sábado, 22 de septiembre de 2012

Mundos Alternos


CAPITULO 2

Bill no podía estar más feliz ¡tenían el contrato! ya no serian otra banda de cochera más, no, ahora era el momento de mostrarle al mundo lo geniales que eran. 
Su madre se pondría muy feliz, el sueño de su hijo se estaba volviendo realidad, y de la mejor forma posible, al lado de un grande como Steven Tyler. Su padre decía que no llegaría a ningún lado con la música, que solo sería un vago drogadicto más, él quería que su único hijo estudiara  algo de verdad, como para abogado o ingeniero, pero Bill simplemente no podía hacer eso, ni siquiera se veía vistiendo un traje y una corbata todos los días como un muñeco de pastel, encerrado entre cuatro paredes; daba gracias a Dios, o a al ser divino que fuese el encargado de hacer el bien sobre la tierra, haber conseguido el dichoso contrato. El pelinegro sin duda no podía esperar para restregarle en la cara a su progenitor que ninguna de sus especulaciones se volverían realidad; él sería una estrella.

Después de salir de la disquera, los cuatro chicos se habían puesto de acuerdo para celebrar su pequeño/gran triunfo en un gran club de la ciudad llamado “Reckless”. A ese club solo asistían chicos adinerados, claro está que chicos rockeros con dinero, ya que los costos de la entrada y bebidas eran muy elevados, suerte que tenían algunos ahorros; sin duda tenían que gastarlos ahí, la ocasión lo ameritaba, ya abría tiempo de arrepentirse luego. 

— ¿Ya estás listo Bill? —gritó Gustav desde el sofá del departamento donde vivía Bill, había ido a recogerlo en su auto para irse juntos al club, pero el pelinegro se estaba tardando demasiado — ¡Joder! Que tardas más que mi hermana en arreglarte —se quejó aburrido, ya llevaba más de una hora esperando a que Bill terminará de vestirse, era tan metrosexual que lo sacaba de sus casillas ¿qué no podía solo ponerse unos vaqueros, una camisa y listo? Al parecer no. 

— ¡Ya voy! ¡No molestes! —le contestó Bill de un grito desde su habitación, el rubio solo rodó los ojos. 

Pasaron diez eternos minutos más, Gustav estaba a punto de dejarle ahí y que Bill se las arreglara como pudiera, que se fuera en bus o algo por el estilo, cuando esté salió por la puerta de su habitación; se veía radiante. Bill le sonrió al ver su cara de fastidio, Gustav era tan buen amigo. 
—Te juró que no vuelvo a venir por ti —habló fingiendo molestia, Bill sabía que no era así, tarde o temprano terminaba yendo por él a su casa cuando quedaban de verse en algún lado. 
—Sabes que siempre lo harás —le dio un golpe “amistoso” en el hombro mientras reía al ver como Gustav trataba de mantenerse serio, no funciono y le devolvió la sonrisa al pelinegro, como siempre. Simplemente no se podía enojar con él, Bill era como su hermanito menor, molesto y caprichoso, pero así lo quería y siempre sería su amigo y estaría ahí para ayudarle. — ¿Qué tal me veo? —le preguntó el pelinegro mientras posaba alegremente, presumiendo su look, él sabía que se veía que se veía genial, pero quería oírlo de alguien más para confirmarlo. 

Gustav lo miró atentamente, recorriendo y evaluando su imagen como si fuese la cosa más difícil del mundo. Bill lo miró expectante, esperando una respuesta.

—Horrible Kaulitz, como siempre… —dijo Gustav divertido mientras se dirigía a la puerta para salir hacia su auto, y rió al voltear desde la puerta a ver a Bill, el cual se había cruzado de brazos y tenía un lindo puchero de indignación en la cara; a veces podía ser tan infantil ese maldito egocéntrico. — ¿Vienes o qué? —Bill comenzó a caminar hacia a él.

