CAPITULO 6
La sesión de fotos había concluido
con éxito. Ahora todos se movían de un lado a otro recogiendo el equipo
fotográfico que se encontraba en el jardín de la casa Tyler. Los chicos de
Tokio Hotel ya se habían ido, menos Bill, que fue llamado por Steven a su
oficina para ver lo de unos asuntos pendientes que tenían.
El ojiazul no había podido despegar
la mirada del pelinegro en todo el tiempo que la sesión había durado, pendiente
de todos y cada uno de los movimientos de Bill, que se veía muy feliz mientras
posaba al lado de Tom.
“¿Si tan feliz es con ese idiota a su lado porqué no se
casan, adoptan muchos hijos, se compran un perro y se van a vivir al campo?” pensaba Andrew molesto, cada que veía como Bill le coqueteaba
a Thomas, desde la lejanía del camastro en el que se encontraba acostado. Había tenido ganas de correr hacia Bill,
despegarlo de Thomas y encerrarlo en su cuarto para que nadie lo tocara, ni
siquiera que lo vieran, solo él. ¿Qué tan enfermo era eso?
No tendría por qué estar enojado, al
fin y al cabo, Bill no era nada suyo, no tenía ningún derecho sobre él; no
tendría que estar celoso, pero lo estaba.
Ya era de noche y él seguía en la
piscina, estaba recostado en el camastro observando las estrellas que se
alzaban orgullosas en el cielo oscuro.
Tan bellas, tan increíbles, tan únicas, tan indomables e inalcanzables. No supo por qué, pero Bill
se le vino a la mente de pronto. Tal vez, él era una estrella, su estrella.
Sus amigos se habían ido horas antes,
ya que como todos tenían novia, tenían que estar con ellas, él era el único
soltero, y así sería por un buen rato. Miro hacia la ventana que estaba en el
despacho de su padre y vio que la luz estaba encendida, seguramente seguía
trabajando, y si era así, el pelinegro seguía ahí.
Cerró los ojos, tenía ganas de
escaparse del mundo por unos segundos si era posible, pero no, era como si
tuviera a Bill tatuado en sus pupilas y eso comenzaba a preocuparle demasiado.
De pronto escucho unos pasos a sus
espaldas, tal vez era la señora del servicio que pasaba por ahí. Abrió los
ojos, y para su sorpresa era Bill que pasaba a su lado sin siquiera voltearlo a
ver un poco. Su corazón empezó a latir rápidamente con solo verlo y recordar
ese beso que le había dado en el parque, se sentía tan estúpido por sentir
vergüenza, pero, es que él lo había besado y se había sentido tan bien, deseaba
probar esa boca tan seductora y dulce de nuevo. Desde ese día cada que pensaba
en Bill, su estomago sentía esos extraños y asquerosos “bichos”.
¿Qué? ¿acaso no pensaba ni siquiera
decirle “hola”? ¿tal vez un simple “adiós”? ¡no! como siempre, Bill se
comportaba como una completa diva. Odiaba que eso le pareciera tan atrayente y
sexy en él.
Vio como Bill se alejaba y se
desespero. ¡A la mierda el orgullo y la vergüenza!
Se levanto del camastro y lo siguió
sin pensar, como si sus piernas tuvieran un imán que lo arrastraban hasta Bill
automáticamente.
Casi corrió hasta donde él pelinegro
iba ya que caminaba rápido el muy cabrón. Su mente le decía que no lo hiciera,
ósea, él era el gran Andrew Tyler, no se suponía que le tenía que casi rogar a
las personas para que le hablaran, ya que la mayoría del tiempo, eran estás las
que buscaban obtener su atención a cualquier precio, y saber que a Bill le era
igual de indiferente como cualquier otro ser humano le podía y machacaba su orgullo.
—Ahora ya ni quiera te despides— le
dijo una vez que estuvo a su lado. Bill volteo a verlo con el ceño fruncido y
cara de pocos amigos, cada vez entendía menos las actitudes del ojiazul. Sentía
un tanto de vergüenza al recordar que Andrew lo había besado, pero se hacía
valiente argumentando en su mente que había sido Andy quien lo había besado, no
él, en todo caso, el avergonzado debería de ser el ojiazul.
—Con eso de que eres bipolar y
cambias tu humor cada 3 segundos, prefiero no hacerlo. —le contesto encogiendo
los hombros, restándole importancia. Bill se iba a girar de nuevo para irse de
ahí, pero la voz de Andrew lo detuvo.
—¿Ya te vas? ¿dónde dejaste a tu
noviecito Tom? es muy tarde como para que andes solito, y con esas pintas de
muñeca de porcelana, te podrían robar Billito. —escupió venenosamente, sentía
ganas de decir toda esa basura de solo pensar en Tom junto a Bill en cada pose,
de recordar como el pelinegro lo había ignorado toda la tarde, pero ¿qué acaso
él no había hecho lo mismo al no ir a verlo ni una sola vez en toda la semana
después de que lo beso? ¡no! según él, era diferente.
