CAPITULO 29
—¿Qué hiciste qué? —pregunto sorprendido Bill, llevando la taza de
café que tenía entre las manos a la mesa. Se encontraba cenando con su mejor
amigo Andreas, como todos los sábados por la noche.
Este le contaba su pequeña/gran aventura que había vivido ese día,
al conocer a ese chico divertido y molesto del supermercado, Bill escuchaba
todo lo que su amigo le contaba atentamente.
—Sí, lo invite a cenar, o mejor dicho, se invito a cenar él solo.
Andy sonrió recordando lo bien que se la había pasado con el chico
del supermercado, habían ido al parque a comer helado, al cine y demás cosas, y
lo que él pensó sería un encuentro de solo una noche, se convirtió en algo más
cuando el chico le había dicho que lo quería volver a ver.
—Pero, si apenas y lo conoces, no sabes nada de él… ¿y si es
peligroso? ¿no hicieron nada indebido cierto? —cuestiono Bill preocupado, se le
hacía lindo que Andreas hubiera encontrado a otra persona, pero también creía
que tenía que tomarse su debido tiempo para conocerlo.
Aún no entendía como eran tan buenos amigos, Bill siempre tan
precavido, cuidándose de todos a su alrededor para no salir lastimado y Andreas
tan impulsivo, algo le tenía que aprender.
—Créeme, no lo es… y no, tampoco hicimos nada sucio e inmoral ¿me
tomas por una zorra? —rió divertido —aunque no te puedo negar que se me hizo
muy lindo y demasiado deseable, así que ganas de tirármelo ahí mismo no me
faltaron. —un leve sonrojo inundo sus mejillas.
—Ósea que te gusto picaron… —le dijo Bill riendo, picándole el estomago
con su dedo índice para molestarlo. A
veces –la mayoría de tiempo- parecían niños pequeños peleando. Andy no le
contesto nada, y para Bill eso significo un sí. — ¿Y cómo se llama el
susodicho?
—George.
— ¿George qué?
—Hay Billo, no lo sé, no era cuestión de ponerme a preguntarle
todo su árbol genealógico un nuestra primera “cita” —hizo comillas con los
dedos al mencionar la última palabra. No sabía si eso había contado como una
cita verdadera o solo un encuentro casual.
—Hubiera sido divertido, creería entonces que el psicópata eras tú
y hubiera salido corriendo. —Bromeó el pelinegro, Andreas le saco la lengua a
modo de insulto. —Ya, dale… ¿entonces cuando vendrá?
—Mañana —contesto rápidamente.
—Entonces supongo que tendré que largarme a algún otro lado, no
quiero oír las cochinadas que harán —hizo un puchero, como si algo le diera
asco.
—La envidia te corrompe y los celos te matan… —Andy lo empujo
levemente, a modo de juego —ya, no te pongas celoso, si quieres armamos el
trió. —Bill se llevo una mano a la boca, fingiendo asombro. Andreas rió a carcajada limpia al ver la cara
del pelinegro.
—No, yo no soy una puta, aunque muchas gracias por la oferta.
—No ya, hablando enserio, estás invitado, trae a Jared.
— ¿Para qué? ¿Ahora quieres un cuarteto? Que insaciable y puta me
saliste…
—No seas idiota— Andreas le pegó levemente a su amigo en el
hombro. —dije que lo trajeras para cenar juntos, los cuatro, es obvio que no me
quedaré a solas con él en el departamento.
—Auch —se quejó. — ¿Por qué me pegaste animal? —Bill se sobo el
hombro.
—Que marica eres, ni siquiera te pegué recio. —Bill le miró con
desprecio. —aparte te pegue por idiota y mal pensado.
—Hey, que no es mi culpa que no te sepas expresar bien. —se
defendió el pelinegro.
—Como sea, pero no me puedes dejar solo en esto. —dijo ya
mirándolo serio, el chico le había movido tantas emociones, que hasta se sentía
todo un adolescente con mariposas en el estomago con solo recordar su “cita”
con él en la mañana. — ¿Cuento contigo?
— ¿Dime cuando te he dejado solo? —Bill sonrió y Andreas también
lo hizo, aunque pelearan más que una pareja de recién casados por tonterías
como, a quién le tocaba lavar los trastes sucios ese día o barrer el
departamento, siempre estaban ahí el uno para el otro, apoyándose en los
momentos buenos y en los malos.
