sábado, 4 de agosto de 2012

Lluvia de Noviembre (ONE SHOT)

Resumen:Él creyó estar enamorado, pero no era así. Él otro chico era solo su forma de escape, su forma de huir de esos sentimientos impuros que desde meses atrás le atormentaban.

Intento matarlo miles de veces, su corazón nunca se lo permitió. Lo seguía amando, lo seguía odiando, lo seguía recordando.



“Nada dura para siempre, incluso la fuerte lluvia de noviembre…”




Clasificación: +18
Categoría: Slash.
Advertencias: Billsack
Género: Drama, Romance. 
Disclaimer: Ninguno de los personajes me pertenecen, lo demás es de mi autoría. No se busca ofender a nadie con esto. 



La felicidad invadía cada rincón de la iglesia, se podía respirar hasta en el aire, al fin había llegado el día que tanto habían esperado, familiares y amigos se encontraban ahí, como siempre apoyando a esos dos chicos, que por casualidades de la vida se habían conocido y enamorado como unos locos, ese era el día en que el amor de ambos se volvería grato ante los ojos de Dios, se volvería sagrado al decir una simple palabra, pero muy significativa a la vez… “acepto”.

El ojiazul estaba nervioso, nunca en su vida había vestido tan formal como en esa ocasión, pero lo ameritaba. Se encontraba nervioso, ¿y si se había arrepentido? ¡No! ¡Ni pensarlo! Bill nunca le haría eso, confiaba en él.

Se moría de ganas de ver al ser que le había robado el corazón años atrás caminar hacia el altar, vestido de blanco en ese bello smoking que encajaba perfecto en su anatomía.

Por su parte Bill irradiaba felicidad, o al menos eso aparentaba frente a los demás, después de tanto tiempo y tantas circunstancias estaría con Andrew de por vida, hasta que la muerte los separara, aunque claro, la muerte a veces tiene nombre y apellido, eso lo Bill sabía.

El reloj marco las 12:00 P.M.,  ya era hora.

La típica música de las bodas comenzó a sonar, Bill entró por la gran puerta de la iglesia acompañado de su madre, se le veía feliz, ya que del otro lado de la habitación se encontraba esperando por él el gran amor de su vida, que también era su futuro esposo.

El pelinegro observo las bancas de enfrente y pudo ver a su hermano, sonriéndole, aparentando la felicidad que no sentía, que ninguno de los dos sentía. Como desearía que el ser que se encontrara esperándole en el altar fuera él y no el ojiazul, lo deseaba, pero así eran las cosas. Era su hermano y estaba prohibido.  Eso le rompía el corazón.

Esto no paso desapercibido para Andrew, quién lo miraba a detalle.

— ¿Cómo se te ocurre pensar eso Andrew? ¡Es una estupidez! ¡Tom es mi maldito hermano y punto! Solo eso. —Dijo Bill enojado, su novio solo agacho la mirada apenado ¿Cómo había podido pensar eso? Se sentía un gilipollas rematado. 

—Lo siento amor, solo que estoy un poco celoso por su relación, a veces siento que él te importa más que yo. —Bill lo miro con el ceño fruncido y Andrew para calmar las cosas entre ellos besó tiernamente sus labios. No quería pelear con Bill, él sabía perfectamente que Tom siempre sería primero que él en la vida de su novio. 

—Solo que no vuelva a pasar. ¬— Le sonrió el pelinegro, otra vez tenía a Andy a sus pies. 

— ¿Me amaras por siempre aunque sea un celoso inmaduro?  —Pregunto Andy, sosteniendo a Bill de la cintura junto a él.  

—Por siempre… —había tardado un poco en  contestar, pero al final lo hizo y eso era todo lo que importaba para Andrew, ¿Qué más daba el tiempo que tardara en responderle? 

— ¿Me lo prometes? —se miraron a los ojos, Bill bajó rápidamente la mirada. ¿Acaso podía ser tan mierda con su prometido?

Andrew no obtuvo respuesta de su parte, solo un corto e insignificante beso que para el significaba todo, un pacto de amor en el que le prometía estar juntos por siempre, aunque para su pareja no significara nada más, solo otro cargo de culpa a su ya dolida conciencia. 
¬ 
“Miénteme, prométeme y di que todo es para siempre.”

Bill sintió las miradas y volteó de nuevo hacia enfrente, ahí estaba Andrew, sonriéndole. Bill trató de corresponderle, se le hacía difícil fingir toda esa felicidad que no sentía. Al principio había creído que era amor, ahora sabía que solo era su forma de escape, de escapar de la realidad de esos sentimientos insanos hacia su gemelo.

Andy no era tonto.

Él sabía que los gemelos sentían algo más que fraternal, pero él estaba dispuesto a hacer que Bill lo amará tanto como él lo amaba.


“Cuando miro tus ojos, puedo ver un amor reprimido…”

— ¡Vamos! Admítelo, yo sé que te gusto esa puta, y no te atrevas a negarlo Andrew o te pateó el culo. —Gritó Bill enojado, de nuevo. Esa noche regresaban de una fiesta con sus amigos, Bill como siempre buscaba la cosa más insignificante para armarle un lío. 