—La envidia corre por tus venas, sabes que soy más guapo que tú —contraatacó Bill divertido mientras pasaba a un lado de él con aires de diva. Negó con la cabeza mientras reía y cerró la puerta del departamento de Bill. Nunca cambiaría, y en realidad no esperaba que lo hiciera, desde el primer día que lo conoció había sido así, se había mostrado tal cuál hijo de puta era y eso a Gustav le gustaba, la sinceridad, aparte era muy divertido ser su amigo, mucho más cuando empezaba a alardear con el ego por los cielos sobre cuán maravilloso era; simplemente era una pasada y moría de la risa cada que lo hacía. 

Se encaminaron hacia el auto de Gustav y partieron al bendito club, era hora de celebrar. 

El ambiente estaba en su clímax, “The beautiful people” de el maravilloso Marilyn Manson sonaba estridentemente y volvía a la gente loca. Todos bebían como si no hubiese un mañana, se drogaban como si no quisiesen despertar más; entre ellos Andrew, que se había quedado de ver con sus amigos en ese club como cada fin de semana, a tirar dinero consumiendo alcohol y una que otra droga de vez en cuando, solo para entrar en ambiente, aunque últimamente lo estaba haciendo muy seguido y lo peor era que no tenía miedo de las consecuencias que eso implicaba. Era su vida y era joven, solo quería disfrutar y olvidarse del mundo, olvidarse de él. 

Sí, de ese pelinegro molesto, todo el día se la había pasado pensando en él desde que se había marchado de la empresa. Eso le podía, no quería seguir teniéndolo en su cabeza. Lo odiaba a sobremanera por no salir de su mente. Una razón más para detestarlo y tener el mínimo contacto con él. 
Su forma de cantar le había parecido preciosa, él le había parecido precioso ¡¿Qué clase de mierda era esa?! Ni siquiera la rubia tetona que se encontraba a su lado, besando guarramente su cuello, podía sacar a Bill de sus pensamientos, eso lo frustró. 

— ¡Pásame la botella! —demandó a su amigo Christian, o como ellos le llamaban amistosamente CC. Se encontraba un poco ebrio, mareado y fuera de sí, pero podía soportar más de ese bendito whiskey, su cuerpo se lo pedía, al igual que su aturdida mente. 

—Ya basta Andrew, has tomado demasiado —le dijo seriamente CC, que era el que había tomado menos ya que era “el conductor designado”. Andrew lo miró enojado. 

— ¿Qué? ¡¿acaso eres mi puto padre?! —el ambiente se tensó, la rubia dejo de besarlo y se alejó un poco de él. CC negó con la cabeza, su amigo a veces podía llegar a ser tan estúpido… pero no era un crió, así que si quería emborracharse hasta vomitar, lo dejaría. Andy era terco y nunca dejaría que le dijeran lo que tenía que hacer o no. 

Le paso la botella que estaba en el centro de la mesa y el hijo del rockstar empezó a beberla, no se había molestado ni siquiera en servir el contenido en un vaso. 

Miró como sus amigos se encontraban tan borrachos como él, unos casi al punto de follar con las tías que tenían a sus lados, era increíble lo que el alcohol y las drogas los hacían hacer, pero era su forma de divertirse, algo estúpida y nada sana, pero al fin de cuentas diversión. 

Debido a que su mesa se encontraba en la zona VIP del lugar, se podía ver todo desde arriba. Miró hacia a la pista de baile y vio como todos bailaban/saltaban al ritmo de la potente batería acompañada de la guitarra eléctrica, se veían tan animados que le entraron ganas de ir con ellos, pero no lo haría, estaba muy borracho como para ir hasta allá sin caer. 

Giró la vista hacia la barra del lugar y miro las mesas que se encontraban junto a ella, vio a unos tíos algo familiares tomando y platicando animadamente, cerró un poco los ojos, como tratando de enfocar la imagen y ver mejor, pero seguía casi igual de borroso que antes. Siguió mirando y vio como una bonita cabellera negra se agitaba al compás de la música, de pronto dejo de moverse y pudo ver mejor su rostro. 
Oh no… el causante de su asquerosa borrachera estaba ahí, bailando alegremente. ¿Qué hacía él ahí? ¿Qué no se suponía que ese club era elite? 