Después de eso platicaron de otras cosas triviales, Bill le había
contado que había ido a ver a Jared y este se puso feliz de saber que el
pelinegro estaba tratando de arreglar su relación.
Andreas le había tomado un gran cariño a Jared, siempre se había
portado muy bien con ellos, y siempre le estaría agradecido por apoyar a Bill
en todo y contra todos, y sobre todo por darle ese amor de pareja que solo
Jared le podía dar.
El pelinegro no le contó respecto a Thomas, no lo haría ahora,
sabía que después de eso vendrían muchas preguntas, preguntas que en esos
momentos no quería contestar, solo quería pensar, así que se dirigió a su
habitación a dormir, no sin antes avisarle a su novio que al día siguiente
fuera a su casa para la cena que Andreas haría para ese tal George.
Deseaba que fuera un buen chico y tuviera buenas intenciones con
su mejor amigo, ya que Andy se veía muy ilusionado con él.
***
La mañana del domingo llegó, era fría y nublada, pero Andreas
esperaba ansioso que llegara la noche para volver a ver al chico de risos color
chocolate y ojos azules como el mar, en los que se podía perder sin siquiera
desearlo.
Estaba nervioso ¿y si lo dejaba plantado? ¡No quería ni pensarlo!
Miro su celular que se encontraba sobre el buró al lado de su
cama, lo tomo entre sus manos y busco en su agenda telefónica el número de
George, quería llamarlo, se moría de ganas de hacerlo, pero no lo haría, no quería
que el chico pensará que era un psicópata acosador en busca de afecto de
cualquier tío que se le parara enfrente y le sonriera, aunque con él había sido
así.
De repente su móvil comenzó a sonar y la pantalla se ilumino
marcando una nueva llamada, miro quien era y podía jurar que había sentido
millones de mariposas golpear de pronto su sistema.
Era él, George.
Su cara se ilumino y se dibujo en ella una bella sonrisa. Salió
del trance en el que se encontraba y decidió contestar el teléfono.
—Hola— fue lo único que se le ocurrió a modo de saludo.
—Hola pequeña diva, soy George, el chico guapo, lindo y sensual
del supermercado, ¿me recuerdas?—hablo tan rápido que ni siquiera le daba
tiempo a Andreas de contestarle palabra alguna— ¿Cómo estás? ¿Me extrañaste?
Apuesto a que sí. —dijo divertido.
—Ni siquiera recordaba que existías, y estoy bien, gracias. —no
quería reconocer que había pensado en el todo el día anterior, se había acostado
a dormir pensando en él, y se había despertado también pensando en él.
—Te crecerá la nariz como a Pinocho por decir tantas mentiras
—ambos comenzaron a reír. —en fin, solo quería saber si puedo llevar a alguien
conmigo esta noche, es que se queja de que lo dejaré solo y parece una nenita
quejosa.
— ¡Hey, que te estoy escuchando marica! —se oyó que le gritaron
del otro lado de la línea. La voz se le hacía conocida, pero no, simplemente no
podía ser esa persona que él creía que era.
— ¿Quién es él? —pregunto Andreas, se sentía algo molesto de que
un chico se encontrara con George, y no sabía por qué.
— ¿Celoso? —le molesto el ojiazul.
—No me jodas.
—Vale, que no te tienes que poner en ese plan, el imbécil que
escuchaste gritar es mi primo.
— ¡Apúrate o me visto! —grito Tom, solo para joder más el asunto y
poner en apuros a su primo.
De repente Andy comenzó a reír, ya se podía imaginar la cara que
tendría George. El siempre hacia lo mismo con Bill cuando Jared le hablaba,
siempre era divertido hacerlo y ver como el pelinegro le mostraba el dedo
corazón.
—Da igual, tráelo, yo también invite a un amigo y a su novio a
cenar con nosotros.
— ¿enserio no te importa? —cuestiono.
—No, tráelo, seguro y la pasaremos genial, a lo mejor y es guapo y
haya click entre nosotros. —ahora era su turno de molestarlo.
—No más que yo, te lo aseguro.
—Como sea, entonces nos vemos en la noche. —hablo bajito, le daba
algo de pena hablar con el porqué podía sentir como algo en su interior iba
creciendo y no quería hacerse falsas esperanzas.