—Por Dios Bill, eres más dramático que una embarazada, yo solo tengo ojos para ti. —Le dijo Andy tratando de abrazarlo, Bill no se dejo hacer. 

—Da igual, me voy a dormir. —De nuevo la monotonía, esto pintaba cada vez peor, ¿Cuándo se había acabado el amor?  Bill no lo sabía pero aún así se casarían, tenía que ser así o de otra forma alguien sospecharía, el no quería problemas ni para él ni para Tom. 

“Hemos mantenido esto un largo tiempo, tratando de matar el dolor…”

Bill llegó a su lado, su madre lo entrego a Andy, quién lo recibió con una cálida sonrisa.
La misa transcurrió sin problema alguno. Andrew se había sentido tan nervioso cuando el cura había dicho la típica frase “Si alguien no está de acuerdo con esta unión, que hable ahora, o callé para siempre”, que había sentido ganas de vomitar, agradecía internamente que Tom hubiera decidido callar.

 Ahora por fin Bill era suyo, aunque fuera solo físicamente, porque su corazón la mayoría del tiempo se encontraba en otro lado.
Después de la misa hubo una bonita recepción en un jardín que habían rentado los ahora esposos para la ocasión. Bill no estuvo en la mayoría de la fiesta, Tom tampoco y sus celos aumentaban, pero como siempre no haría nada; él sabía cómo eran las cosas antes de pedirle ser su novio y no quería presionarlo ni confundirlo más. Aunque Bill lo negará cien mil veces, Andrew sabía la verdad de sus sentimientos hacia Tom.  A él solo lo quería, a Thomas lo amaba.

-*-*-*-
Los meses pasaron, Andy nunca perdía las esperanzas, ni lo haría. Él sabía que llegaría a amarlo, cuando ya no hubiera nadie a quién culpar, cuando se fueran lejos de Tom. Y eso haría ya que el ojiazul había comprado una hermosa casa en Toronto, Canadá. Bill amaba el frió y seguro se pondría muy feliz con la noticia.

Lástima que las cosas no hubieran resultado como Andrew esperaba.

— ¡Ya te dije que yo no iré a ningún puto lado! Me hubieras consultado antes de comprar esa estúpida casa, eres mi esposo, no mi dueño. —Bill bajo del automóvil cerrándolo de un portazo y entró rápidamente a la casa que ambos compartían. 

— ¡Quería darte una sorpresa joder! Pensé que te gustaría irte de Alemania, hacer nuestra propia vida solos. —Dijo Andy  entrando a la casa y siguiendo a Bill escaleras arriba, hacia su habitación. 

—Pues no me gusto la sorpresa, así que devuelve esa casa ahora mismo que yo no me moveré de aquí. —Bill se sentó en su cama, lucía molesto. A él pelinegro le resultaba espantosa la idea de estar lejos de su alma gemela, su Tom. Sentía que le faltaba el aire al solo pensar que estaría a miles de kilómetros de él si se iba.

—Es por él ¿Cierto? —Inquirió Andy con voz tranquila, estaba harto de pelear casi todos los días; no se suponía que fuera así, no se suponía que su vida de casados fuera así de amarga y dolorosa.

Bill rodó los ojos, él también estaba cansado de la situación. De pelear con su esposo, de no estar con su gemelo, de extrañarlo a sobremanera. Las cosas no eran tan fáciles al final de todo, y mucho menos era fácil fingir un amor que se iba desvaneciendo poco a poco, segundo a segundo, ¿Hace cuanto que ni siquiera dejaba tocarse por Andrew? Solo sabía que había pasado mucho tiempo. 

— ¿A quién te refieres con “él”? —le contesto Bill haciendo comillas con sus dedos ante la última palabra. Sabía perfectamente a lo que se refería, pero prefería hacerse el tonto que confrontar la situación. 

—No te hagas tonto, yo sé lo que sientes por Tom. —Bill no dijo nada, estaba harto de negarlo, no podía ni quería más. Andrew comprendió su silencio. — ¿Acaso alguna vez me amaste? —su voz sonó triste, sus bellos ojos azules ahora se encontraban llorosos. 

Bill se levantó de la cama y fue hacia donde él se encontraba. Miro por la ventana y vio como la lluvia seguía cayendo como si de una cascada se tratase, no había parado de hacerlo desde días anteriores; y ahora era inclusive más fuerte si se podía, como si supiera la situación que estaba pasando.

—Creo que necesitamos un tiempo solos, cada quién por su lado. —trató de evadir Bill la pregunta que le había hecho su esposo. Andy se descontrolo. 

— ¡CONTESTA! ¡¿Alguna vez me amaste o yo fui el único idiota que se enamoro aquí?! —el pelinegro ahora estaba asustado, Andy nunca le había hablado de esa forma.