Miró a las personas que estaban alrededor de Bill y trató de reconocerlas, eran Gustav, Georg y su queridísimo amigo Tom… Já. 

Ahora no podía despegar su vista de lo que veía. Tom y Bill se encontraban platicando animadamente, pero estaban molestosamente juntos, los labios de Bill diciéndole algo al oído a Tom y este reía de lo más divertido. Georg y Gustav ni siquiera parecían notarlo. 

“¡Malditos maricas!” —pensó y hizo un gesto de asco, o eso quería creer. 

La verdad era que no soportaba ver a Bill tan cerca de Tom, odiaba haberlo conocido. 

Decidió que les haría la vida imposible, así que tomó la mano de la chica rubia. 

¬—Ven —le dijo y se paro como pudo, con tal de ir y molestarlos no le importaba si se rompía la nariz al caer. 

La chica lo siguió contenta, pensando que Andrew la llevaría al hotel más cercano y tendrían una noche inolvidable, pero Andy tenía otros planes. 

Se dirigieron hacia donde estaban los cuatro amigos sentados, el tomo a la chica de la cintura y le sonrió tontamente. 

—Sígueme el juego —le susurró a la rubia en su oído, ella asintió contenta, también estaba algo ebria, aunque mucho menos que Andy. 

Bill los vio en la distancia, y se sintió algo… ¿molesto acaso? no sabía cómo explicarlo, seguro era porque le caía mal y había tratado de sacar a Tom de la banda, no, no era por el hecho de que viniera aferrado a esa estúpida rubia. No, no lo era… ¿o sí? 

Andrew llegó a donde estaban y se paro justo frente a su mesa, todos lo miraron, pero a él solo le importaba que lo viera su más grande enemigo.

Conectó su mirada con la de Bill, o más bien trató de hacerlo ya que la droga aún se encontraba en su sistema.

—Mira, al parecer el club está decayendo —habló lo suficientemente fuerte para que lo oyeran con una tonta sonrisa en el rostro— ahora dejan entrar a cualquier cucaracha de barrio pobre… -—la chica asintió burlonamente. 

Bill rodó los ojos. ¿Acaso su día sería arruinado por él? ¡No! 

No le dijo nada, y los otros tampoco lo hicieron, no se arriesgarían a alegar con el hijo de su ahora jefe; y sabían que dentro de algunos años más, todo sería de Andrew, así que ¿por qué arriesgarse? mejor dejarían que soltará todo el veneno que quisiese. 

El pelinegro había notado como se ponía serio cada que Tom se le acercaba, así que decidió hacer algo al respecto. 

Tomó la mano de su mejor amigo, ósea la de Tom y se levantó con él rumbo hacia la pista de baile. 

Andrew, al ver esta acción, lo miró con ira y Bill solo sonrió. 

Llegaron a la pista y comenzaron a bailar como todos lo hacían ahí, solo que ellos más divertidos, disfrutando de la compañía del otro como los buenos amigos que eran, aunque Tom quería que fuesen algo más. Bill no sabía nada de los sentimientos del otro, no sabía lo que le provocaba cada que lo abrazaba o estaba junto a él. Su corazón latía muy rápido cada que algo así pasaba. 

Bill vio como Andrew lo miraba, ahora ya desde su mesa en la zona VIP. Esto se ponía interesante. La rubia se encontraba besándolo sentada a horcadas de él y restregándose en su cuerpo, pero el hijo del rockstar ni caso le hacía. Conectaron miradas de nuevo, Andrew le miraba fijamente, como no perdiendo detalle de cada cosa que hacía. 

Una vez cansados de tanto saltar y cantar, se dirigieron de nuevo a su mesa. Bill necesitaba algo de aire, así que decidió salir y respirar otra cosa que no fuera solo humo de tabaco y marihuana. 

