Resumen: Él era el hijo de una leyenda del rock, egocéntrico,
engreído, altivo… podía tener lo que quisiera a la hora que fuese.
Él por su parte, era un chico que tenía un único sueño ¡Ser
una estrella reconocida de rock!
Mundos muy diferentes, personalidades muy parecidas, al
final alguien tiene que ceder.
—¿Podrías dejar de ser tan egoísta y amar algo que no seas solo tú
mismo?
—Si ríes el mundo ríe contigo, pero si lloras lo haces solo… ¿Ahora
entiendes?
Clasificación: +18
Categoría: Slash
Género: Romance.
Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenecen, lo demás es de mi autoría.
INTRODUCCIÓN
—Wow ¿de verdad le interesa
oír a mi banda en vivo? —preguntó sorprendido y
emocionado al mismo tiempo el pelinegro de 17 años, su nombre es Bill Kaulitz,
líder de su propia banda de rock, el sueña como todos los jóvenes de su edad
con ser el próximo Alice Cooper.
—Sí, enserio, le mostré su
demo al Señor Steven y dijo que se oían muy frescos y que le gustaría
conocerlos y escucharlos en vivo, ya sabes… y si lo hacen bien, tal vez se ganen un
contrato y la oportunidad de sus vidas —contestó del
otro lado del teléfono el Manager del gran Steven Tyler, sí, ese Steven; el
vocalista de Aerosmith.
—¡Santa mierda! —fue todo lo que pudo decir Bill mientras se llevaba
una mano a la boca conteniendo el grito de emoción que estaba atorado en su
garganta, no podía creer que al fin alguien le daría a él y a su banda la
oportunidad de demostrar lo talentosos que eran.
“¡Ya era hora de que algo me saliera bien!” pensó para sus
adentros. Y es que después de que Johannes lo abandonara por otro, su mundo se
había venido abajo, pero nunca se mostraría herido, su alto ego jamás se lo
permitiría; ¿cómo había podido cambiarlo por esa puta?
Dejo de pensar en eso y se enfoco en lo que de verdad
importaba en ese momento, su futuro.
—¿Estás feliz? muchos matarían
por tener una oportunidad como la que les estamos dando.
—¿Feliz? por favor, estoy teniendo
un éxtasis de emociones —contestó sincero.
—Bien, entonces nos vemos
mañana en la disquera, el señor Tyler los estará esperando —dijo con tono estricto.
—Claro, estaremos ahí
puntuales.
—Más te vale ya que el divo de
su hijo irá con él y créeme, no tiene un lindo carácter; lo habría aventado a
un barranco hace mucho si no supiera que su padre es mi jefe—. Bill frunció el entrecejo ¿por qué le decía todo
eso a él? ¡le valía una soberana mierda! él no iría a hacer ningún trato con el
hijo del rockstar.
—¿Tan mamón es? —preguntó Bill incrédulo, no porque le importara, sino
a modo de cortesía ya que el manager se había portado muy bien con él. No escucho respuesta, pobre… ni siquiera
tenía idea.
—Lo verás tu mismo —contestó al fin. — Nos
vemos a las 5, sean puntuales —dijo
haciendo énfasis en la última palabra.
—Está bien, hasta mañana
entonces —y así termino la conversación.
El pelinegro se levanto de su cama rápidamente y miró el
reloj, eran las dos de la tarde ¿cómo había podido dormir tanto tiempo? se
preguntó internamente, pero bueno, había oído que la belleza se conservaba
durmiendo, y él estaba dispuesto a probar si eso que decían era cierto; ¿nada
perdía intentando no? él sabía que tenía
una infinita belleza y cada que alguien se lo decía él solía responder con un
simple “lo sé, gracias” dejando a los demás sin palabras ante su falta de
modestia.
Una vez que estuvo fuera de la cama se puso su típico
pantalón entubado, una camisa con el logo de Mötley Crüe, sus botas, se
maquilló como siempre lo hacía y salió directo a encontrarse con los chicos que
conformaban su banda. Sus nombres eran Georg, Gustav y Tom, sus mejores amigos
desde que tenía memoria. Cada uno vestía como le venía en gana, y aunque el
último de sus amigos tuviera pintas de rapero amaba el rock al igual que los
otros tres.
Después de tanto caminar —sí,
porque no tenía dinero para comprarse ni siquiera un auto del año del caldo—, llegó a la cafetería en la que había quedado de
verse con los chicos.
—¡WOOOOOW! ¡LA GRAN PUTA! ¡No
juegues con eso Bill! ¿Enserio? ¡ES QUE JODEEER! —gritaba
y a la vez brincaba Tom, el guitarrista de la banda. Bill solo sonreía feliz,
al igual que los otros dos chicos con los que se encontraba.
—Nunca jugaría con eso weón, no
miento, hoy me habló el manager de Steve y dijo que nos esperaba mañana
puntuales en la disquera, que el mismísimo Steven Tayler quería escuchar como
sonamos en vivo, y si cree que somos buenos, con suerte hasta un contrato
conseguimos.
-¿Y a qué hora tenemos que estar ahí? —preguntó Gustav.
-A las cinco, y me jodió mucho con eso de la puntualidad ya
que según irá su hijo con él y es medio mamón —dijo
mientras se acomodaba mejor la chaqueta que traía puesta— no
sabía que tenía un hijo…
—Tal vez porque vives
concentrado en ti mismo —sugirió Georg.
—No veo motivo alguno en
interesarme en los demás, yo soy lo más importante—. Todos
empezaron a reír, sabían cómo era Bill; “maldito egocéntrico adorable” era lo
que pensaban de él.
—Bien, entonces si quieren puntualidad
démosle puntualidad —dijo Tom divertido mirando a
Bill, esté solo asintió.
—Espero que su hijo no nos
ponga trabas —comentó de repente Gustav.
—No te hagas ilusiones Gus,
seguro que ese hijo de puta nos la pondrá difícil —habló
Bill mirándolos serio. Con la descripción que le había dado David, el manager
de Steven, estaba seguro que el hijo del rockstar sería un autentico niño pijo
y se creería más que ellos.
Pero él no estaba dispuesto a ser visto como poca cosa por
nadie, y si ese tipo lo quería ver de esa forma, le tendría que bajar los humos
y tratarlo de la misma manera, el hecho de que fuera el hijo de una estrella de
rock no lo hacía igual de talentoso que su padre, en pocas palabras no ganaba
su respeto.
Pasadas las horas y después de tanto hacer planes para el
día siguiente, cada uno tomo camino hacia sus respectivas casas.
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