sábado, 5 de enero de 2013

All that i want is you...

¡Hola! Bien, esta vez no me tarde millones de alos y aquí les traigo el siguiente capitulo de este fic. Gracias por los comentarios en el capi anterior, me gusta saber que no se han olvidado de mi fic. 
Enjoy!

CAPITULO 35: No es igual.



Bill vio como el trenzado salía por la puerta y la cerraba a sus espaldas. Le quería decir que no se fuera, que él no era directamente la causa de su estado de ánimo, aunque si tenía que ver en cierta forma con él. 


Él había sido el primero en engañarlo con otro, y aunque de eso ya tuviera algún tiempo y se hubiera prometido olvidarlo y superarlo, era algo que dejaba marca en su mente y corazón. ¿Acaso siempre sería así? ¿sus parejas siempre terminarían cansándose de él y viéndose con alguna otra persona a sus espaldas? 



Eso era realmente triste y patético. Él mismo era patético. 



Tenía ganas de hablar con alguien sobre lo que había pasado, pero ese “alguien” obviamente no podía ser Tom, no quería su lastima, ¿Qué pensaría del pobre chico al que todo el mundo traicionaba? 

seguro que una vez que hubiera salido por la puerta se hubiera echado a reír. Aunque Tom había cambiado y tal vez lo estaba juzgando mal antes de tiempo, pero él sentía que ya no podía confiar verdaderamente en nadie con respecto a sus sentimientos, solo podía confiar en Andy y ahora mismo no estaba.


Abatido y cansado de pensar y lamentarse tanto sobre su vida, decidió que era mejor ir a su habitación y dormir, nada ganaba quebrándose la cabeza de ese modo. 



***



Recostado sobre su cama Jared no podía dejar de pensar en lo sucedido, era seguro  que Bill no lo perdonaría nunca. Se odiaba él mismo por haber actuado de manera tan estúpida y haber engañado a Bill. Se sentía estúpido y se negaba a aceptar que sentía algo o tal vez mucha tristeza al recordar la cara de Robert; al recordar la tristeza que embargó su fino rostro cuando él había dicho que el chico no significaba nada para él. Quizás no significaba nada, quizás lo significaba todo.  Ni él mismo lo sabía, lo único de lo que era consiente era del vacío que sentía dentro. 



¿Y si Bill tenía razón? ¿qué pasaría si él en realidad se hubiera enamorado de Robert con el tiempo? 



Si eso había pasado estaba jodido. Jodido porque estaba seguro que Robert tampoco querría saber más de él. 



Se pasó las manos por detrás de la nuca y  suspiró. Se sentía muy solo y así era justo como estaba y se merecía. Cerró los ojos tratando de olvidarse aunque sea por una milésima de segundo de sus problemas, de los problemas que él mismo había causado. 



Cuando los cerró, las imágenes de Robert llorando regresaron a su cabeza y la sensación de malestar se hizo aún más presente. 



Según sus propias palabras, Robert no significaba nada en su vida, no era nadie importante, entonces… ¿por qué sentía esa maldita necesidad de marcarle al móvil y saber cómo se encontraba después de lo sucedido? ¿por qué sentía esa ridícula sensación de querer correr a donde fuera que se encontrase y de estrecharlo entre sus brazos hasta que dejara de llorar? No lo sabía, o mejor dicho, se negaba a ver la realidad de las cosas. 



Después de pensarlo durante unos minutos, tomó el teléfono dispuesto a marcarle a Robert, solo para saber cómo se encontraba, pero no lo amaba, no de la misma manera que a Bill. Entonces no podía entender porque su corazón estaba tan roto, y se dio cuenta de que no  tenía nada que ver con el pelinegro ese sentimiento, pero aún así se negaba a aceptar sentir algo más por el castaño que horas atrás era su amante. 



Hizo varias llamadas al celular y casa del castaño y una vez convencido de que no le contestaría dejó de hacerlo. No le iría a buscar a su casa, porque no necesitaba ver como estaba, porque no necesitaba que lo perdonara. Porque no necesitaba su amor.



***



Había caminado quizás por dos horas enteras y los pies le dolían, los ojos le ardían después de llorar hasta quedarse sin lágrimas, la fina brisa helada caía sobre su rostro haciéndole sentir el cuerpo algo entumido y muy frío, pero ni aún así no pensaba detenerse. 



Caminar le hacía bien, el dolor que sentía en sus mejillas congeladas le gustaba, porque era masoquista y le gustaba el dolor. Le gustaba hasta el dolor que las palabras y acciones de Jared habían dejado en él, en su corazón; pero aunque en cierto modo le gustará ese tipo de dolor que le provocaba, también lo odiaba por eso, por hacerlo sentir un completo idiota quinceañero enamorado por primera vez. 