—Sí, te amé, pero luego vivir llegó el de en casa de mi padre con esa estúpida chica y… y, no sé, ni yo mismo puedo explicarte esto. —dijo el pelinegro tratando de defenderse, no quería quedar como el malo del cuento, ese que a todos les cae mal, el solo era otra víctima más de la situación. —Uno no elije a quién amar Andy… los dos sabemos que los corazones pueden cambiar. 

Andrew asintió, eso le había dicho a Bill cuando lo conoció en sus épocas de mujeriego, cuando pensaba que Bill solo sería otro chico más, pero no fue así, Bill le había robado el corazón desde que le había visto en ese parque de atracciones por primera vez, así sin más, ahora el corazón que antes le había pertenecido estaba destrozado. 

—Tal vez podamos encontrarle un solución a todo esto, yo… yo estoy dispuesto a cambiar si es que tu quieres… —Bill negó, no quería seguir fingiendo y tampoco hacerlo cambiar, le haría un favor a Andy, le dejaría ser libre y encontrar el verdadero amor, él solo le había hecho perder su tiempo y un chico tan bueno como él no se lo merecía. 

Y entonces los remordimientos llegaron, él sí había sido el malo del cuento después de todo, desde que había descubierto sus sentimientos hacia su hermano mayor y aún así había decidido seguir con Andrew como si nada, oprimiendo todo en su corazón.

—Tienes razón, necesitamos un tiempo. Al fin y al cabo nada dura para siempre ¿Cierto? —dijo él ojiazul con una sonrisa amarga en su rostro, no se quería mostrar débil ante Bill, ya mucho se había arrastrado por él.

Y después de eso, Bill se fue a la casa de su madre, sí, donde estaba Tom. Después de todo, la lluvia era el escenario perfecto para las despedidas. 

-*-*-*-*-

Pero la frase “darnos un tiempo” se había tornado por demás extensa y dolorosa; y así había terminado esa historia de amor, secretos y monotonía.

La gente lloraba sin cesar, su llanto y tristeza también eran incontenibles, ¿Cómo había pasado eso? ¿Cuándo había dejado morir al amor de su vida? Sí, porque él lo amaba aunque Bill no lo hubiera correspondido nunca de la misma manera; y ahora estaba ahí, recostado en una elegante caja negra de madera y terciopelo, sin vida.

De pronto la lluvia comenzó a caer fuertemente, ahuyentando a todos los individuos que se encontraban alrededor del féretro. Solo quedó él y el cuerpo de su amado sin vida. Sus lágrimas eran mezcladas con las gotas de lluvia al caer en su cara. Si Tom no hubiera regresado de Estados Unidos las cosas hubieran sido tan sencillas y diferentes… Bill no estaría muerto.

Se removía en su cama lastimeramente, como si algo le atormentara. Y claro que le atormentaba ver al amor de su vida en esas condiciones.

Los truenos y relámpagos hicieron que despertará de aquél amargo sueño. Llovía, al igual que el día en que Bill se había ido de su lado.

 Habían pasado cinco años desde aquella noche y seguía sin poder olvidarlo en sus sueños, aunque cuando estuviera despierto se engañará a si mismo diciendo que para él su ex esposo estaba muerto.

Se sentó en su cama exaltado y asustado, tallo su cara con ambas manos, la misma pesadilla de siempre se hacía presente. Aún le quería y le hacía daño imaginarlo muerto, en un mísero féretro. Internamente solo esperaba que Bill hubiera sido feliz al lado de su hermano o de quién fuese, pero era demasiado orgulloso para admitirlo.

Tomo las pastillas que estaban sobre el buró que estaba alado de su cama y se las hecho a la boca, tragándolas sin necesidad de tomar agua. Se acostó de nuevo y cerró los ojos, tal vez algún día dejaría de amarlo como lo hacía y saldría por fin de sus sueños. Estaba roto e incompleto, pero no iba a morir por eso.

Porque al final el amor es así, sufres y tratas de odiar a esa persona, de matarla en tus pensamientos, enterrarla en lo más hondo de tu corazón y mente, como si nunca la hubieses conocido; pero la triste realidad es que eso nunca se podrá. El amor es así de injusto, la misma vida es así de injusta.

Las personas llegan por algo a tu vida y si llegan a ser especiales es imposible hacerlo, imposible borrar tus memorias y recuerdos por más dolorosos o felices que estos sean, por más que uno se esfuerce. Nunca te darás cuenta de la memoria que tienes, hasta que intentes olvidar a alguien.


Bill había sido muy especial para él, eso Andy lo había entendido.

El amor concede a los demás el poder para destruirnos y a él lo habían roto más allá de toda esperanza. El dolor de saber que Bill ya nunca estaría más a su lado era inevitable, pero sufrir era opcional.

Intento matarlo miles de veces, su corazón nunca se lo permitió. Lo seguía amando, lo seguía odiando, lo seguía recordando.

“Nada dura para siempre, incluso la fuerte lluvia de noviembre…”

FIN

No hay comentarios:

Publicar un comentario