Sintió como alguien seguía sus pasos, y decidió girarse a ver de quién se trataba. Seguro era Tom y sus instintos protectores; pero para su sorpresa no fue así. 

— ¿Qué haces tú aquí?—cuestionó el chico de ojos azules fríamente, Bill pudo ver que traía solamente un chaleco de cuero y ahora sí estaba muy maquillado, casi como él. 

— ¿Cómo que qué hago aquí? ¿No es obvio que vine a divertirme al igual que tú? —soltó Bill despectivo, ese chico era molesto. 

—Se supone que aquí solo vienen personas de nuestro status, no gente como tú. —Bill le miró incrédulamente ¿Qué mierda le estaba diciendo? 

— ¿Y qué? ¿solo porque nuestros padres no están cagados de dinero no podemos entrar? ¡Esa es una completa mierda! —dijo Bill ya molesto, odiaba que lo hicieran menos niños pijos como él. ¬— ¡Mírate! Tienes todo lo que quieres y mira como lo malgastas, drogándote y casi teniendo sexo con una puta, da asco solo verte. 


Andrew abrió mucho los ojos. 
— ¿Y tu quién te crees niñato para hablarme así? ¿acaso eres un puto santo? tú también tomas alcohol, y estoy seguro que hasta drogas te metes, no me vengas con sermones.  

—Sí, tomó alcohol, pero a diferencia de ti no lo hago hasta el punto de parecer un completo estúpido al no poder ni siquiera mantenerme en pie. 

Se miraron fijamente, Andy se recargo sobre la pared, estaba muy mareado. 

—Al menos no soy un jodido marica… —escupió Andrew, sonriendo perversamente. Estaba seguro que con eso molestaría completamente al pelinegro, lo que tanto ansiaba. O al menos eso creía, Bill merecía pagar por confundirlo tanto. 

El pelinegro, en contra de lo especulado, sonrió ampliamente.  Se acercó lentamente hacía a Andrew y cortó la distancia que los separaba. 

—Sí, y me la meten por culo todos los días —susurró felizmente frente a su cara, muy cerca de sus labios. 

Andy no supo qué hacer, su sonrisa tan rápido como había aparecido, ahora se había ido. Se encontraban demasiado cerca de lo debido, si alguien los veía así seguro que pensarían otra cosa. Se miraron a los ojos, Bill lo miraba retadoramente, como esperando alguna reacción de él, tal vez un puñetazo o algo por el estilo, pero nada. 

Andrew se sentía tentado por los labios de su contrarío, pero no, eso no podía ser.  Aún con todo lo que se había metido podía pensar, aunque su corazón latía rápidamente incitándolo a que solamente lo hiciera. 

—Nos vemos pijo —dijo Bill alejándose de él antes de que Andrew hiciera cualquier acción, dándole una palmadita en la mejilla y comenzó a caminar. 

Se quedó viendo como se marchaba y entraba al club de nuevo, perdiéndose entre toda la muchedumbre. Tal vez era hora de regresar a casa y darle un merecido descanso a su cuerpo. Las palabras de Bill lo habían trastocado. 

Fue a su casa como pudo y se acostó en su cama, esa noche no durmió pensando en Bill y en todas las cosas que le había dicho. A él por lo regular no le importaba lo que le dijeran, le importaba una mierda si creían que era la peor persona del mundo, un ebrio, un drogadicto, pero de cierta forma le importaba lo que pensará Bill de él. Se odio aún más por eso. 

No llevaba más de un día de conocerlo, y ya quería ser una mejor persona solo por él, ¿Acaso eso era posible? 

martes, 4 de septiembre de 2012

Mundos Alternos

CAPITULO 1


¿Andrew estás listo?, tengo una cita muy importante y  no llegaré tarde por tu culpa –gritó  Steven tocando la puerta de la habitación de su hijo.

Ya voy, ya voy –contestó el muchacho con tono irritado abriendo la puerta de su habitación dejándose ver, esta vez no llevaba su típico maquillaje de siempre, solo un poco de delineador y listo.