Jared no lo quería y nunca lo haría, él no tenía ojos más que para su amadísimo Bill, lo demás de importaba una completa mierda. 



Jared era calculador, manipulador, mentiroso, egoísta, infiel, tenía demasiados defectos detrás de esa cara de ángel, pero aún así le amaba, le amaba, le amaba… lo peor era que lo seguiría haciendo por quien sabe cuánto tiempo más y el ojiazul seguiría tras el culo de Bill sin importar cuanto lo amará y cuanto se lo demostrara. Él era poca cosa en comparación con el pelinegro, o eso le había hecho sentir Jared cuando estaban juntos todo el tiempo, y aún así nunca lo había dejado por estúpido. 



Pero nunca más, el hecho de que lo amara no lo seguiría haciendo ser su tarado que le soportaba todo y siempre estaba ahí cuando el otro lo necesitaba, cuando Bill lo ignoraba y Jared iba a contarle sus penas. Ya no más. Ese día había aprendido que para amar a una persona, primero se tenía que empezar a amar a sí mismo, y eso era lo que haría a partir de esa noche. 



De pronto su celular comenzó a sonar y vibrar dentro del bolsillo de su chaqueta de cuero y aunque no quería saber nada de nadie, decidió que sería prudente aunque sea ver de quién era la llamada. 



Sacó el móvil y miró la pantalla, viendo el nombre de la persona a la que más amaba y odiaba al mismo tiempo y de quién menos se lo hubiera esperado en ese momento. Era una llamada del ojiazul y por supuesto que no contestaría. Después de todo, entre toda su idiotez, se encontraba su dignidad así que dejó que el teléfono sonara y sonara. 



A partir de la quinta llamada seguida prefirió apagarlo, se sentía harto y lo único que quería hacer era llegar a su casa y tumbarse bajó las mantas de su cama a seguir llorando por él si era posible, si es que aún por milagro divino conservaba una que otra lagrima. 



Quería llorar toda la noche y el día siguiente si era posible, sacar todo el dolor que sentía dentro y despejarse, porque después de eso sería como si el ojiazul nunca hubiera entrado en su vida. Y se le partía el corazón de solo pensar en tener que hacer eso, pero era necesario ya que Jared nunca dejaría de respirar a través del pelinegro.



Ahora podía entender como se había sentido Bill al saberse engañado de Tom, alguien a quién el pelinegro amaba a sobremanera a pesar de saber que era un cabrón, justo como él amaba a Jared. El amor nunca era justo.



Después de caminar durante un rato más, por fin llegó a su casa. 



Caminó como sonámbulo desde la  entraba de su casa hasta la sala y una vez ahí, apretó el botón de los mensajes de su teléfono de casa casi por inercia. 



“Usted tiene 10 mensajes nuevos” dijo una voz computarizada. Sin pensar en nada le dio play para oírlos, o al menos aparentar hacerlo ya que su mente se encontraba divagando muy lejos de donde su cuerpo estaba. 



Los primeros tres mensajes eran de sus mejores amigos, invitándole a unas vacaciones por Alaska ya que irían a esquiar. El siguiente mensaje fue de su madre, preguntándole como se encontraba y los siguientes seis eran de él. De su amado tormento. 



“Robert, contéstame el teléfono por favor, se que estuvo muy mal lo que dije y me siento muy ma… solo, solo contéstame el maldito teléfono. Te quiero.”



Aunque su voz sonaba algo apagada, Robert sabía que era solo otro de sus trucos. Jared podía decirle que lo quería miles de veces, pero esas no eran las palabras que él quería y necesitaba escuchar. 



Porque querer era muy diferente de amar, y eso ni viviendo mil años lo conseguiría. 



Desconectó el cable de su teléfono de casa, no quería seguir oyendo los mensajes ni quería que el teléfono sonara, no quería caer de nuevo como imbécil ante sus dulces palabras. Empezó a sentirse mareado y decidió que lo mejor sería ir por un vaso de agua y una aspirina. Fue hasta la cocina e ingirió la pastilla. Cuando se disponía a ir a su habitación a dormir por horas, el timbre sonó. 



Temeroso caminó hasta la puerta de entrada de su casa, quizás era su madre preocupada por la llamada no regresada, siempre era paranoica o quizás alguno de sus amigos exigiendo una respuesta para el viaje, ya que se irían al día siguiente. La puerta de su casa no tenía orificio para ver quién era desde adentro, así que abrió la puerta solo un poco topándose con unos desesperados ojos azules.



