CAPITULO 27
— ¿Bill dónde estás? —Cuestiono
Andreas por medio del celular.
—Vine a tomarme un café a la plaza
¿Por qué? ¿Necesitas algo? —le pregunto Bill a su mejor amigo. Vivian juntos
desde que habían llegado a residir a Estados Unidos.
—No por nada, solo quería saber, ya
sabes cómo me pongo de histérico cuando no llegas —bromeó Andy, Bill sonrió,
ese rubio era un completo gilipollas. —por cierto ¿esta Jared contigo?
—No, ya sabes que él trabaja Andy, no
estamos todo el tiempo juntos… —Andreas ya no contesto nada, se sentía triste
por su amigo, últimamente su relación con Jared era más lejana, solo se veían
de vez en cuando, por culpa del trabajo y otros quehaceres. Su relación se
había vuelto algo fría y distante, y Bill no ponía nada de su parte para
salvarla; era como si le valiera lo que pasara entre ellos dos, ahora era como si fuera un cubito de hielo
andante. Bill sabía lo que su amigo sentía, así que decidió hablar. —No te
preocupes, al rato iré a su casa un rato a verlo.
—Bill, deberías de ponerle más
atención a tu novio.
—Andreas, no empecemos de nuevo,
ambos trabajamos, ¿No se vive de amor sabías? —interrogo Bill molesto, odiaba a
sobremanera que Andy lo sermoneara y le hiciera ver sus errores.
—Te escuchaste igual que Thomas,
Bill. —El pelinegro bufó molesto y giró los ojos. Aunque había perdonado a
Tom, aún le dolía recordarlo, a pesar de todos esos años transcurridos y tanto
esfuerzo aún no lo había logrado. Suerte que tal vez nunca más en su vida lo
vería.
—No estábamos hablando de Thomas, y
te agradecería que me dejaras disfrutar de mi capuchino, así que bye Andy, nos
vemos al rato. —Y colgó el celular dejando al rubio con la palabra en la boca.
Tomo la revista de espectáculos que
había comprado en un puesto que había cerca y la empezó a hojear; no había nada
interesante, últimamente estaba muy de moda hablar de ese tal Justin Bieber,
salía en todos lados y por supuesto que a Bill le importaba una mierda la vida
de ese cantante pre fabricado.
Siguió hojeando y llego a los
horóscopos, no creía en esas cosas, pero tampoco era malo mirar y ver que
mentira decía acerca de su futuro.
“Querido virgo, hoy una persona importante del pasado
regresara y hará algunos cambios en tu vida, claro, solo si tu se lo permites,
en tus manos esta que eso pase. En el amor habrá algunos problemas con tu
pareja, no tienes que ser tan orgulloso, debes en cuando debes de dar tu brazo
a torcer para ser feliz.”
Frunció el ceño, ¿Pero qué clase de
mierda era esa? ¿Una persona de su pasado regresaría? Podía asegurar que la
persona que escribía el horóscopo era la misma que limpiaba los sanitarios en
la editorial de esa revista. Aunque no podía negar que tal vez tenía un poco de
razón en lo de “problemas con tu pareja”, cada día estaba más alejado de Jared
y ninguno de los dos hacía nada para remediarlo, Jared porque estaba cansado de
ser el único en tratar de salvar su noviazgo, y Bill porque no quería seguir al
lado de alguien a quien no amaba completamente.
Cerró la revista y la dejo a un lado
de la mesa, ya era suficiente de leer tonterías. Tomó un sorbo de su café y
miro hacía el gran lago que tenía enfrente. Le encantaba ir a esa cafetería,
tenía una hermosa vista de un lago, justo lo que necesitaba para relajarse y
olvidarse de tantos problemas tanto laborales como sentimentales.
Estaba perdido en sus pensamientos,
tal vez era hora de terminar su relación con Jared, por más que había
intentado, simplemente aún no lograba amarlo como Jared lo amaba a él. Sentía
un gran cariño y agradecimiento hacia el ojiazul, pero nada comparado con el
amor. Lo haría esa noche, rompería con él, su corazón le decía que tenía que
hacerlo.
— ¡Hey Bill! ¿Qué haces aquí? —el
pelinegro giró hacia donde le llamaban, era Georg Craig, un compañero de la empresa donde trabajaba. Bill le sonrío
y le devolvió el saludo.