Ve a comer rápido que en 10 minutos nos vamos –dijo palmeándole la espalda su hijo cariñosamente, el muchacho asintió sin ganas.

­No entiendo porque cada que vas a ver a una banda nueva tengo que ir contigo –se quejo, Steven lo miró seriamente,

Porque algún día todo lo que tengo será tuyo, y quiero que veas cómo es todo esto, no puedes elegir a una banda solo porque toque bien, tienes que ver todos los detalles ya que es tu dinero el que está en juego—. Andy rodó lo ojos “¡Como si me importara!” pensó.

Como sea, ya quiero salir de esto así que vámonos– le contestó con fastidio y comenzó a bajar las escaleras para ir directamente al coche que los llevaría a la gran disquera de su padre.

Andrew Tyler o mejor dicho “Andy Sixx” para los amigos, era el hijo de 21 años del famoso rockstar. Muchos pensarían que al ser hijo de quien era también intentaría ser un cantante rock reconocido, pero no, a él simplemente no le iba eso de andar de gira y trabajar para ganarse la vida, prefería que su padre le diera todo, y cuando el faltará, bueno, tendría la empresa de su padre solo para él ya que era hijo único, no veía el por qué de esforzarse tanto.

Le gustaba componer, y lo hacía muy bien, palabras dichas por su mismo padre, pero las canciones eran solo de él, nadie más las había visto nunca –ni lo harían, ya que tampoco quería venderlas-, sólo su padre, amigos cercanos y por supuesto él.

Christian, su mejor amigo desde la secundaria y él tenían una banda solo para pasar el rato. Todos sus amigos –incluyendo los chicos de su banda- eran niños ricos con mucho tiempo de sobra, pasión por el rock y dinero para gastar en lo que fuese, inclusive comprar un lujoso yate solo para ir a vacacionar por unos días.
Andy podía tener de todo, ropa de marca, autos caros, viajes lujosos, chicas a diestra y siniestra, pero lo que el más anhelaba y nunca había tenido era el cariño de una madre; siempre criado en prestigiosos internados ya que su padre se encontraba de gira trabajando y su madre había fallecido a pocas horas de traerlo al mundo debido a una fuerte hemorragia. 

Tal vez, solo tal vez ese era el motivo del fuerte y engreído carácter de Andrew, siempre había obtenido lo que quería sin nada a cambio, sin esfuerzo alguno, todo dado solo para compensar la falta de atención que había tenido desde siempre, pensaba su padre y se arrepentía de eso cada día, pero ya no podía hacer nada.

Bien solo espera aquí, voy a una junta con los otros productores, los chicos de la banda nueva llegarán a las 5 –dijo Steven a su hijo dándole paso para que entrara a su gran oficina, con vista panorámica de toda la ciudad– puedes tomar mi laptop –habló cuando vio que Andy se sentó en su escritorio pero por favor, no gastes más de un millón en una gilipollez como la última cosa que compraste.

El chico sonrió divertido, aún recordaba todo el drama que su padre había hecho solo porque se había comprado un Ipad bañado en oro con diamantes Swarovski incrustados para su flamante Ferrari negro, nada pretencioso. “Te ganas eso en un día padre” recuerda que le dijo mientras discutían por la compra.

No haré nada malo viejito, solo medio millón ¿vale? –dijo a su padre para molestarlo ya que no pensaba en comprar nada, no tenía ánimos para eso. Su padre solo negó con la cabeza y salió rápidamente hacia alguna otra oficina del gran edificio en el que se encontraban.


Mientras tanto en otro lugar de la ciudad un joven pelinegro caminaba apresurado, el autobús que pasaba solamente cada veinte minutos lo había dejado y ahora se le hacía tarde.

“¡Joder, mi cabello se hará mierda!” pensó mientras corría hacia la parada de taxis más cercana que había y se maldecía internamente por tener que parar su cabello, eso le había quitado mucho tiempo y para colmo de males llegaría en mal estado.