—¿Qué? ¿acaso estás celoso? —Bill le
sonrió burlonamente.
—¿Yo celoso? ¡qué chistoso resultaste
ser! —Andrew comenzó a reír como si Bill le hubiera contado el mejor chiste del
mundo.
—Bien, entonces si no te importa, me
voy a ver a Tom que me espera en mi departamento. —le dijo Bill mientras le
guiñaba el ojo derecho y se daba la media vuelta, Andy se puso serio al oír eso
y no pudo más.
—¡Tu no irás a ningún lado, mucho
menos a ver a ese tipejo! —le grito y se puso frente a Bill impidiéndole el
camino.
—¡Y tu a mi no me vas a decir que
hacer y qué no hacer! —le contesto Bill de la misma forma.
—No creas que no vi como lo mirabas,
no lo entiendo, si tantas ganas le traes ¿por qué no simplemente se hacen
novios y viven felices para siempre? —soltó con desprecio y rodo los ojos.
—Lo que yo no entiendo es por qué te
importa tanto lo que haga o deje de hacer.
—No me gusta que lo veas cómo lo
hiciste esta tarde, no me gusta que estés siempre cerca de él y se susurren
cosas. Es tan…. agggh, simplemente me enferma. ¡Me vuelvo loco desde el día en
que te conocí! —dijo sin pensar.
—¡Homofóbico de mierda! si tanta
repulsión te da el acercamiento entre dos hombres ¡¿entonces por qué mierda me
besaste?! —le grito Bill, odiaba a las personas como Andrew, si tanto asco le
daban los homosexuales, simplemente no tenía que mirar.
El corazón de Bill se rompió, él
sentía muchas cosas por Andrew, cada que lo veía su corazón latía desesperado,
pero le dolía el hecho de saber que Andy era terriblemente homofóbico, David se
lo había dicho y el ojiazul se lo estaba confirmando con esas simples palabras
y miradas de desprecio.
Odiaba quererlo, odiaba sentirse tan
confundido por Andrew, a veces sentía que Andy le correspondía a sus
sentimientos, pero luego sus acciones le hacían pensar que no era así.
—Me largo de aquí. —Bill sentía ganas
de llorar, pero por supuesto que no lo haría frente a él.
—¿Qué? estás entendiendo mal. —trato
de explicarle el ojiazul a un enojado pelinegro, entonces en un movimiento
rápido y sin pensarlo, Bill lo aventó al agua.
—Eso te pasa por meterte en mi vida,
déjame a mí y mis asuntos, ¡maldito homofóbico! —grito Bill mientras miraba a
Andrew desde lo alto de la piscina.
—¿Por qué mierda me empujaste?
—¡Por ser tan idiota!
—Espera, lo entendiste todo mal. —le
decía el ojiazul desesperado desde adentro de la piscina.
—¿Sí? y según tú ¿qué fue lo que
entendí mal? —Bill se cruzo de brazos.
—No me enferma el hecho de que ambos sean
hombres, no tengo problemas con eso, hace unos días sí, pero ahora ya no —Bill lo miraba confuso, lo estaba
confundiendo aún más— me enferma el hecho de saber que tu siempre estás con él,
que te toca, que te tiene cerca y te hacer reír. Odiaría pensar que sientes
algo por él.
¿Pero qué mierda le estaba diciendo?
acaso… ¿acaso era lo que Bill pensaba?
—¿Eso qué putas significa?—no quería
malinterpretar las palabras de el ojiazul y hacerse ilusiones.
—Si me ayudas a salir te lo explico.
—le contesto Andrew sonriente desde la piscina. Bill, aunque no entendía porque
simplemente no salía por su propia cuenta, cedió a ayudarle, quería que le
aclarara lo que le acababa de decir lo más pronto posible o su cabeza
explotaría.
Le tendió la mano derecha para
ayudarle a salir, pero en vez de eso, Andrew lo jalo hacia él haciendo que el
pelinegro también cayera dentro de la piscina.
—¡Pedazo de idiota! ¡te mataré!—le
reclamo Bill una vez que salió a flote y recupero el aliento, Andy reía
divertido, amaba verlo así, mojado, enojado, se le hacía realmente tierno. Tomo
la diminuta cadera del pelinegro y atrajo hacia él, juntando así sus cuerpos
dentro del agua.
—Antes de que me hagas cualquier
cosa, quiero explicarte lo que dije hace unos momentos, pero en vez de decirlo,
te lo demostraré con hechos. —Bill cada vez entendía menos.
Y entonces sin dejar que Bill dijera
alguna cosa más, acerco su rostro al de Bill y lo beso. Él marco ese ritmo
apasionado, Bill había abierto la boca, dejando que el ojiazul introdujera su
lengua en esta.
No podía explicar todo lo que estaba
sintiendo, pero se sentía pleno y feliz con el pelinegro estando de esa forma. Así
que lo aceptaba, Bill lo había vuelto completamente gay o lo sea que fuera. Al
fin podía reconocer que Bill le encantaba y no quería tenerlo nunca más lejos
de él.