—Sí, hasta la noche. —le contesto George con un sonrojo en sus
mejillas y colgó el teléfono.
Por su parte George también sentía esa sensación de mariposas en
su estomago, y aunque le diera algo de pena el solo hecho de pensar en ello, no
había podido sacar a Andreas de su cabeza desde que le había ido a dejar a su
casa, después de que habían ido al cine.
—Con que el amor a tocado a tu puerta… —dijo Tom, amaba hacerle
burla a su primo. George se sonrojo aún más, su faceta “player” no era más que
eso, una faceta de su irrevocable egocentrismo, pero en el fondo era un chico
muy dulce que esperaba ansioso al encuentro de su alma gemela.
—No lo sé, pero ayer que estuve con él me sentí tan bien, como si
él fuera una parte de mí y encajara perfecto. —Thomas sonrió, recordó que el
con Bill se había sentido de la misma manera cuando eran novios, solo que él no
lo había sabido apreciar.
—Pues entonces cuídalo, enamóralo y no lo dejes ir, no cometas mis
estupideces. —George asintió, él sabía toda la historia de Bill con Tom, ahora
entendía porque el pelinegro había salido casi corriendo apenas lo vio.
Las horas pasaron y llego la noche, Bill se encontraba en su
habitación dándose los últimos retoques de maquillaje y acomodándose la
chaqueta que llevaba puesta, no era ninguna ocasión especial para él, pero le
gustaba verse bien, además conocería al futuro prospecto a novio de su mejor
amigo y quería dar una buena primera impresión.
Andreas corría de un lado a otro, acomodando la mesa, quería que
todo estuviera perfecto. Jared había llegado antes de lo citado, y ayudaba al
rubio a llevar la comida a la mesa.
— ¿Y cómo se llama el chico? —pregunto Jared.
—George. —le contesto Andy sonriente.
De repente entro Bill a donde se encontraban, haciendo acto de
presencia como si de un rockstar se tratara.
— ¿Y? ¿Cómo me veo? —cuestiono emocionado. Jared se lo comía con
la mirada.
—Precioso, como siempre amor. —dijo Jared encaminándose hacia
Bill, lo tomo por la cintura y le beso en los labios, Andreas los veía
embelesado, solo esperaba y su amigo no arruinara el romanticismo que Jared
estaba tratando de formar entre ellos.
—No, ya me arruinaste el gloss Jared. —Bill hizo una mueca,
tratando de alejar a Jared para arreglarse los labios de nuevo. Su novio se
alejo, y el pelinegro salió hacia la sala del departamento, ahí había un espejo
grande donde se podría volver a arreglar los labios.
Andreas estaba en la habitación donde se encontraba el comedor
junto con Jared, este se encontraba un tanto apenado por la reacción que su
amigo tuvo con su novio, pero no dijo nada, además Jared parecía acostumbrado a
ese tipo de desplantes.
El timbre sonó y Andreas le pidió a Bill que abriera ya que estaba
más cerca de la puerta.
Se dirigió hasta esta, y lo primero que vio al hacerlo fue a su
compañero de trabajo, sonriente e impactado de ver a Bill en la casa de Andreas
¿acaso eran amigos? Esperen… si Bill era el amigo que había invitado junto con
su novio, entonces eso solo quería decir una cosa: Tom lo pasaría mal.
Bill desvió su mirada de George y volteó a ver a la persona que
estaba a su lado, se encontró con esos ojos color miel que tanto amaba, era Tom,
su Tom. Este lo miraba estupefacto, la vida los reunía por donde quiera que
fuesen, jugando con ellos como si fueran unos simples muñecos, jugando con sus
sentimientos y emociones, echando sus planes de sacarlo de su corazón aunque se
lo tuviera que arrancar a la basura.
Justo cuando Bill pensaba que tenía las respuestas a todo, el
control de su vida, la vida le cambiaba las preguntas, en un intento macabro de
hacerle saber que era ella la que mandaba.
Y al parecer, lo que ella quería era juntar de nuevo por todos los
medios posibles a esos viejos amantes, regresarlos de nuevo el uno con el otro,
porque así era como debían de estar las personas que se aman más allá de todo
lo que haya pasado antes, juntos.
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