“Bill ¿dónde estás? ¡ya son las 4:55! ¡no perderemos ese puto contrato por tu culpa!”

Leyó que decía el mensaje que Georg le había enviado. Bien, eso lo puso aún más nervioso de lo que segundos antes ya estaba.

Para su suerte llegó pronto al sitio de taxis y este lo llevo a su tan ansiado destino. Cuando el taxi aparco frente a la famosa disquera bajo rápidamente y pudo ver a Tom, Georg y Gustav en la entrada del edificio.

Les explico luego, ahora apúrense –dijo cuando estuvo a su lado.

 5:05, ¡mierda!

Subieron rápidamente al ascensor y en el trayecto Bill les explico el porqué de su demora. Estaban a punto de golpearlo entre los tres por la según ellos “estúpida excusa” cuando las puertas del elevador se abrieron indicando que ya habían llegado a su destino.

No sabían a dónde dirigirse cuando de pronto Bill escucho que alguien lo llamaba. Volteó hacia donde provenía la voz y pudo ver como un chico de cabello café, alto, bien parecido y con lentes de aviador se acercaba hacia ellos.

Hola, soy David, el manager de Steven –dijo el chico una vez que estuvo cerca de los otros cuatro tendiéndoles la mano. Bill no pudo evitar sonrojarse cuando vio que el tal David le sonreía coquetamente, pero él no iba ahí a buscar amoríos sino un contrato. –Rápido, les dije que fueran puntuales así que prepárense para soportar los desplantes de el “príncipe del rock”dijo mientras hacía comillas con los dedos ante la última palabra.

Bill comenzó a reír en silencio “Príncipe del rock” ¡Já!, para eso primero tenía que ser un músico bueno y reconocido, no simplemente el hijo de uno, se dijo así mismo en su cabeza.

Llegaron frente a una elegante puerta de cristal y David toco con los nudillos; escucharon que contestaron “Adelante” y entraron.

Lo primero que vieron al entrar a la gran oficina fue a Steve sentado en su gran escritorio y los chicos tuvieron que luchar contra su instinto de fanatismo para no correr y hacer que les diera un autógrafo, no querían que el rockstar pensará que eran unos “lame culos” solo para que les diera un contrato.

Señor, aquí están los chicos –habló David acercándose al escritorio de su jefe y entregándole varios folders.

Steven iba a hablar para darles la bienvenida cuando se oyó una voz a un lado.

Vaya, ¡hasta que se dignan a llegar! –dijo Andrew sarcástico, todas las miradas fueron a dar contra él que se levantaba del sofá que había en la habitación y caminaba hacia donde se encontraba su padre– mira que todavía no son famosos y ya se dan el lujo de hacernos esperar –su mirada y la de Bill se conectaron, Andy lo miró despectivamente de arriba hacia abajo, lo que él no esperaba es que el pelinegro lo haría de igual manera.

“¡¿Cómo se atreve a mirarme así ese mocoso?!” pensó molesto.

“¡Con que eres tú la diva! yo te bajaré los humos” era lo que Bill pensaba. No había pasado por alto el tono en que les había hablado ni que los hubiera mirado como si fueran poca cosa.

– ¡Basta Andy! regaño Steven dedicándole una seria mirada a su primogénito, este solo frunció los labios– sus motivos deben de tener para haber llegado unos minutos tarde, no es la gran cosa–. Bill le sonrió burlonamente y Andy rodó los ojos.

Como sea –respondió restándole importancia y sacando su iphone comenzando a enviar un mensaje.

Bien, díganme sus nombres.

Yo soy Bill Kaulitz –dijo Bill alegre tendiéndole la mano a Steven y estrechándola, luego fue con su hijo y este solo lo miro con desdén. Si no fuera porque era hijo del que podría llegar a ser su jefe Bill le hubiera dicho hasta de lo que se iba a morir por su falta de educación. ¿Qué acaso todos los hijos de ricos eran como él? de ser así, seguro iría a la cárcel por golpear pijos.