— ¡Hola Georg! No hago nada, solo disfruto
del paisaje, ya sabes… para salir un rato de la misma rutina de siempre. —Georg
asintió. — ¿Y tú qué haces aquí? —Cuestiono al ver que no traía café alguno en
sus manos.
—Vine con mi primo, solo que ahora se
quedo en la caja pagando los cafés. —Señalo hacia la caja, Bill volteo pero
solo vio a una gran multitud de personas, el local era muy famoso y solía
llenarse casi siempre entrada la tarde.
—Pensé que no tenías familia en Nueva
York.
—No la tenía, hasta ahora que él
acaba de llegar de Alemania porque trabajará en la empresa y le ando mostrando
la ciudad… Oye, ¿tú eres de Alemania no? Seguro se llevarán bien, podrán hablar
de sus costumbres y eso. —Bill rió, ese chico tenía algo que lo divertía.
— ¿Y cómo se llama? —Si era su
compatriota, era justo que supiera su nombre.
—La próxima vez que me vuelvas a
dejar ahí te rompo la cara Craig, —Esa voz… Bill estaba de espaldas y volteó,
¡No! ¡No podía ser! ¡Era él! sintió como descargas eléctricas corrían a través
de su cuerpo haciendo que su estomago sintiera una mariposeo, algo que no había
sentido desde hace mucho, o mejor dicho, algo que no había sentido desde que se
había ido de Alemania. Tom venía
enfocado en los cafés, tratando de no tirarlos. No se había percatado de su
presencia aún —eso estaba lleno de gente, pensé que nunca podría sa… — se quedó
mudo cuando por fin levanto la vista y le vio ahí sentado. Ahora ambos se
encontraban de piedra. Se miraron directamente a los ojos. — ¿Bi… Bill? —apenas
pudo mencionar palabra el trenzado. Ya no tenía el cabello largo, ahora era
corto peinado en forma de crepe con su típico flequillo de lado, era un poco
más alto y fornido, seguía siendo igual de hermoso, como la última vez que lo
había visto.
El tiempo se movía lento, ambos
perdidos en los ojos del contrario; Georg no entendía que pasaba, su primo y
Bill parecían asombrados el uno del otro, eso más bien parecía un reencuentro
inesperado, y no la presentación que había querido darles; y lo más importante
de todo, ¿Cómo sabía Tom el nombre del pelinegro?
— ¿Qué pasa? ¿Acaso ya se conocían? —les
cuestiono a ambos curioso, Tom iba a hablar pero Bill lo interrumpió.
—Yo… yo te… tengo que irme, acabo de
recordar que tengo que hacer algo importante. —hablo por fin Bill, evadiendo
sus preguntas; no quería dar detalles de cómo era que se conocían porque
simplemente esto no podía estar pasando.
— ¿Qué? Pero si quería que vinieras
con nosotros a enseñarle la ciudad a Tom. —dijo rápidamente Zack antes de que
Bill pudiera tomar sus cosas e irse.
—No, hoy no será posible —solo le
evadiría. —Adiós. —dijo sin mirar a ninguno y comenzó a caminar rápidamente. No quería demostrar que le afectara verlo así
que prefirió huir lo más pronto posible. Tom no podía creer lo que había
ocurrido, no podía creer que otra vez estuviera cerca de Bill.
—Espera… —hablo una vez salido del
trance en el que se encontraba, pero Bill ya no se encontraba cerca, corrió
hacia la salida buscándolo, no se veía por ningún lado ¿acaso volaba?
Georg llegó junto a él consternado.
— ¿Qué demonios fue eso? ¿Cómo sabes
su nombre? ¿Viste su cara? ¡Parecía haber visto un jodido fantasma! —parloteo
rápidamente el primo del trenzado. Tom dejo de buscar a su ex novio con la
mirada y miro a su primo.
—Tal vez yo sea su fantasma. — y así
dejo aún más confundido —si es que se podía—
a el ojiazul. Esa noche sería larga, tendría que explicarle muchas cosas
a su primo y estaba más que dispuesto a hacerlo, no quería mentiras ni engaños
en su nueva vida, no más de toda esa mierda que lo había hundido antes, esta
vez haría las cosas bien, todo lo que quería ahora era a Bill de vuelta.