Rápidamente trató de cerrar la puerta, pero el ojiazul fue aún más rápido y logró colar su pierna por en medio de la puerta y el marco de esta, haciendo que quedase semi abierta. 



—Por favor Robert, tenemos que hablar —dijo rápidamente Jared mientras asomaba su cabeza por entre la puerta. 



—No quiero hablar contigo, no tenemos nada de qué hablar, creo que todo lo dejaste muy en claro —le contestó mientras empujaba la puerta para que no la pudiera abrir más. 



—Yo no quise decir que no me importabas nada. Déjame explicarte por favor.



Seguro que se veían como unos niñitos de esa manera y él tenía vecinos, tal vez lo mejor era dejarlo entrar aunque fuera unos minutos.



—Está bien, pero hablas rápido y te largas de mi casa. 



Jared nunca lo había visto tan enojado y cortante con él, y se asustó. Le aterraba la idea de que Robert lo sacara para siempre de su vida, porque a pesar de que él se repetía que no sentía nada fuerte por él, la realidad de sus sentimientos era otra y por ese mismo sentimiento estaba ahí después de dar vueltas en su cama sin poder dormir a causa del castaño.



El ojiazul pasó dentro de la casa de Robert, esa que tantas veces había sido su refugio, donde tantas veces le había hecho el amor y donde le había contado sus penas, uno de los pocos lugares en los que se sentía bien y con un calorcito agradable en el pecho cuando se encontraba abrazado con Robert en el sillón viendo tele. Ahora todo parecía tan frió e irreal… 



—Habla—dijo tajante el castaño, trayéndolo de vuelta a la realidad. 



—Yo… yo te quiero pedir perdón, no fue mi intención decir lo que 

dije, esa mierda de que no me importas es falsa —se trató de acercar un poco a Robert, pero este retrocedió al ver sus intenciones.  Jared sintió que el mundo se le venía abajo cuando Robert se alejaba porque no quería su contacto en su piel… en su fina y hermosa piel, la misma que le gustaba recorrer con sus labios. 


—No te creo.



—No te estoy mintiendo…



—Quiero que te vayas, estoy más que seguro de que si quisiste decir lo que dijiste, así como estoy seguro de que no quiero seguir siendo tu estúpido plato de segunda mesa —abrió la puerta indicándole con una mano que se marchase, pero el ojiazul no le hizo caso. 



—Tú sabías que yo estaba con Bill y no te importó.



—Porque fui un iluso y pensé que algún día llegarías a cansarte de 

todos los rechazos de Bill y comenzarías a amarme, pero ya me convencí de que no. Ahora el que está cansado soy yo. 


—Te quiero —le dijo en tono bajo y algo titubeante el ojiazul.



—No es igual. No es lo que yo busco y ya no me interesa nada contigo, así que por favor vete de mi casa.



—¿Podemos salir mañana cuando ambos estemos más tranquilos y hablar de esto? 



—No



—No me iré hasta que accedas —Robert rodó los ojos y se cruzó 

de brazos.


—Está bien, mañana a las 2 en el café de siempre. Y dame las llaves que te di de mi casa.



Jared lo miró suplicante, sentía que si le entregaba las llaves estaría aún más distante de él, pero no las podía retener con él si Robert las quería porque era su casa, así que con toda la pena del mundo se las regresó. 



—Entonces mañana en el café… —habló Jared después de los largos segundos de silencio que se habían formado después de entregarle las llaves. —No faltes, por favor —dijo mientras salía por la puerta.



Robert no le contestó nada, solo le cerró la puerta en la cara, dejando a un triste y confundido ojiazul del otro lado. 



El siguiente día llegó y Jared fue puntual a su cita en el café con Robert, pero esté aún no llegaba. Decidió esperar, quizás y había mucho tráfico y se le había hecho tarde.



 Espero y espero, y una vez pasadas dos horas de esperar y muchas llamadas sin contestar, se convenció de que no iría. Y no iría porque Robert se encontraba a en el aeropuerto, en la espera de un vuelo hacia a Alaska junto con sus amigos. Un vuelo que lo llevaría lejos del ojiazul. 



Había dicho que no caería de nuevo en las redes de Jared, y eso haría aunque se tuviera que ir lejos por un tiempo. 



Esto es todo por hoy, espero y les haya gustado. Sería genial si me dijeran como les pareció el capi. ¡Se acerca el M-preg! :D Besos <3 font="font">