Gustav Schäfer –Andrew comenzó a reír “¿Qué clase de apellido era ese?” todos lo miraron de nuevo y él sonrió angelicalmente como si nada.

Me llamo Tom, Tom Trümper –habló el guitarrista de pronto saludando al rockstar– un gusto.

Al decir esto Tom y Bill se habían volteado a ver y sonreído involuntariamente, cosa que no pasó por alto para el hijo del rockstar. ¿Acaso el tal Bill era novio de Tom? no pudo pensar una respuesta ya que rápidamente se reprendió ¡no le importaba una mierda lo que fueran! él no era marica, aunque no podía negar que al ver al pelinegro se le había hecho bastante guapo, lástima que le cayera tan mal. 

Soy Georg Listing –dijo el ojiverde al final.

Bien, pues ustedes ya saben quién soy y el es mi hijo Andrew –el mencionado sonrió con falsedad  hoy me ayudará a ver si son tan buenos como me dijo David, y de ser así, prepárense para ser famosos, así que vamos a la sala de audio para las pruebas—. Los ojos de los cuatro chicos brillaron de la emoción.

Lo son –habló David mirando embobado a Bill y este le sonrió, le había gustado, de eso no había duda. Andy sintió algo molesto cuando vio como Bill y David se miraban fijamente y se sonreían, por eso decidió hacer acto de presencia.

Más te vale David, espero no sea solamente una pérdida de mi tiempo –dijo comenzando a caminar hacia la sala de audio siendo seguido por los demás. 


lunes, 3 de septiembre de 2012

Mundos Alternos




Resumen:  Él era el hijo de una leyenda del rock, egocéntrico, engreído, altivo… podía tener lo que quisiera a la hora que fuese.
Él por su parte, era un chico que tenía un único sueño ¡Ser una estrella reconocida de rock!
Mundos muy diferentes, personalidades muy parecidas, al final alguien tiene que ceder.

¿Podrías dejar de ser tan egoísta y amar algo que no seas solo tú mismo?
Si ríes el mundo ríe contigo, pero si lloras lo haces solo… ¿Ahora entiendes?

Clasificación: +18

Categoría: Slash
Género: Romance. 
Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenecen, lo demás es de mi autoría. 




INTRODUCCIÓN 


Wow ¿de verdad le interesa oír a mi banda en vivo? preguntó sorprendido y emocionado al mismo tiempo el pelinegro de 17 años, su nombre es Bill Kaulitz, líder de su propia banda de rock, el sueña como todos los jóvenes de su edad con ser el próximo Alice Cooper.

Sí, enserio, le mostré su demo al Señor Steven y dijo que se oían muy frescos y que le gustaría conocerlos y escucharlos en vivo, ya sabes…  y si lo hacen bien, tal vez se ganen un contrato y la oportunidad de sus vidas contestó del otro lado del teléfono el Manager del gran Steven Tyler, sí, ese Steven; el vocalista de Aerosmith.

¡Santa mierda! fue todo lo que pudo decir Bill mientras se llevaba una mano a la boca conteniendo el grito de emoción que estaba atorado en su garganta, no podía creer que al fin alguien le daría a él y a su banda la oportunidad de demostrar lo talentosos que eran.

“¡Ya era hora de que algo me saliera bien!” pensó para sus adentros. Y es que después de que Johannes lo abandonara por otro, su mundo se había venido abajo, pero nunca se mostraría herido, su alto ego jamás se lo permitiría; ¿cómo había podido cambiarlo por esa puta?

Dejo de pensar en eso y se enfoco en lo que de verdad importaba en ese momento, su futuro.

¿Estás feliz? muchos matarían por tener una oportunidad como la que les estamos dando.

¿Feliz? por favor, estoy teniendo un éxtasis de emociones contestó sincero.

Bien, entonces nos vemos mañana en la disquera, el señor Tyler los estará esperando dijo con tono estricto.

Claro, estaremos ahí puntuales.