Mientras tanto el pelinegro corría
rápidamente por el parque ¿Por qué ahora? ¿Por qué la vida era así de injusta
con él y ponía a Tom de nuevo en su camino? Justo cuando creyó que ya lo había
olvidado, venían los sentimientos de nuevo, los sentimientos que siempre
estuvieron ahí, aguardando a su reencuentro.
Estaba feliz de haber visto que su ex
estaba bien y había hecho algo de su vida, aunque le entraban ganas de vomitar
al recordar las palabras de Georg… “acaba
de llegar de Alemania porque trabajará en la empresa”. Dios, esto podía con
él. Ahora estarían viviendo en la misma ciudad, trabajarían en la misma
empresa, repararían el mismo aire… algo se removió dentro de Bill.
No, ya no volvería a caer, podía casi
jurar que Tom era el mismo de antes, además el seguía con Jared, aunque no lo
pareciera, pero lo hacía. Solo serían
compañeros de trabajo, eso y nada más… ¿en qué maldito momento había decidido
estudiar arquitectura? Su padre tenía razón, tenía que regresar al negocio
familiar, regresar a la empresa que tenían sus padres en E.U.
De pronto la imagen de la revista
llegó a sus pensamientos como un relámpago en medio de la oscuridad, “hoy una persona importante del pasado
regresara…” ¡Mierda! ¿Acaso era eso posible? ¿Tom era esa persona? Se
golpeó internamente, ¿si no era el quién más? No creía que su perro muerto
regresara de su tumba. Y lo peor no era eso… “hará algunos cambios importantes en tu vida, claro, solo si tu se lo permites”.
Ya nada volvería a ser igual
entre ellos ¿verdad? Negó rápidamente con la cabeza, se rehusaba, su vida
estaba bien sin Tom y no lograría entrar en ella nunca más.
Serían solo dos desconocidos de
nuevo, lo perdono antes, sí, pero eso no quería decir que serían amigos y todo
estaría bien cuando se volvieran a ver, porque el volverse a ver ni siquiera
estaba en los planes de Bill.
Se había vuelto demasiado fuerte,
demasiado duro y quizás hasta insensible en cierto punto, como un hielo. Además
tenía a Jared, sabía que él lo haría más fuerte, eso había hecho todos estos
años. Definitivamente no rompería con él.
Se encamino hacia casa de Jared, él
lo ayudaría de nuevo a evitar lo que ya era inevitable, sus sentimientos a flor
de piel hacia a Tom. Se sentía una
mierda con su novio, pero ahora así eran las cosas, así habían sido desde
siempre.
Llegó y como ya era costumbre, Jared
lo recibió contento, con los brazos abiertos, dispuesto a hacerle feliz y que
se olvidara de sus problemas. El ojiazul
sabía fingir tan bien… no era tan santo como aparentaba, no desde meses atrás
tras sus múltiples salidas con un chico de su trabajo.
Estaba enamorado de Bill, pero
siempre se daba cuenta que el pelinegro le era indiferente y eso le rompía el
corazón. Por eso había decidido buscar a alguien que le diera amor por otro
lado aunque él no le correspondiera a ese alguien, sino a Bill. Al parecer Bill
lo lastimaba con su indiferencia, pero no podía alejarse de él. Era un jodido
masoquista. A él no le importaba ser el
pañuelo de lágrimas de él pelinegro, siempre estaría ahí sin importarle nada,
protegiendo a su Billy.
Así pasaron las horas en el
departamento de su novio, entre besos y arrumacos; no se veían mucho, pero cada
que lo hacían Jared trataba de recompensar el tiempo perdido y el pelinegro solo
se dejaba hacer para que su novio no se sintiera rechazado. Intento contarle
acerca de Tom, pero luego decidió no hacerlo, Thomas era parte de su pasado y
ahí se quedaría, así que no veía motivo alguno para hablarle de él a Jared.
Bill no había regresado a Alemania
justo por eso, para no encontrarse con Tom, ahora veía que su destino le
llevaba hacia a Tom, aunque él lo tratara de evitar. Maldecía su suerte, su
karma, su destino… jodida revista.
El
destino nos separará algún día para siempre y algún día nos unirá para siempre…
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