendo
bien. Bill miró por detrás del rockstar y vio como Andy —que estaba detrás de
Steven— le guiñaba el ojo derecho, y éste se sonrojó instantáneamente.
—¡Wow! ¡Definitivamente usted es la
persona más genial del planeta tierra! —dijo cuando deshicieron el abrazo.
—Sí, bueno, eso es verdad —confirmó
altivamente, ahora veía de dónde venía el carácter de Andrew. Hijo de tigre, pintito.
—Vale, ahora que la bomba ya explotó
y no causó daños, ¿a qué hora comenzaremos a grabar la voz de Bill? —cuestionó
el ojiazul, mientras todos se sentaban de nuevo en los lugares en los que
anteriormente habían estado.
—De hecho, creo que hoy no haremos
eso —Bill lo miró confuso y se explicó—. Sí, es que también cité a los demás
chicos, a Georg, Gustav y Tom para ver qué arreglos le podíamos hacer a las
canciones que ya tienen.
A Andy no le pareció la idea de que Tom
también iría. Saber que estaba tras su Bill lo sofocaba y le disgustaba a sobremanera.
Bill y Steven se dieron cuenta de la mueca de disgusto que hizo el ojiazul,
pero nadie dijo nada.
—¡Genial, vienen todos! —se quejó.
—No es necesario que estés presente
Andrew, te puedes ir a hacer otras cosas, te aseguro que Bill va a estar bien. —le
dijo el mayor de los Tyler muy serio.
Una cosa era que Bill fuera su novio
y otra cosa era el trabajo. Además sabía que el pelinegro no haría nada
indebido y Andy tenía que empezar a confiar en él, sino su relación terminaría
más rápido de lo que había comenzado.
—Tu papá tiene razón, nos podemos ver
más tarde —sugirió actuando tranquilo, aunque por dentro no lo estaba. Sabía
que Andrew no tragaba al trenzado por él, porque creía que entre ellos dos
podía llegar a haber algo más que una simple amistad. El ojiazul miraba a su
novio seriamente.
Tenía dos opciones, irse a cualquier
lugar a sentirse jodidamente celoso y miserable durante unas cuantas horas o
quedarse ahí, estar cerca de su novio y de paso fastidiar al gilipollas de
Trümper. Una sonrisita malévola apareció en su rostro y los otros dos presentes
ya sabían cuál sería su decisión.
Andrew no pensaba dejarlo con ese
tipo, él tenía que estar ahí para asegurarse de que Tom viera que Bill ahora
era su novio.
—No, me quedaré, como tú dijiste papá.
Necesito aprender más sobre el negocio musical para poder manejar la empresa en
un futuro —dijo sonriente, sabía que al final se saldría con la suya como
siempre.