Más te vale ya que el divo de su hijo irá con él y créeme, no tiene un lindo carácter; lo habría aventado a un barranco hace mucho si no supiera que su padre es mi jefe—. Bill frunció el entrecejo ¿por qué le decía todo eso a él? ¡le valía una soberana mierda! él no iría a hacer ningún trato con el hijo del rockstar.
¿Tan mamón es? —preguntó Bill incrédulo, no porque le importara, sino a modo de cortesía ya que el manager se había portado muy bien con él.  No escucho respuesta, pobre… ni siquiera tenía idea.

Lo verás tu mismo contestó al fin. Nos vemos a las 5, sean puntuales dijo haciendo énfasis en la última palabra.

Está bien, hasta mañana entoncesy así termino la conversación.

El pelinegro se levanto de su cama rápidamente y miró el reloj, eran las dos de la tarde ¿cómo había podido dormir tanto tiempo? se preguntó internamente, pero bueno, había oído que la belleza se conservaba durmiendo, y él estaba dispuesto a probar si eso que decían era cierto; ¿nada perdía intentando no?  él sabía que tenía una infinita belleza y cada que alguien se lo decía él solía responder con un simple “lo sé, gracias” dejando a los demás sin palabras ante su falta de modestia.

Una vez que estuvo fuera de la cama se puso su típico pantalón entubado, una camisa con el logo de Mötley Crüe, sus botas, se maquilló como siempre lo hacía y salió directo a encontrarse con los chicos que conformaban su banda. Sus nombres eran Georg, Gustav y Tom, sus mejores amigos desde que tenía memoria. Cada uno vestía como le venía en gana, y aunque el último de sus amigos tuviera pintas de rapero amaba el rock al igual que los otros tres.

Después de tanto caminar sí, porque no tenía dinero para comprarse ni siquiera un auto del año del caldo—, llegó a la cafetería en la que había quedado de verse con los chicos.

¡WOOOOOW! ¡LA GRAN PUTA! ¡No juegues con eso Bill! ¿Enserio? ¡ES QUE JODEEER! gritaba y a la vez brincaba Tom, el guitarrista de la banda. Bill solo sonreía feliz, al igual que los otros dos chicos con los que se encontraba.

Nunca jugaría con eso weón, no miento, hoy me habló el manager de Steve y dijo que nos esperaba mañana puntuales en la disquera, que el mismísimo Steven Tayler quería escuchar como sonamos en vivo, y si cree que somos buenos, con suerte hasta un contrato conseguimos.

-¿Y a qué hora tenemos que estar ahí? preguntó Gustav.

-A las cinco, y me jodió mucho con eso de la puntualidad ya que según irá su hijo con él y es medio mamóndijo mientras se acomodaba mejor la chaqueta que traía puestano sabía que tenía un hijo…

Tal vez porque vives concentrado en ti mismo sugirió Georg.

No veo motivo alguno en interesarme en los demás, yo soy lo más importante—. Todos empezaron a reír, sabían cómo era Bill; “maldito egocéntrico adorable” era lo que pensaban de él.

Bien, entonces si quieren puntualidad démosle puntualidad dijo Tom divertido mirando a Bill, esté solo asintió.

Espero que su hijo no nos ponga trabas —comentó de repente Gustav.

No te hagas ilusiones Gus, seguro que ese hijo de puta nos la pondrá difícil habló Bill mirándolos serio. Con la descripción que le había dado David, el manager de Steven, estaba seguro que el hijo del rockstar sería un autentico niño pijo y se creería más que ellos.

Pero él no estaba dispuesto a ser visto como poca cosa por nadie, y si ese tipo lo quería ver de esa forma, le tendría que bajar los humos y tratarlo de la misma manera, el hecho de que fuera el hijo de una estrella de rock no lo hacía igual de talentoso que su padre, en pocas palabras no ganaba su respeto.

Pasadas las horas y después de tanto hacer planes para el día siguiente, cada uno tomo camino hacia sus respectivas casas.